En el reino de Eldoria , la paz entre humanos y hombres lobo ha sido una lucha constante, marcada por la desconfianza y el miedo. Sin embargo, cuando una oscura entidad conocida como la Sombra amenaza con destruirlo todo, dos jóvenes, Aria, una valiente guerrera humana, y Kael, un noble hombre lobo, se unen para enfrentarse a este enemigo común.
A medida que luchan juntos, Aria y Kael descubren que su amor trasciende las barreras y, al derrotar a la Sombra, se convierten en símbolos de esperanza y unidad. Con el pueblo dividido comenzando a sanar, ambos se embarcan en una misión para restablecer la paz y la confianza entre sus comunidades, organizando festivales y creando un consejo que represente a ambos lados.
A lo largo de su viaje, Aria y Kael deben enfrentar no solo los desafíos externos, sino también sus propias inseguridades y los ecos del pasado.
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Capítulo 2: Los Ecos del Bosque
El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. Aria, sentada en el borde de su cama, sintió el peso de la noche anterior aún en su mente. La imagen del antiguo libro y la voz misteriosa resonaban en sus pensamientos. La curiosidad ardía dentro de ella, pero la inquietud también la acompañaba. Tenía que compartir su descubrimiento.
—¡Mamá! —gritó mientras bajaba las escaleras, su voz resonando en la casa silenciosa.
Elena, su madre, apareció en la cocina, con un delantal manchado de harina y el cabello recogido.
—¿Qué sucede, Aria? —preguntó, preocupada—. Te ves alterada.
—He encontrado algo en el bosque, algo importante que debes escuchar —dijo Aria, tomando aire profundo para calmar su agitación.
Elena frunció el ceño, dejando a un lado la masa que estaba amasando.
—¿Es sobre los hombres lobo? He estado escuchando rumores en el pueblo. La gente está asustada —respondió, su tono grave.
Aria asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad.
—Sí, pero es más grave que eso. Encontré un libro antiguo que habla de la resurrección de criaturas oscuras. Si no hacemos algo, podríamos perderlo todo —dijo, su voz temblando de emoción.
El rostro de su madre se tornó serio, y Aria pudo ver la preocupación en sus ojos.
—¿Un libro? ¿De qué trata exactamente? —preguntó Elena, acercándose.
—Habla de un antiguo ritual. Si alguien lo lleva a cabo, podría desatar un poder terrible —respondió Aria, sintiendo que el tiempo se acababa.
Elena se cruzó de brazos, pensativa.
—Esto suena muy grave. La gente ya está aterrorizada por los hombres lobo. ¿Cómo les explicarás lo que encontraste?
—Debemos reunir a mis amigos y hablar con el consejo del pueblo. No podemos quedarnos de brazos cruzados —dijo Aria, con determinación.
Elena asintió lentamente.
—Está bien. Ve a buscar a Elias y a los demás. Pero ten cuidado. No queremos crear pánico —dijo su madre, volviendo a la cocina.
Aria salió corriendo, sintiendo que cada paso la acercaba al peligro. El aire fresco de la mañana la llenó de energía mientras se dirigía a la casa de Elias. Al llegar, lo encontró en el jardín, jugando con algunos amigos.
—¡Elias! —gritó, llamando su atención.
Elias dejó caer la pelota y corrió hacia ella, su expresión de preocupación evidente.
—Aria, ¿qué sucede? Te ves pálida —dijo, su voz llena de ansiedad.
—Necesito que vengas conmigo. Debemos reunir a todos. Hay algo importante que discutir —dijo Aria, sin rodeos.
Los amigos de Elias se acercaron, curiosos.
—¿Es sobre lo de los hombres lobo? —preguntó Sofía, una de las chicas del grupo.
—Sí. Es más que eso. Vamos, ahora —insistió Aria, sintiendo la urgencia.
Elias asintió y, después de despedirse de sus amigos, siguieron juntos hacia el claro del bosque donde solían reunirse. Aria sintió que el peso de la responsabilidad recaía sobre ella, pero sabía que debía ser fuerte.
—¿Qué es tan urgente? —preguntó Elias, mientras se sentaban en el suelo cubierto de hojas.
Aria tomó aire y comenzó a contarles sobre el libro que había encontrado, las revelaciones sobre la resurrección de criaturas oscuras y el ritual que podía desatar el caos.
—¿Y si alguien encuentra ese libro? —preguntó Sofía, su rostro pálido—. ¿Qué pasará si intentan realizar el ritual?
—Eso es exactamente lo que estoy tratando de decir. Debemos advertir al consejo del pueblo antes de que sea demasiado tarde —respondió Aria, su voz llena de determinación.
—Pero, ¿nos creerán? —preguntó Elias—. La gente es escéptica, especialmente sobre los hombres lobo.
—Si encontramos pruebas, tal vez podamos convencerlos. Necesitamos más información —sugirió Sofía, nerviosa.
Justo en ese momento, un grupo de aldeanos pasó cerca, hablando en voz alta. Aria se acercó un poco más para escuchar.
—He oído que un grupo de hombres lobo atacó anoche en la aldea de al lado. La gente está aterrorizada —dijo uno de ellos.
—Sí, y no es la primera vez. La tensión entre humanos y hombres lobo está aumentando —respondió otro, con preocupación en su voz.
Aria intercambió miradas con Elias y Sofía. La preocupación crecía en su pecho.
—Esto es peor de lo que pensé —dijo Aria, su voz apenas un susurro—. Tenemos que actuar rápido.
—Tal vez deberíamos hablar con el anciano del pueblo. Él podría ayudarnos a reunir a la gente —sugirió Elias, con una chispa de esperanza.
—Buena idea. El anciano siempre ha sido respetado. Si él respalda nuestras palabras, tal vez la gente escuche —asintió Aria, sintiendo que el plan comenzaba a tomar forma.
En la Casa del Anciano
El camino hacia la casa del anciano se sintió más largo de lo habitual. Cada paso estaba cargado de ansiedad y miedo, y el aire se tornaba más pesado a medida que se acercaban. La casa del anciano era un edificio de madera, cubierto de hiedra, que parecía estar en perfecta armonía con el bosque.
Al entrar, encontraron al anciano sentado en su silla, observando el fuego que crepitaba en la chimenea. Su rostro estaba surcado por arrugas, y sus ojos, a pesar de su edad, brillaban con sabiduría.
—¿Qué les trae por aquí, jóvenes? —preguntó, levantando la vista con interés.
Aria tomó la iniciativa.
—Necesitamos hablar contigo sobre los hombres lobo y algo más grave que hemos descubierto —dijo ella, su voz firme.
El anciano frunció el ceño, inclinándose hacia adelante.
—Hablan de cosas peligrosas. Cuéntame, ¿qué han descubierto?
Aria compartió lo que había encontrado en el bosque, el libro y la amenaza de la resurrección de criaturas oscuras. El anciano escuchó atentamente, su expresión oscureciéndose a medida que avanzaba la historia.
—Esto es serio —dijo finalmente—. Las antiguas leyendas hablan de un poder que puede ser desatado si se le da la oportunidad. Debemos actuar con cautela.
—Pero la gente está aterrorizada por los hombres lobo. Necesitamos que tú hables con ellos, para que comprendan que no todos son enemigos —insistió Elias.
El anciano asintió lentamente.
—Puedo hacerlo, pero no será fácil. La gente se aferra a sus miedos, y el temor a lo desconocido es poderoso. Debemos preparar un encuentro en la plaza del pueblo. Todos deben escuchar la verdad —declaró, su voz resonando con autoridad.
—Nosotros te ayudaremos a reunir a la gente —dijo Aria, sintiendo que la esperanza comenzaba a florecer.
El anciano los miró con aprobación.
—Bien, pero recuerden: la verdad es un arma de doble filo. Algunos estarán dispuestos a escuchar, mientras que otros se aferrarán a sus miedos.
Después de discutir los detalles del encuentro, Aria, Elias y Sofía se despidieron del anciano y salieron de la casa con un renovado sentido de propósito. La plaza del pueblo sería el lugar donde se enfrentarían a sus miedos y tratarían de guiar a la comunidad hacia la verdad.
### En la Plaza del Pueblo
La tarde llegó rápidamente, y la plaza del pueblo se llenó de murmullos inquietos. Los aldeanos se reunieron, muchos de ellos con miradas de desconfianza y temor. Aria sintió que su corazón latía con fuerza mientras se preparaban para hablar.
El anciano se puso de pie, levantando su mano para calmar a la multitud.
—Queridos amigos, hemos convocado este encuentro para hablar sobre un tema que nos afecta a todos. Aria, Elias y Sofía tienen algo importante que compartir —dijo, señalándolos.
Aria se sintió abrumada por la atención de la multitud, pero respiró hondo y dio un paso al frente.
—Gracias por estar aquí. Sabemos que hay preocupaciones sobre los hombres lobo y los recientes ataques. Pero lo que hemos descubierto es aún más serio —comenzó, su voz temblando ligeramente.
Un murmullo recorrió la multitud.
—He encontrado un antiguo libro que habla sobre la resurrección de criaturas oscuras. Si no actuamos, podríamos enfrentar una amenaza mucho mayor que los hombres lobo —continuó, mirando a los rostros ansiosos que la rodeaban.
—¿Y qué pruebas tienes de eso? —interrumpió un aldeano, con una mirada escéptica—. Solo son historias.
—No son solo historias —respondió Elias, alzando la voz—. El anciano puede confirmar que hay fuerzas oscuras en el mundo. Los hombres lobo no son nuestros enemigos; ellos también están en peligro.
El anciano asintió, apoyando la afirmación de Elias.
—Los hombres lobo han sido perseguidos y temidos durante siglos, pero no todos son malignos. Algunos de ellos luchan por la paz tanto como nosotros —dijo, su voz resonante llenando la plaza.
La multitud comenzó a murmurar, y Aria se sintió alentada por el cambio en el ambiente.
—Debemos unirnos para enfrentar esta amenaza —dijo Aria, con determinación—. Si nos dividimos entre humanos y hombres lobo, solo estaremos debilitándonos ante el verdadero enemigo.
Un aldeano mayor se puso de pie, con una expresión grave.
—¿Y si no podemos confiar en ellos? La historia nos enseña que la traición puede venir de cualquier lado.
—Lo entendemos, pero debemos dejar atrás nuestros miedos y trabajar juntos. Si no lo hacemos, estaremos condenados a sufrir las consecuencias —replicó Sofía, con firmeza.
La tensión creció en el aire, y Aria sintió que el momento decisivo se acercaba.
—La luna llena nos ha guiado hasta aquí. Es un símbolo de esperanza y unidad. Si podemos encontrar la manera de trabajar juntos, tal vez podamos encontrar una solución —dijo, su voz resonando con pasión.
Finalmente, el murmullo de la multitud se convirtió en un debate animado, pero había un cambio en el aire. Algunos comenzaron a cuestionar sus creencias, a abrirse a la posibilidad de que no todos los hombres lobo eran enemigos.
—Quizás deberíamos enviar un grupo para hablar con ellos. Ver si realmente quieren la paz —sugirió un joven, y otros comenzaron a asentir.
El anciano sonrió, viendo cómo la comunidad comenzaba a unirse.
—Eso es un buen comienzo. Pero deben recordar que la confianza se construye con el tiempo. Este es solo el primer paso —dijo, mientras Aria sintió que una chispa de esperanza brillaba en su interior.
Reflexiones en el Camino de Regreso
Mientras regresaban a casa, Aria caminaba junto a Elias y Sofía, el peso de la tensión comenzando a desvanecerse.
—Lo logramos. La gente está dispuesta a escucharnos —dijo Elias, sonriendo.
—Sí, pero esto es solo el principio. Aún tenemos que encontrar una manera de abordar la verdadera amenaza —respondió Aria, sintiéndose un poco más ligera.
Sofía se detuvo, mirándolas a ambas.
—¿Y si no podemos detenerlo? ¿Y si las criaturas oscuras realmente regresan? —preguntó, su voz llena de preocupación.
—No lo sé, pero tenemos que intentarlo. Si no lo hacemos, estaremos entregando nuestro futuro a la oscuridad —dijo Aria, su determinación renovándose.
Mientras se alejaban de la plaza, la luna brillaba intensamente en el cielo, y Aria sintió que la llama de la curiosidad y el deseo de proteger su hogar ardían más que nunca. La batalla estaba lejos de terminar, pero al menos tenían una oportunidad. Y eso era todo lo que necesitaban.