Una guerra despiadada obliga a ALONDRA a casarse, sufre mucho pero logra levantarse y cobrar venganza, pero eso le niega la posibilidad de amar, ella se encuntra en una dura situacion, elegira el amor o el poder.......
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HIJOS
HIJOS.
Muy temprano me desperté, me seguía doliendo el tobillo y sentía mucha hambre,
estaba sola en la choza, el caballero que hasta el momento seguía sin saber su
nombre no estaba, pero me dejo una tasa con agua, limpie mi rostro y lave mis
manos.
Con mucho cuidado revise mi tobillo que seguía inflamado, pero me dolía menos que
ayer, con ayuda de un palo de leña camine a fuera de la choza, pero no había
rastro del caballero, solo estaban los caballos y eso me tranquilizo un poco, no
estaba lejos o no dejaría también su caballo.
Entre a la choza para esperarlo y tardo una hora en llegar, traía consigo ballas y un
conejo muerto en los hombros, tal parece que sintió hambre al igual que yo.
- Señorita coma estas ballas mientras preparo este conejo, necesitara energía para el
camino.
- Gracias\, puedo saber su nombre amable caballero.
- Arturo\, ese es mi nombre.
- Tiene nombre de príncipe\, mi nombre es Alondra.
- Pues su nombre es igual al de la princesa de este reino.
Sus palabras me pusieron nerviosa, no es qué me avergonzará de lo que soy, pero era
un extraño y no sabía sus intenciones por eso decidí mentir.
- Eso me han dicho, pero soy hija de un sastre, mi padre vive en el pueblo.
- Ya veo\, no se preocupe después de comer la llevare a la entrada del castillo y de
ahí podrá irse al pueblo.
- Le agradezco caballero\, no tengo como pagarle\, pero si alguna vez lo vuelvo a ver y
necesita algo no dude en pedírmelo.
- Ya veremos señorita Alondra.
Después de esa charla comimos el conejo asado y nos preparamos para partir, me ayudo a
subir a mi caballo y él monto el suyo, los caminos estaban llenos de charcos
por la fuerte lluvia y eso nos retrasó un poco, ninguno de los dos dijo nada y
tanto silencio me tenía incomoda, pero después de unos minutos pude reconocer
el camino.
Ya estábamos cerca al castillo, cubrí mi rosto con aquella cobija de lana, no te
soldados y no sería bueno que me reconocieran, menos en compañía de un
caballero, Arturo les dijo que íbamos al pueblo y estos no dijeron más, parecía
que me seguían buscando y eso me alerto, mi padre me va a matar apenas llegue.
Después de salir del bosque lo primero que vi fue el imponente castillo, mi padre se
vanagloriaba al ser uno de los más hermosos del mundo y era cierto, el lugar no
solo era enorme y hermoso, era prácticamente impenetrable por sus altos muros,
pero yo conocía un par de lugares por donde podía entrar sin ser vista.
Así que estando a pocos metros me despedí de aquel amable caballero, este estaba
algo reacio a dejarme sola, pero le asegure que conocía el camino, le dé volví
aquella cobija de lana que me calentó toda la noche, sus ojos me miraron
intensamente por un buen rato, podía sentir su mirada en mi espalada.
Me encamine al castillo, lo rodee y entre por una puerta que muy pocos conocen,
pero la uso para escapar al bosque desde niña, lo primero que veo al entrar
es a la pobre Cecil esperando, me miro enojada.
- Por dios princesa\, como es de imprudente\, su padre mando a castigar a toda su
guardia y si no fuera yo una mujer vieja también hubiera sido azotada.
- Ya estoy aquí nana\, no te enojes no sabes todo lo que me paso.
- Vayamos a su habitación para que me cuente\, su doncella también fue azotada y tendré que ayudarle a vestirse por los días que ella no pueda.
- No sé qué haría sin ti nana.
Baje del caballo con cuidado y nana puso el grito en el cielo al ver mi tobillo
vendado, fue toda una odisea subir los escalones hasta mi habitación, donde mi
padre esperaba sentado y con una cara que si las miradas mataran hubiera caído
muerta al instante.
- Hasta que te dignas aparecer, se puede saber dónde diablos pásate la noche Alondra.
- Con la cabeza agachada le contesté\, me perdí en el bosque padre\, me caí del caballo
y por eso no pude llegar.
- Maldición\, que traigan al doctor para que la revise y tu vieja Cecil no la dejes salir de
esta habitación hasta que estemos seguros que no le paso nada.
Mi padre me reviso con la mirada antes de salir el mismo por el doctor, aunque no
lo dijera sabía que se preocupaba por mí, solté un suspiro y con ayuda de nana
Cecil me bañe y vestí, el doctor me reviso el tobillo y dijo que debía quedarme
en cama al menos una semana.
Mi padre se volvió a enojar y maldijo un par de veses, su boda era al día
siguiente y yo debía estar presente para conocer a mi nueva madre, que según me
dijo nana estaba en el castillo desde la noche anterior, el doctor me unto una
pomada y volvió a vendar mi tobillo.
- Vez lo que provocas Alondra, esto es culpa de tu madre, en vida te mimo tanto que
eres una joven impulsiva, casi te matas por andar como loca en ese caballo y
para colmo dejaste a los guardias sabiendo lo peligroso que es ese bosque de
noche, un día de estos me vas a matar de un coraje.
- Me dolieron sus palabras, pero sabía que tenía razón, desde que mama murió, todo
cambio en el castillo, mis responsabilidades crecieron y me sentía tan abrumada
que lo único que se me ocurrió fue escapar.
- Lo siento padre\, no volverá a pasar.
Yo me voy asegurar de eso, tendrás dos doncellas más, eres la princesa heredera y te
comportaras como tal, más tarde vendré para que conozcas a la que será mi
esposa, en esas condiciones no podrás bajar al banquete que sedara esta noche,
espero seas respetuosa con ella y sus hijos.
Tiene hijos, porque yo no lo sabía.
No tengo porque darte explicaciones de mis actos Alondra, no se te olvide que soy
el rey de este país, ya lo sabrás todo más tarde.
Mi padre sale de la habitación y me quedo preocupada, no sé nada de esa mujer y
ahora resulta que tiene hijos, mi padre solo me había dicho que se casaría con una
princesa del norte, pero jamás pensé que fuera una viuda con hijos.
Aunque pensándolo bien, sería lo mejor siendo ella una mujer con experiencia se
ocuparía de las obligaciones de mi madre y podrá quitarme carga, eso me hace
sentir mejor, tendré de nuevo tiempo y no estaré ahogada de responsabilidades.
Nana Cecil, ya están las dos doncellas que me asistirán quiero estar presentable
para conocer a la nueva esposa de mi padre.
Si, voy por ellas.
Veo salir a mi nana, me quedo pensando en todo lo que ha pasado desde que mamá
murió, mi padre se volvió frio y solitario y yo igual, ella era la única que le
daba luz a este oscuro castillo, era una mujer tan hermosa, tenía una larga
cabellera roja que yo herede, sus ojos verdes y piel pecosa la hacían lucir
encantadora, yo no tengo sus ojos pues los míos son azules como los de mi
padre, él es un rubio muy atractivo a pesar de sus años.
Mientras estoy perdida en mis recuerdos y tocan a la puerta, dos jóvenes que ya había
visto entran con la cabeza agachada y haciendo reverencias, una tenía una larga
trenza de color negro y la otra un poco más corta, pero de cabello rubio.
Cuáles son sus nombres.
Soy María princesa. Dijo la rubia.
Yo Mariana su alteza. Dijo la peli negra.
Muy bien, busquen un vestido elegante que tendré visita y como verán no puedo
levantarme sola.
Las dos se colocan a buscar y después de escoger me traen un vestido azul, me
ayudan a colocarlo y Mariana me hace un peinado muy lindo, son muy
eficientes en su trabajo, charle con ellas un rato y me entere que son
hermanas, pero una saco los rasgos de su padre y la otra de su madre por eso el
cambio en el color de cabello, están en el castillo para ayudarlos con los
gastos pues son una familia de 12, su padre no perdió el tiempo y eran muchas
bocas que alimentar.