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Tuve Un Hijo Con Un Villano

Tuve Un Hijo Con Un Villano

Status: Terminada
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Época / Embarazo no planeado / Villana / Completas
Popularitas:509.6k
Nilai: 5
nombre de autor: AMZ

Tras una noche en la que Elisabeth se dejó llevar por la pasión de un momento, rindiendose ante la calidez que ahogaba su soledad, nunca imaginó las consecuencia de ello. Tiempo después de que aquel despiadado hombre la hubiera abrazado con tanta pasión para luego irse, Elisabeth se enteró que estaba embarazada.
Pero Elisabeth no se puso mal por ello, al contrario sintió que al fin no estaría completamente sola, y aunque fuera difícil haría lo mejor para criar a su hijo de la mejor manera.
¡No intentes negar que no es mi hijo porque ese niño luce exactamente igual a mi! Ustedes vendrán conmigo, quieras o no Elisabeth.
Elisabeth estaba perpleja, no tenía idea que él hombre con el que se había involucrado era aquel que llamaban "el loco villano de Prusia y Babaria".

NovelToon tiene autorización de AMZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 5

El chirrido de la puerta anunció el regreso de Elisabeth, seguido por el aroma penetrante de hierbas frescas y el gruñido grave de Falko, que mostraba sus colmillos al intruso. Dietrich, que había pasado horas observando fijamente la entrada, giró bruscamente hacia la pared cuando la mujer cruzó el umbral.

Ella se quitó las botas cubiertas de barro y la capa empapada de rocío con movimientos mecánicos. Sus manos, mejillas y la punta de su nariz estaban enrojecidas por el frío invernal. ¿Cuánto tiempo había pasado vagando por el bosque? Sin pronunciar palabra, recogió la bandeja del desayuno y se dirigió a la cocina, donde comenzó a preparar la comida con familiaridad, yendo de un lado a otro entre los estantes y el fogón.

Cuando regresó con un plato humeante, Dietrich notó que sus ojos verdes evitaban todo contacto visual. La tensión entre ellos era palpable, pero ninguno estaba dispuesto a romper el silencio.

Al terminar sus propias tareas -almorzar, alimentar a Falko, Elisabeth se sumergió en su rutina habitual, seleccionar las hierbas para secar. El silencio de la cabaña era tan familiar que, por un momento, olvidó por completo la presencia del intruso. Una canción popular comenzó a escapar de sus labios, su voz dulce y cálida llenando el espacio como miel derramándose.

Dietrich frunció el ceño al principio. —Qué molesto—, pensó. Pero la melodía era tan reconfortante que, sin darse cuenta, sus párpados comenzaron a pesar. La fiebre, combinada con el ritmo suave de la canción, lo arrastraron a un sueño profundo y reparador.

Horas más tarde, Elisabeth recordó de repente a su invitado no deseado. Al asomarse a la habitación, lo encontró dormido profundamente, su respiración regular y su rostro relajado. Se apoyó contra el marco de la puerta, observándolo con una mezcla de irritación y curiosidad.

—Es una vista agradable cuando tiene la boca cerrada —murmuró para sí antes de retirarse.

La idea de un baño caliente se volvió irresistible. Calentó agua pacientemente hasta llenar su modesta tina de madera. Mientras se desvestía, una voz de advertencia resonó en su mente: —No debería hacer esto con un extraño en casa—. Pero el cansancio y la necesidad de relajarse fueron más fuertes.

El agua caliente alivió inmediatamente la tensión en sus músculos. Cerrando los ojos, dejó que el vapor le envolviera el cuerpo, llevándose consigo las preocupaciones del día. Hasta que...

El crujido de la puerta abriéndose la sobresaltó. Al girar, se encontró con Dietrich en el umbral, su expresión tan impenetrable como siempre. Pero el verdadero peligro venía detrás: Falko, con el pelaje erizado y los colmillos al descubierto, se preparaba para atacar.

—¡No! —gritó Elisabeth, levantándose de un salto de la bañera. Olvidándose por completo del pudor que la habia inavadido, el agua salpicó por todas partes—. ¡Falko, detente!

El perro, cegado por la furia protectora, se lanzó hacia adelante y hundió sus dientes en la pierna de Dietrich. El hombre no hizo un solo movimiento, como si el dolor no pudiera afectar su compostura de piedra.

—¡Si lo lastimas más, este hombre tardará más en irse de aquí! —exclamó Elisabeth, agarrando apresuradamente una toalla para cubrirse.

En su prisa por intervenir, el pie resbaló en el suelo mojado. El mundo giró ante sus ojos mientras caía... directo contra el pecho de Dietrich. La toalla fina y empapada apenas ocultaba su desnudez, y ahora yacía prácticamente sobre él, sus rostros separados por apenas unos centímetros.

—Oh, no... —susurró, sintiendo cómo el calor del rubor le quemaba las mejillas.

Falko ladraba frenéticamente alrededor de ellos, pero Elisabeth apenas podía percibirlo. Todo su mundo se reducía a esos ojos azules, fríos como el hielo invernal pero ahora brillando con una intensidad que la dejó sin aliento.

Dietrich no dijo una palabra. Pero el rápido latido de su corazón bajo la palma de su mano delataba que, por primera vez desde que llegó, el imperturbable forastero había perdido algo de su calma.

Elisabeth se separó de Dietrich con un movimiento brusco, casi tropezando al retroceder.

—¿Lo lastimó Falko? —preguntó, nerviosa, antes de fruncir el ceño—. No, mejor dígame.. ¿qué hacía aquí?

Dietrich la miró en silencio, sus ojos azules inescrutables. Luego, sin responder, se levantó con dificultad —aún débil por la herida—, dio media vuelta y regresó cojeando a la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Elisabeth se quedó parada en el pasillo, más confundida que antes. ¿Por qué había entrado al baño? ¿Había venido buscándola? ¿O solo era un descuido, una casualidad?

Entró de nuevo al baño y se vistió con movimientos rápidos, pero la escena no dejaba de repetirse en su mente: su cuerpo apenas cubierto por la tela mojada, cayendo sobre él. Y, lo peor de todo, la firmeza de su cuerpo bajo el suyo.

—Un cuerpo tallado en piedra...

Sus mejillas ardieron. Había estudiado anatomía lo suficiente como para reconocer cada músculo que había sentido contra ella. Sus bíceps, duros como roca; sus pectorales, definidos incluso en reposo; sus abdominales, tensos bajo su contacto. Y luego...

—Oh, cielos.

No había sido un músculo de la pierna lo que había presionado contra su vientre.

—Al menos parece estar sano... —murmuró, en un intento desesperado por racionalizar la situación.

Pero decir eso solo empeoró las cosas.

Se cubrió el rostro con ambas manos, sintiendo el calor de la vergüenza hasta en las orejas.

—Esto no estaría pasando si simplemente lo hubiera dejado morir... —susurró, antes de detenerse.

No. No era así.

—No... No soy esa clase de basura —dijo en voz alta, más para sí misma que para nadie.

Apretó los puños, respiró hondo y salió del baño con determinación. No importaba lo que hubiera pasado. Dietrich seguía siendo un intruso en su casa, un hombre que pronto se iría.

Pero cuando sus ojos se posaron en la puerta cerrada de la habitación, no pudo evitar preguntarse qué estaría pensando entonces.

Momentos antes.

El sueño se rompió de golpe.

Dietrich se incorporó de un salto, el dolor de la herida ardiendo como un látigo al moverse demasiado rápido. Por un instante, ni siquiera recordó dónde estaba. Solo vio paredes de madera, un techo bajo, y una manta áspera sobre él.

—¿Una cabaña?

Se levantó tambaleándose, ignorando el fuego en su costado. El silencio era absoluto, excepto por el crepitar lejano del fuego en la estufa.

—¿Dónde estoy?

Avanzó por la habitación, pasando la mano por su rostro para despejar la neblina del sueño. La cocina estaba vacía. La puerta principal cerrada. Pero había otra puerta entreabierta, de donde salía vapor y un sonido de agua moviéndose.

Sin pensarlo, la abrió.

Y entonces la vio.

El cabello rubio, empapado y oscurecido por el agua, pegado a su espalda desnuda. La curva de su cuello, las gotas resbalando por su piel rosada por el calor. El perfil de su rostro, girando hacia el , sus ojos verdes—siempre tan desafiantes—se abrieron de par en par. Pero no fue el grito lo que lo paralizó. Fue la forma en que, al verlo, su preocupación anuló toda vergüenza.

Los recuerdos regresaron de golpe: la herida, la nieve, esa mujer salvando su vida.

Pero entonces no podía moverse.

Ella se levantó de la bañera sin pensarlo, su expresión de preocupación superando cualquier pudor. Agua dorada cayendo de cada curva. Pechos firmes, cintura estrecha, caderas que invitaban a ser agarradas. La toalla que intentó cubrirse apenas disimuló lo esencial.

—¿Por qué...?

Entonces lo entendió.

La leal bestia que la seguía estaba detrás de él, los colmillos al descubierto, listo para atacar.

—Idiota.

Ni siquiera lo había notado.

Y cuando chocaron—cuando su cuerpo desnudo se estrelló contra el suyo—Dietrich sintió que algo se quebraba dentro de él.

El calor.

El peso.

Su olor, dulce y herbal, mezclándose con el vapor caliente.

Y luego...

—Maldición.

Podía sentir su propia reacción, intensa e incontrolable, justo donde su vientre había rozado el de ella.

Se mordió el labio inferior con fuerza, saboreando el hierro de su propia sangre.

No era solo deseo.

Era hambre.

Del tipo que no había sentido alguna vez. Del que hacía que sus manos temblaran con la necesidad de hundirse en ese cabello mojado, de morder ese cuello, de probar el sabor del agua en sus pezones rosados.

Pero cuando ella se separó, avergonzada y furiosa, él no dijo nada.

No podía.

Así que se limitó a levantarse, a caminar de vuelta a la habitación. Pero al caminar de vuelta a la habitación—cada paso una tortura con la sangre acumulándose en su entrepierna—su mente seguía recreando el momento:

—¿Cómo se sentiría bajo mí en esa bañera? ¿Gemiría si la apretara contra la madera? ¿Sabría a hierbas salvajes o a algo más dulce?

Al cerrar la puerta, sus nudillos blancos contra la madera, Dietrich dejó escapar una maldición ahogada.

—¡Idiota... no es nada que no hayas visto, tocado y sentido... Por qué alterarse así...! Yo debo calmarme...

1
Cruz Mejia
Frank después del susto que tenía pudo respirar tranquilo 🤭 la pregunta del siglo si tienes manos porqué no las utilizas para tocar /Right Bah!/
Dietrich con paciencia ( poca a decir verdad) logró por fin apaciguar ese deseo contenido por Elisabeth ( por el momento) pero esto es apenas el inicio de muchas noches de pasión desenfrenada /Awkward//Awkward/
noem
👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Cruz Mejia
Jajajaja jajajaja sinvergüenza, atrevido /Awkward//Awkward//Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
Cruz Mejia
Elizabeth si despierta primero, va a pegar un grito de sorpresa y ojalá no se enoje, o Dietrich puede despertar primero y huir /Awkward//Facepalm//Facepalm/
Arantza
Me encanto esta historia de principio a fin. Sin duda una trama atrapante, donde la historia es tierna; calidad; con un amor sincero, profundo y fuerte. Y la interacción de los personajes es aún más hermosa, ya sea, donde ambos personajes se complementaban perfectamente, él por su frialdad, lealtad, calidez que solo con su familia demostraba dispuesto a todo con tal de protegerlos, que siempre luchó por ser libre, sin permitir que se le impusieran, y ella con esa dulzura, fuerza y ese amor incondicional por su hijo, y el amor incondicional que ambos tenían por sus hijos. Felicidades autora por tan excelente obra.
Cruz Mejia
Ay por favor pura hipocresía, si le llegan a creer será porque son unas estúpidas, no ha sido una, sino muchísimas veces el rechazo, la humillación que Dietrich le ha hecho y todo el mundo lo sabe, qué se hagan los idiotas por conveniencia es otra cosa. 🤬🤬🤬
Alex
Quien mejor que él para acompañarla al altar ❤️
Alex
Lo dicho... Esta a punto del colapso!! 😬😲
Alex
Pobre Frank, le va a dar algo 😬😬
Vianey Hernandez Ortiz
Hermosísima Novela 💯💯💯💯🎉💯😀😍
Cruz Mejia
Qué importa qué seas la mujer más noble del imperio, qué importa qué seas una princesa, qué hayas nacido en cuna de oro, igual sangras por la herida del desprecio, de la humillación, del rechazo y odio qué te tiene Dietrich, pero esto no es culpa más que tuya por la obsesión enfermiza que tienes por él, si hubieras aceptado la anulación desde la primera vez, creo que él al menos no vomitaria cada vez que te ve 🤮💔🤬💔🤮
Y para que te arda más perdiste ante una campesina 😏🤭
Los padres de Amelia estarán vivos, el Kaiser no tiene descendientes, esposa 🤔
Dietrich en vez de fiesta de compromiso, es mejor la de la boda
Cruz Mejia
Elizabeth lo pensó mucho para admitir sus sentimientos por Dietrich, no se lo ha dicho, pero una esperanza si le dio, lo repito es un bruto pero adorable 😍😍 el tiene muchos defectos pero mentiroso e hipócrita no es 🥰😍🥰
Eleonor Baker
Que hermosa escena, tan íntima, familiar... De verdad hasta siento que nos dejas entrar a ese hogar, y ahí estamos mirando la interacción, entre ellos tan cercanos, tan reales, uuuuf tan bonita, 🫂 gracias
Cruz Mejia
No jodas Elizabeth cómo qué acepto pero podemos tener amantes /Right Bah!//Left Bah!/
Cómo si no fuera suficiente con los psicópatas de Amelia y el médico ( a saber si sigue vivo) 🤬🤬
Cruz Mejia
Es entendible la postura de Elizabeth, tiene que pensar bien las cosas, y si de verdad le dolería mucho qué su hijo sea considerado un bastardo, creo que ahí no hay mucho que pensar, puede hacer un contrato de matrimonio donde ella ponga las cláusulas que crea conveniente, sin dejar a su hijo desprotegido. Él ha demostrado querer al bebé. O quiere una madrastra o darle un padrastro al niño, no creo, entonces debe pasar muy bien la situación /Whimper//Grievance/
Cruz Mejia
Auch eso le rompió el corazón 💔😢😢😭😭
Adriana Eugenia Espinoza Fernandez
muy bello su trabajo autora mis felicitaciones para usted
Adriana Eugenia Espinoza Fernandez
muy bello su trabajo autora mis felicitaciones para usted
LiDi.FrancoR
muy bonita historia 😸 hubo momentos donde eme asusté mucho, pero la mismo tiempo era vainilla para mí corazón romántico
Margarita Reyes
me encantó felicidades éxito en futuros proyectos 💐🌹
muuuy recomendable 100%👏👏👏
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