En un mundo donde la competencia es despiadada y el sacrificio es la norma, un grupo de atletas persigue sus sueños en las sombras de la gloria pública. Desde el "Pequeño Gigante", un joven que lucha contra la adversidad por un lugar en el fútbol internacional, hasta el tenista que regresa del abismo para retomar su lugar en el circuito, cada historia revela la lucha interna y la pasión desbordante que impulsa a estos guerreros.
"Héroes Silenciosos" nos lleva a un viaje emocional a través de las vidas de aquellos que, a pesar de las dificultades, encuentran valentía para levantarse una y otra vez. A medida que las telones del mundo deportivo se levantan, los sacrificios de 299 jóvenes futbolistas y la fe inquebrantable de un tenista por recuperar su lugar en las competiciones deportivas nos recuerdan que la verdadera esencia del deporte no reside solo en la victoria, sino en la perseverancia...
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Mientras la práctica de atletismo continuaba, Kaito no pudo evitar distraerse. Sus ojos se deslizaban hacia una figura que se movía con gracia y elegancia en el área cercana a la pista. Allí estaba Haruka, la chica que había robado su corazón en silencio desde hace años. Su cabello largo y ondulado brillaba bajo la luz del sol matutino, pareciendo un halo radiante que la envolvía. Cada movimiento que hacía era preciso y sincero, como si su cuerpo estuviese hecho de seda. Era la estrella del equipo de gimnasia artística y patinaje sobre hielo, y siempre regresaba de las competiciones internacionales con medallas de oro colgando sobre su pecho como testigos de su talento.
Kaito observaba cada giro, cada salto y cada sonrisa de Haruka. Era la imagen perfecta de la perfección femenina; su encanto cautivaba a todos a su alrededor. Cuando sonreía, era como si el mundo entero se iluminara, y Kaito sentía que su corazón latía más rápido, como si esa misma luz iluminara su interno. Pero había un abismo entre ellos, uno que parecía imposible de atravesar.
—¡Kaito! ¿Estás ahí? —preguntó Akira, interrumpiendo sus pensamientos.
Él se giró hacia ella, dándose cuenta de que su amiga había estado observando su distracción.
—¿Qué? Oh, nada, solo... estaba pensando —respondió, tratando de desviar su mirada hacia el equipo.
Akira frunció el ceño y siguió su mirada. Rápidamente comprendió a quién estaba mirando.
—Haruka, ¿verdad? —dijo, con una pizca de complicidad en su voz.
Kaito dio un rápido asentimiento, sus mejillas sintiéndose ardientes por la vergüenza que le ocasionaba ser descubierto.
—Es impresionante, lo sé —dijo Akira, recostándose un poco—. Pero no puedes quedarte ahí paralizado. Tienes que hablarle un día, Kaito.
La idea le provocó un agradable cosquilleo, pero también un miedo abrumador.
—No sé, Akira. Ella... ella es Haruka. ¿Qué puedo ofrecerle yo? No soy más que un chico que corre en la pista. Además, ella siempre está rodeada de personas que son mejores que yo en todo.
Akira lo miró con desaprobación.
—Por favor, Kaito, no hables así de ti mismo. Tienes talento, y estás aquí porque deseas mejorar. Deja de compararte con los demás. Cada uno tiene su propio camino. Aprovecha esto, no solo por el atletismo, sino también porque podrías hacer amigos, incluso conocer a más personas como ella.
Kaito suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y determinación. Tanto él como Akira sintieron la vibración de los ánimos en la práctica. Haruka terminó de hacer algún ejercicio de suelo, y al levantarse, se detuvo un momento para mirarlos en la distancia. Un rayo de sol iluminó su rostro. Entonces, como si sintiera la energía de Kaito, le sonrió.
—¡Vamos, Kaito! ¡Concéntrate! —dijo Akira, clarificando la voz con un toque de urgencia.
Las palabras de Akira resonaron en su mente mientras él intentaba no perderse en sus pensamientos sobre Haruka. Decidido, se dijo a sí mismo que tenía que dar el paso, aunque el camino hacia Haruka estaba lleno de dudas.
El entrenador terminó la práctica, y los miembros del equipo se dispersaron. Kaito tenía una ligera oportunidad de acercarse a Haruka. Hasta entonces, ella había sido la imagen de seguridades y triunfos; un faro brillante en un mundo lleno de incertidumbres.
—¡Kaito! —llamó Haruka, acercándose a él mientras sus compañeros se alejaban—. Me alegra verte aquí. ¿Te unes al equipo de atletismo?
Un sobresalto recorrió a Kaito, su corazón palpitó de emoción y nerviosismo.
—Sí... bueno, sí. Akira me convenció. Es lo que he querido hacer desde hace tiempo. Correr, ya sabes... eso.
Haruka rió suavemente, y ese sonido era como música para él.
—¡Eso es genial! No sé si lo sabes, pero hay un evento atlético en el que también estaré presente —dijo, su rostro iluminado por un entusiasmo genuino—. Sería genial ver a más amigos apoyando.
Kaito sintió que su estómago se revolvía. Como si el destino le estuviera guiando, el evento era la ocasión perfecta para que él se acercara más a Haruka.
—Sí, claro. Estaré allí —respondió, notando cómo la seguridad en su voz comenzaba a aumentar.
—¡Perfecto! Además, podría darme algunos consejos. He visto los vídeos de tus entrenamientos corriendo, y pienso que eres increíble. ¡Eres muy rápido!
Kaito, sorprendido, no encontró las palabras adecuadas para responder. Un halago venía de ella; parecía un sueño.
—Gracias... —gemía, sintiendo una calidez en su rostro.
Un grupo de chicas del equipo de Haruka se acercó y comenzaron a charlar con ella. Kaito sabía que no podía interrumpir, y la presión de hablar parecía aumentar con cada segundo.
—Bueno, tengo que... ir. ¡Buena suerte en el entrenamiento! —dijo, sintiendo la necesidad de alejarse antes de perder el control de los nervios.
—¡Hasta luego, Kaito! —dijo Haruka, sonriendo de nuevo.
Kaito se marcha, sintiendo la adrenalina recorrer su ser mientras se aleja.
—¿Lo viste? ¡Le hablas y no te desmayas! —exclamó Akira, acercándose a él.
—Sí, lo sé. Pero aún no sé cómo voy a acercarme. ¿Y si no le gusto?
Akira lo miró con confianza.
—Tú gustas, confía en mí. Siguieron hablando, y te ve a ti, no como un chico común, sino como alguien especial. Tienes que seguir corriendo, no solo físicamente, sino también en tus sentimientos. Solo atrévete.
Mientras Kaito pensaba en esas palabras, sintió algo nuevo en su interior. El atletismo por sí solo había comenzado a tomar forma como una parte de su vida, pero ahora, quizás, había espacio para un duelo de pasiones: su amor por el deporte y por Haruka.
Sabía que debía enfrentar sus miedos, dar ese salto arriesgado que requería tanto en la pista como en el corazón. Con cada paso, no solo estaba buscando alcanzar la meta en su carrera, sino también el camino hacia el alma de la chica que iluminaba sus días.
Y así, mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios, Kaito también se dio cuenta de que, aunque el camino sería largo y difícil, estaba listo para correr. No solo para alcanzar sus sueños en el atletismo, sino para finalmente revelar su amor secreto antes de que fuera demasiado tarde.