Hamilton, un príncipe rebelde que nunca ha encajado en el mundo de la realeza. Obligado a seguir el camino que su familia ha trazado para él, Hamilton sueña con una vida de libertad, lejos de las responsabilidades del trono. Sin embargo, todo se complica cuando su corazón comienza a latir por Esmeralda, una humilde criada del palacio. Su amor prohibido pone en peligro no solo sus vidas, sino también el destino del reino.
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capitulo 23
Pasadas las horas llegó la familia real al palacio de Renotes, y por familia real me refiero al de papá, mamá y Nicolás en un carruaje y yo, Esmeralda y Alma en otro, sin olvidar
Dos carruajes más que tienen algunos caballeros reales para protegernos si pasa algo.
Decidimos ir en autos separados para no pelearnos en todo el camino, mamá siempre arregla una excusa para ofender a Esmeralda y termino discutiendo con ella y Nicolas termina enojándose interfiriendo, y termino peleando con él también.
–Esmeralda, mira el libro que encontré. (Habla Alma, entregándole un libro a Esmeralda). es el segundo Volumen del libro que te regalé.
–No sabía que había otro. (Habla Esmeralda recibiendo el libro).
–No sabía que te gusta leer. (Digo esto porque nunca la he visto leer).
–Alma me regaló un libro y quería aprender, en las últimas semanas me regaló Angelina
Unas cuantas clases y ya estoy leyendo un poco, con dificultad pero me las estoy arreglando. (Esmeralda habla sonriendo levemente).
–En este volumen, Ruby, luego de descubrir que está embarazada de uno de los hermanos comerciantes, se preocupa por no saber de quién es el hijo, si es de Kamil, que es su marido, o de Nick, que es su
cuñado. (Esmeralda se tapa la boca con las manos sorprendida, ¿qué tipo de libro es este y por qué Alma? está leyendo).
–¿Y qué pasará con el bebé? (Pregunta Esmeralda con curiosidad).
–Eso es lo peor, alguien secuestra al bebé. (Alma habla y parece que ya llegamos al palacio). Y luego el libro termina y no hay otro volumen después de este.
–Pobre Ruby, todo pasó por culpa de Elizabeth. (Esmeralda dice tristemente, ya no entiendo nada de lo que dicen).
–Estamos aquí. (Anuncia el cochero tras abrirnos la puerta del carruaje).
Gracias a Dios. (Bajo y ayudo a Alma y luego a Esmeralda a bajar del carruaje).
–Parece que hay mucha gente aquí. (Habla Esmeralda, notando la enorme fila de carruajes que se formó).
–Sí, eso parece. (Habla Nicolás acercándose a nosotros con mamá y papá).
–Entremos. (Papá habla).
Entramos al palacio y realmente hay mucha gente, todo está muy bien decorado y con flores por todos lados y música agradable, no esperaba menos de ella.
–Por fin llegaron, pensé que ya no vendrían más.
Abuelo. (Dice Alma corriendo hacia la abuela y la abraza).
–Ups, parece que alguien perdió algunas clases de etiqueta. (dice la abuela sonriendo y besa la frente de Alma).
–No me lo perdí, simplemente estoy feliz de verte. (Dice Alma sonriendo).
–No te preocupes, a tu edad yo también me saltaba muchas clases. (La abuela le susurra algo a Alma mientras se acerca a nosotros).
Mami. (Dice papá abrazando a su mamá).
–Por qué no traes a mis nietos, Arthur (Habla la abuela separando su cuerpo del de papá y se acerca a Nicolás, Esmeralda y a mí). ¿Ser rey te quita tanto tiempo que te olvidas de que tienes una madre?
–Ya son grandes y pueden venir cuando quieran. (Papá habla justificándose).
–Grande y muy hermosa, mira esa sonrisa. (Dice la abuela pasando su mano por el rostro de Nicolás). Mi Nico no ha cambiado en nada, siempre con esa mirada dócil.
–La extraña usted, señora. (Nicolás habla y la abuela le besa la mejilla).
–Ahora aquí hay alguien que es diferente. (La abuela habla y papá niega con la cabeza).
–Mami, no hables así cerca de Alma, por favor. (Papá habla y la abuela se encoge de hombros).
–En mi casa hablo como quiero. (La abuela habla y me mira sonriendo). Por primera vez veo a mi nieto con el pelo peinado y Nicolás no tuvo que atarte y arrastrarte hasta el palacio. (Ya llevamos mucho tiempo haciendo esto, gracias a Dios, siempre me salían astillas y rasguños en la espalda).
–Cierto, pero así no tiene gracia. (Digo riendo ligeramente).
–Ese palacio siempre estuvo loco, con ustedes dos. (La abuela habla y se detiene frente a Esmeralda).
¿Entonces eres la bella que logró domar a la bestia?
Majestad. (Esmeralda habla haciendo una reverencia).
–Qué majestad, dejé ese título cuando decidí darle la corona a Arthur. (Habla Esmeralda). Te ves tan sensible con esa piel blanca pero tan fuerte con ese cabello de fuego, ¿cómo te llamas mi amor? (Esmeralda habla tomando las manos de Esmeralda).
–EEsmeralda, señora.
(Esmeralda habla tímidamente).
–Esmeralda, creo que te he visto por algún lado. (La abuela habla dejando los ojos entrecerrados).
Pero no importa mientras haga feliz a mi Hamilton.
–Haré lo mejor que pueda. (Esmeralda habla y me alegra escuchar eso).
–Genial, todos están aquí así que siéntete libre y diviértete mucho. (El abuelo habla y se dirige a otra mesa, ignorando por completo la presencia de mamá).
La relación de mamá y abuela siempre ha estado llena de peleas y discusiones, a la abuela nunca le gustó mamá y no se lo oculta a nadie.
En nuestra familia, los primogénitos siempre son coronados reyes, todos ellos siempre hombres, hasta que nació la abuela Marie. Ella fue la primera de sus seis hermanos.
–La abuela dijo que nos divirtiéramos, así que bailemos, Nico. (Habla Alma, jalando a Nicolás y se alejan de nosotros).
–Esmeralda, ya vuelvo. (Digo tirando la silla para ella, nuestra mesa está justo en el centro de la habitación). ¿No te importa?
–No, puedes ir como quieras. (Dice Esmeralda sonriendo levemente).
–No tardaré. (Hablo y me voy).
Esmeralda narrando...
Realmente pensé que la señora Marie me iba a maltratar, pero fue súper amable conmigo. Y parece que los dos tenemos algo en común, es decir, no nos gusta la reina bruja, tengo mis razones que me llevan a eso pero las de ella no sé.
Ella dijo que ya me había visto en algún lugar, tal vez fue en el palacio ya que ella iba mucho allí y yo todavía era una sirvienta.
–Arthur, ¿viste cómo me trató tu madre y no hiciste nada? (La reina habla iniciando sus discursos donde se victimiza).
–Siempre se han tratado mal, no será sólo hoy que voy a inmiscuirme en el compromiso de Alexis. (King habla con calma). Ven, vamos a saludar a los padres de la niña.
Ser paciente. (La Reina habla mientras sostiene el brazo del rey y se alejan).
Gracias a Dios la reina no dirigió sus palabras ni me miró, si la señora Marie logra enojarla al punto de ignorarme, soy su admiradora número uno.
—Para ti. (Jales habla, entregándome una copa de vino).
—¿Qué estás haciendo aquí? (Hablo mirando a mi alrededor, no quiero que Hamilton lo vea conmigo porque definitivamente terminará en una discusión).
–No recuerdo que fueras así, soy un gran amigo del novio. (Jales todavía habla con la copa de vino extendida hacia mí). Ya me duele el brazo.
Gracias. (Digo recibiendo y él se sienta a mi lado).
–Ha pasado un tiempo desde que hablamos, pareces estar muy feliz con el hombre que le robó a mi hermana. (Jales habla y tomo un sorbo de vino, espero que no lo haga).
–Sí, lo estoy intentando. (Hablo). Y no le robé Hamilton a tu hermana.
–No hace falta que me mientas, puedes hablar. (Dice acercándose a mí). ¿Qué te une al palacio? No creo que se haya casado con ese idiota por amor, sería más fácil ser creíble si se hubiera casado con ese otro chico. Has estado durmiendo con ambos.
–Deja de decir tonterías, no me conoces para decir algo así. (Digo mirándolo seriamente).
–Tú sabes que yo lo sé, más aún. (Jales habla y acaricia mi mano que está en mi muslo derecho). ¿Qué quieres que te recuerde?
–Jales déjame en paz por una vez, por favor. (Digo tirando de mi mano).
¿Por qué? ¿Quieres que no interfiera en tus planes? (Jales habla mientras toma un sorbo de su vino). Sabes, el día que casi mato a ese sinvergüenza, pero lamentablemente fallé, no te reconocí, solo lo recordé cuando regresé a mi reino, pero tú me reconociste así que me salvaste y fingiste no conocerme, ¿no?
–Alguien podría oírte, apúrate. (Hablo porque este hombre quiere recordarme el pasado ahora mismo).
–Déjales escuchar, al menos se enterarán de todo, Esmy (Jales habla despreocupadamente).
–Jales, te juro que si no te levantas de esa silla y te alejas de mí voy a tomar ese cuchillo de mesa y te lo clavaré en la garganta. (Digo recogiendo el cuchillo que está sobre la mesa).
–Eso era lo que faltaba, ¿qué haces aquí? (Nicolás habla y dejo caer el cuchillo).