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Mis Alfas Posesivos

Mis Alfas Posesivos

Status: Terminada
Genre:Romance / Aventura / Posesivo / Hombre lobo / Amor a primera vista / Harén Inverso / Completas
Popularitas:276
Nilai: 5
nombre de autor: Kai D'angel

Liv está ansiosa por su 18º cumpleaños, pues ese día finalmente conocerá su verdadero destino: su alma gemela. Lo que no sabe es que, al cruzar ese camino, será marcada por tres posesivos Alfa que cambiarán su vida para siempre.
Ahora, Liv deberá lidiar con la inesperada obsesión de estos tres hombres enamorados de ella y descubrir la manera de domar esa pasión descontrolada, antes de que se convierta en algo más peligroso de lo que jamás imaginó.

NovelToon tiene autorización de Kai D'angel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 17

Liv narrando:

Tenía dudas sobre ir a la escuela esa mañana. El hematoma en mi pierna acababa de cicatrizar totalmente, así que no tenía más dificultades para andar, como la noche pasada.

Pero pensé que tenía que ir a la escuela, ya que estaba planeando huir de allí. Necesitaba un diploma para, al menos, conseguir un empleo decente, ya que ni siquiera tenía un lugar para correr en primer lugar.

Mi corazón se aceleró al pensar en encontrar a los trillizos; sería un desastre si los viera. Tenía que hacer todo lo posible para esconderme de ellos.

Verifiqué el horario y me di cuenta de que no teníamos ninguna clase en común. Suspiré aliviada y agarré la sudadera más grande que pude encontrar en el armario.

Quería mantenerme escondida todo el tiempo de ellos. Usé un pantalón holgado para no destacar mucho. Agarré mi bolso y salí de mi cuarto. Todavía era muy temprano cuando dejé la mansión.

Si me despertara más tarde que ellos, me darían un aventón, y eso sería un tormento. Tomé un taxi hasta la escuela y me quedé pensativa durante todo el viaje.

Otro problema en la escuela eran las personas. Se ponían muy tensas con respecto a quién era yo, mi estatus, todo lo demás, y no esperaba que fueran a ser amigables conmigo. Suspiré y me apoyé en la ventana mientras reflexionaba sobre mi vida.

Cuando llegamos a la escuela, me puse la capucha en la cabeza. Como la capucha de la sudadera era más grande que mi tamaño, cubría parcialmente mi rostro. Era un disfraz perfecto, a menos que alguien quisiera espiar mi rostro; ahí, nada saldría mal.

El vestíbulo estaba bastante vacío cuando llegué, y fui muy agradecida por eso. Estaba vacío, excepto por algunos estudiantes que, como yo, les gustaba llegar temprano. A ellos no les importaba mucho quién era yo y se enfocaban en sus propias vidas mientras yo pasaba.

Pasé por el vestíbulo, mis ojos barrían alrededor mientras buscaba posibles amenazas. Estar vigilante con una capucha grande que limitaba mi visión era difícil.

Mi visión se había reducido al cincuenta por ciento de lo que era, así que tuve dificultades para ver todo a mi alrededor. Miré a la derecha y hacia atrás, pero fue cuando choqué con algo muy duro.

Era otro estudiante.

Mi corazón se detuvo. Aquí, no trataban a los omegas con respeto. Yo era solo una novata tratando de entrar en mi clase. No saldría impune con esto.

—Ah, disculpa —dije lentamente, al mirar a la persona con la que había tropezado. Él era tan alto que tuve que ajustar mi capucha para ver su rostro.

El rostro era familiar. Mis ojos se abrieron en comprensión al percibir que él también me miraba como si me conociera.

—¿Frank?

—¿Liv Anderson? —preguntó, con los ojos llenos de sorpresa.

Me sentí agradecida por ser él con quien había tropezado.

—Gracias a Dios que eres tú —dije, aliviada, sosteniendo mi pecho.

Sus ojos se iluminaron, y la comisura de su labio se curvó en una sonrisa de lado.

—¿No imaginaba que te gustaba tanto, Liv?

Puse los ojos en blanco, todavía mirando alrededor para garantizar que no fuera notada.

—¿Y por qué pareces estar planeando un asesinato secreto? —me preguntó.

—¿Qué? Estoy tratando de no ser notada —respondí, y una risa escapó de él.

—Con una sudadera amarilla oversized y mirando a todos los que pasan, eres inteligente, ¿eh, Liv? —provocó, haciéndome refunfuñar de frustración.

Él sacudió la cabeza y miró hacia el corredor.

—A propósito, después de lo que los trillizos hicieron, dudo que tengas problemas en la escuela —dijo de repente.

Lo miré.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué hicieron? —pregunté.

Él miró hacia abajo, luego extendió sus manos.

—Hablar de ellos no es algo que yo haga. Es lo que todo el mundo aquí hace. No estoy listo para ser uno de ellos.

Hice una mueca para él.

—¿Me lo vas a decir o no? —refunfuñé de frustración. El corredor comenzó a llenarse, pues más estudiantes estaban llegando. —¿Ellos te hicieron algo, por eso no quieres contarme?

Frank soltó una risita de escarnio y sacudió la cabeza.

—Yo no le tengo miedo a esos idiotas. Ellos se exhiben. Si su título como alfa debería asustarme o algo así, ellos fallaron en eso —declaró.

Lo miré, impresionada. Fue la primera vez que alguien habló esas palabras de esa forma.

Mientras conversábamos, caminábamos en dirección a la sala de clase. Cuando finalmente llegamos, tiré un poco de la capucha de la sudadera, pues quería respirar. Además, Frank había dicho que los otros estudiantes no se acercarían a mí.

Estaba a punto de buscar una silla cuando percibí un olor familiar en el aire.

—¡Compañero! —exclamó mi loba.

Miré hacia arriba, y mi sangre se congeló. Los trillizos estaban sentados en el centro de la sala, y parecía que me habían detectado primero, porque todos estaban mirándome como si fuera la primera vez que me veían.

Los ojos de Ryder, de repente, se llenaron de una mirada hostil al verme al lado de Frank. Todos dieron una mirada predatoria a Frank, como si quisieran cazarlo en cuanto hiciera algún movimiento equivocado.

—Pero no deberíamos estar en la misma clase —pensé en voz alta para mí misma—. Apretaba mis dientes de miedo y rabia porque no sabía lo que ellos tenían guardado para mí. Yo quería...

De repente, Frank agarró mis manos al lado y yo lo miré. Él miró hacia abajo, sonrió brillantemente. Yo hasta olvidé lo que estaba haciendo allí en ese momento.

—Ven —dijo, haciendo un gesto para mí mientras me guiaba en dirección a nuestro lugar. Nos sentamos, y mis ojos encontraron los de los trillizos.

Max se levantó y sostuvo su asiento firmemente, mientras garras de lobo surgían de él. Ryder parecía muy furioso, solo nos miraba, pero Max parecía querer destruir toda la escuela en ese instante.

Sus ojos nunca dejaron a Frank, y yo podía percibir que él planeaba varias maneras de lastimarlo.

Pero Callum tenía aquella sed de sangre en los ojos que yo nunca había visto antes. Él solo se sentó en frente, pero yo podía detectar la sed de sangre en su expresión de horror. Con certeza, él estaba planeando cómo matar a Frank de una forma lenta y dolorosa.

—Creo que ellos te mataron varias veces en la cabeza —dije, volteándome hacia Frank.

Él simplemente se rió de mi observación.

—Ellos saben que es mejor no meterse conmigo —respondió, después de terminar de reír.

¿Quién es este tipo? Pensé.

Los trillizos no se quedaron por mucho tiempo. Ryder fue el primero en levantarse. Por un instante, pensé que vendría hasta nosotros, pero se volteó y salió antes de lanzar una mirada en nuestra dirección.

Max se levantó, miró en nuestra dirección —no para Frank, sino para mí. Había una punta decepción, mezclada con rabia, mientras sus ojos verdes lanzaban poderosos dardos.

Frank agitó sus manos para él, no por amistad, sino como burla. Bromeaba diciendo: "Tomé a tu chica, ¿qué vas a hacer al respecto?". Pero él de repente dio un paso hacia atrás y paró. De repente, lanzó una mirada violenta a Callum.

Parecía que Callum había dicho algo a través del lazo mental que lo hizo parar.

Callum fue el último en levantarse. Sus ojos se estrecharon, encarando a Frank. Sus labios se apretaron, tratando de controlar la rabia. Pensé que iba a hacer algo loco, pero, en vez de eso, sonrió.

Una sonrisa que me hizo estremecer.

Quería correr hasta él y gritar, implorando para que no hiciera nada idiota. Los peligrosos siempre sonríen, y con el poco tiempo que pasé con él, sabía que tenía la capacidad de hacer muchas cosas. Él no actuaría de forma desmedida como Max, pero era tan inteligente y calculador como una serpiente. Yo sabía que él estaba planeando algo.

En el momento en que salió, me volteé para mirar a Frank.

—¿Por qué ellos actúan así contigo?

—¿Quieres decir, el amor y cariño que derraman sobre mí diariamente? —delineó una sonrisa sarcástica. Rodé los ojos.

—Sabes de lo que estoy hablando.

Él se encogió de hombros, colocando los pies en la mesa, relajando su espalda en la silla y, entonces, volteándose hacia mí.

—¿Qué crees?

—Nunca te conocí antes de venir a la escuela, ¿cómo podría saber?

—Para una loba, es tiempo suficiente para estudiar a alguien y saber casi todo.

Respiré hondo, exasperada. Quería una respuesta, no una clase.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que, aunque solo te haya conocido dos veces, puedo leerte como un libro.

Yo sabía que él intentaba hacer que olvidara mi pregunta y, sin embargo, yo estaba interesada en lo que él tenía que decir sobre mí, como si fuera una vidente buscando respuestas.

—Dime, ¿qué sabes de mí?

Él se volteó hacia mí, observándome con atención por un tiempo, tan intensamente que sentí la tensión en mi garganta.

—Miedo —susurró, y entonces miró hacia la puerta por donde los trillizos habían salido—. Miedo de ellos.

—No tengo miedo —respondí rápido demás, sonando más como una negación que una respuesta.

Él bufó, sacudiendo la cabeza y desviando la mirada de mí. Tenía la sensación de que tenía más que decir, pero, por algún motivo, no lo hizo.

—Al menos, dime lo que pasó contigo y ellos.

Él pensó por un momento y, entonces, me miró.

—Ellos simplemente odian la idea de que hay alguien allá afuera que no se arrodillará ante ellos.

La rabia en su voz al hablar me dio una pista de que había algo más, algo que los consumía cada vez que se veían, y Frank relutaba en hablar.

Las clases pasaron bien rápido. Apoyé mi cabeza en la mesa y suspiré. Quería cerrar los ojos y tomar una siesta por un tiempo, al menos hasta volver a casa.

—Putz —Frank llamó mi atención.

Volteé la cabeza y lo miré.

—¿Qué pasó?

—¿No me digas que planeas quedarte ahí parada, de buena? —Dijo. Erguí una ceja para él—. Vamos a dar una caminata en el bosque. Apuesto a que no has visto los jardines de esta escuela, un lugar bien tranquilo —afirmó.

Miré hacia lejos por un momento. Pensándolo bien, todavía no había recibido un tour adecuado por la escuela. También tenía curiosidad sobre ese jardín.

—Ok, solo estoy yendo porque no tengo nada mejor que hacer —Dije mientras me sentaba.

Frank agarró el cuaderno, que mal escribía alguna cosa, y lo guardó en el bolso.

Hice lo mismo y me levanté después de él. Salimos por la puerta, entrando en el corredor. Busqué a los trillizos, pero no los vi.

Salimos y fuimos hasta los jardines.

Como él había dicho, los jardines eran maravillosos. Aún mayores que los que teníamos en la mansión.

—Puedo fácilmente perderme aquí —admití, después de caminar bastante hacia adentro. Estaba más silencioso de lo que esperaba.

—¿Sé bien? Vengo aquí para entrenar. Yo podría quedarme aquí, y nadie lo sabría —dijo Frank, tirando la mochila en el suelo.

Me quedé pensando si él tenía ganas de estar en la escuela o si solo buscaba pelear con los trillizos siempre que podía.

—La escuela va a hacerte enfrentar al consejo disciplinario si alguien lo descubre. Entrar en la escuela es prohibido, a menos que tu vida esté en riesgo. Tú sabes eso, ¿cierto?

Frank bufó.

—¿Quién necesita eso? Incluso si fuera atrapado, daría una manera de salir de esta. No es tan difícil —Él paró cuando llegamos a un gran claro. Un lago enorme de agua cristalina quedaba a algunos metros de nosotros.

Miré alrededor. El sol estaba por detrás de las nubes, entonces el clima estaba ameno hoy.

El lago frente a nosotros tenía un clima medio surreal. Era una escena tranquila, de hecho. Para ser honesta, era difícil imaginar que todavía estábamos dentro de la escuela.

—¿Puedo mostrarte una cosa? —él dijo, distrayendo mi atención de la vista, y lo miré de vuelta.

Él se alejó un poco y sonrió.

—Ve eso —él se transformó parcialmente en su lobo, y...

Di un paso hacia atrás, asustada. La transformación de él fue impresionante, y su lobo era bastante grande, a pesar de la transformación parcial.

Tenía esa mentalidad de que, siempre que alguien se transformaba en hombre lobo, era para lastimarme, resultado de los trillizos.

Los ojos azules de su lobo me miraban fijamente.

—Estás asustada, Liv. Solo te estoy mostrando mi lobo.

Yo me pregunté por dentro por qué él pensaba normal mostrar su lobo para alguien como yo, que no significaba absolutamente nada para él.

¿Espera, o él me consideraba una amiga?

¿Tal vez alguien que tenía valor en la vida de él? Sacudí mi cabeza —creo que no.

—No estoy familiarizada con esas cosas; ¿por qué me mostrarías tu lobo?

Pregunté, incómoda. Crucé los brazos y miré para mis pies.

Frank bufó y volvió a la forma humana.

—No es nada demás. ¿Tú no tienes amigos? —Él se apoyó en un tronco de árbol con las manos en la nuca—. Yo conozco a los lobos de mis amigos, así como ellos conocen el mío —Él se volteó para mí, como si estuviera esperando que yo dijera algo.

Entonces, ¿ahora somos amigos, eh?

Miré para el lado. En realidad, nunca tuve un amigo de verdad cuando era más joven. Era una persona solitaria en la mayor parte del tiempo, además de los momentos en que los trillizos mostraron su interés sádico por mí.

—Oye, ¿por qué tú no me muestras el tuyo? —la próxima pregunta de él me dejó chocada.

¡Uau, uau, uau! Las cosas estaban yendo rápido demás. ¿Ahora él quería ver a mi loba? Ni pensarlo.

—No puedo —Dije, sosteniendo mi mano izquierda. Normalmente, hacía eso cuando estaba súper nerviosa. Era una omega; él, una persona poderosa.

No quería quedarme muy cerca de él.

—Vamos, es normal entre lobos —él insistió—. Si tú no puedes mostrarme, al menos, dime el motivo.

Sus manos fueron hasta mi quijada.

—Debe haber un motivo, al final.

La mano de él en mi quijada hizo mi corazón acelerarse. Estaba quedando incómoda, pero una parte de mí no quería que aquello terminara. Miré alrededor para ver si tenía alguien, y, cuando no tenía, sonreí decidida.

—Está bien —cedí, presionando los labios nerviosamente.

—Ahora sí —dijo Frank, satisfecho, con los ojos fijos en mí, observando con atención.

Saqué mi chaqueta hoodie, pues usaba un chaleco por debajo. Mi vestido era, felizmente, largo, entonces no me preocupé; al final, tenía certeza que acomodaría mi transformación. Estaba súper nerviosa con eso.

¿Y si él se burlaba de mi loba por ser bien pequeñita? Quedaría mortificada, pero… mejor encarar luego.

—Está bien, ve allá —dije, llamando a mi loba. Y oí mis huesos estallar mientras me transformaba. De esa vez, no sentí dolor como en la primera vez, y mi transformación fue bien tranquila. Miré para mis manos y percibí que me había transformado completamente.

Volví a lo normal y vi la admiración y el maravillamiento en los ojos de él.

No me gustó lo que él estaba mirando para mí. Sus labios estaban contraídos, los ojos llenos de admiración. Él se quedó observándome por un tiempo sin decir nada.

—¿Qué? —pregunté.

Frank sacudió la cabeza.

—¿Tienes certeza de que eres una omega? —preguntó, con mucha duda en la voz. Estaba a algunos metros de mí, con una expresión de descontento.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, confusa. ¿Sobre qué él estaba hablando?

Él sacudió la cabeza, sin conseguir hablar por un tiempo.

—Porque eso no parece una loba omega, Liv.

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