Lady Kima Uxia no era una mujer; era una joya. Fría, pulida y deslumbrante, nacida para adornar la cima de la sociedad. Su belleza era un arma, su linaje una jaula de oro, y su corazón, una fortaleza inexpugnable construida sobre el desprecio. En los salones de mármol, su ambición era tan vasta como su arrogancia, buscando un futuro digno de su inmaculada estirpe.
Nadie, ni siquiera ella misma, imaginó que el fuego que un día la consumiría no sería el de la pasión cortesana, sino el de la vergüenza, el deshonor y finalmente, un amor tan rústico como la tierra misma.
Su descenso comenzó con una noche de engaño que la arrastraría desde el lujo desmedido hasta el lodo de la desesperación. Allí, donde el orgullo no tenía cabida, el destino le presentaría la más cruel de las humillaciones: un granjero
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Cap 12: Venganza
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Una semana ha pasado y Kima aún no despierta de su inconsciencia, la duquesa está sumamente preocupada por su hija mientras que el duque espera que sus hombres traigan al infeliz que se aprovechó de su hija.
FILLY: Padre, ¿aún no dan noticia de ese infeliz?
UXIA: acabo de recibir una carta donde dicen que ya vienen en camino con ese maldito.
FILLY: Ese maldito debe pagar por lo que le hizo a mi hermana y ella al despertar debe hacerse responsable de sus actos.
UXIA: Los médicos no dan esperanza de que despierte.
FILLY: Todo por sus locuras, en qué cabeza cabe lanzarse contra un árbol.
Por otro lado, Danvial al ser dejado plantado en la oficina de registro el día acordado para la boda, se imaginó que los duques habían reflexionado y no dejarían casar a su hija con un simple granjero. Sin darle más vuelta al asunto se concentró en su trabajo en el campo.
XX: Danvial, ¿no te dijeron por qué la señorita no llegó a la oficina de registro?
DANVIAL: No madre, según los rumores salió del reino para casarse con un noble.
XX: Entiendo.
DANVIAL: Por favor no menciones más ese asunto.
XX: Está bien, no lo mencionaré más…. Por cierto, la madre de la señorita Eudora quiere hablar de un compromiso entre ustedes.
DANVIAL: Madre, ella no me gusta como mujer.
XX: Creo que deberías darle la oportunidad, se conocen desde niños y ella está enamorada de ti.
DANVIAL: No hablemos de ese asunto.
XX: Está bien, no te hablaré de compromisos.
Eran un poco más de las 9 de la noche cuando el duque fue informado de que sus espías habían llegado y tenían al sujeto en las mazmorras. La mirada del duque se oscureció y con un aura siniestra se dirigió al lugar.
UXIA: (( Ese infeliz sabrá que no debió tocar a mi hija y largarse sin consecuencias))
Con la llegada del duque, el aire en las mazmorras era pesado, denso con la humedad, el moho y el hedor a hierro y desesperación. La única luz provenía de una antorcha parpadeante colgada en la pared de piedra, arrojando sombras danzantes que hacían parecer las formas de los instrumentos colgados aún más siniestras. En el centro de la estancia, atado a una silla toscamente labrada, yacía aquel guardia. Su rostro, antes arrogante y encantador, estaba ahora pálido y sudoroso, sus ojos fijos en la figura imponente que se cernía sobre él.
El Duque Uxia no era un hombre de palabras vacías. Su furia no era un grito, sino un trueno sordo que resonaba en el pecho de quienes lo conocían. Sus ojos, normalmente fríos y calculadores, ardían ahora con un fuego helado, el de un león cuya cría ha sido herida. Su hija, deshonrada, embarazada y con el corazón confundido por las mentiras de este hombre. La imagen de ella, pálida tendida en esa cama, se grababa en la mente del Duque, alimentando la hoguera de su ira.
UXIA: ¿Creíste que podías mancillar y engañar a mi hija sin ninguna consecuencia?
la voz del Duque era un susurro gutural, más aterrador que cualquier rugido. No había inflexión, sólo la promesa de un dolor prolongado.
UXIA: ¿Creíste que podías jugar con el honor de mi casa, con la vida de mi hija, y salir impune?
El hombre dió un paso lento, el repiqueteo de sus botas resonando en el silencio opresivo, anunciaban un infierno cruel para ese que no midió sus acciones.
UXIA: Te equivocaste.
Temiendo lo peor y en extremo asustado, el hombre intentó excusarse con su garganta seca.
XX: Duque... y-yo... fue un e-error...
Al escucharlo, Uxia soltó una risa hueca, sin alegría, que hizo eco en la piedra de las paredes.
UXIA: Un error, dices. Un error que ha manchado el nombre de mi linaje. Un error que ha puesto en peligro el futuro de mi hija y de mi nieto no nacido. Un error que te costará mucho más que tu miserable vida._(Rugió con furia)
El Duque se detuvo junto a una mesa donde varios objetos brillaban ominosamente a la luz de la antorcha. El hombre recogió una tenaza de hierro, larga y delgada, y la sopesó en su mano con una familiaridad escalofriante. El guardia al ver esto, tragó saliva mientras sus ojos se fijaban en el metal.
UXIA: Mi hija te dio su confianza, su inocencia y tu la pisoteaste…. Ahora, yo te daré mi atención. Una atención que jamás olvidarás._(murmuró con veneno insostenible)
Uxia se acercó al hombre con el objeto colgando en su mano casualmente.
UXIA: Espero que disfrutes mis atenciones, porque haré tu sufrimiento tan largo como la noche misma. No seré rápido, no seré misericordioso y cada grito tuyo será una pequeña compensación por lo que has hecho sufrir a mi hija, por la burla y la humillación que le has hecho pasar. Cada momento de dolor que sientas, será solo una fracción de la humillación a la cual la sometiste.
Los ojos del guardia se abrieron de par en par, llenos de un terror gutural. Intentó forcejear contra sus ataduras, pero eran inútiles. El Duque no le dio tiempo a más. Y con un movimiento preciso y calculado, Uxia se inclinó, una sombra gigante sobre el hombre atado, y el brillo metálico de la tenaza fue la última cosa que el hombre vió claramente antes de que el primer dolor agudo lo arrancara de la realidad, iniciando la larga noche de su retribución.
UXIA: Esto es poco para lo que hiciste con mi hija._(arrancándole los dientes)
La mazmorra se llenó con un grito ahogado, un grito que era como el preludio de la sinfonía de la venganza del Duque Uxia. Cómo dijo el duque, el sufrimiento y agonía del hombre se extendió durante toda la noche, donde el guardia no paraba de gritar y pedir clemencia, clemencia al león que estaba furioso por las heridas de su hija, un león que estaba dispuesto a matar a quien humilló y denigró a su familia.
UXIA: Desháganse de ese maldito infeliz._(limpiando sus manos)
Gracias por la actualización 😸✨
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