Primer libro de la saga Lobo.
⚠️ CONTENIDO (+18)⚠️
Ella es una hermosa peliroja vendedora de flores, que trabaja duramente para la mujer que la recogió después de la trágica muerte de su familia, la cual fue cruelmente asesinada.
Él es el futuro líder de la mafia italiana y para poder posicionarse en ese puesto primero su padre le exige matar a un traidor, y luego le exige también una Dama que gobierne a su lado. Un día cualquiera conoce a una vendedora de flores que lo deja cautivado desde el primer instante, se obsesiona con ella y la rapta para que sea su Dama, su Reina, su esposa...
Lo que ambos no saben es que tanto su pasado como su futuro están relativamente unidos.
¿Nacerá el amor o el odio?
¿Podrán perdonar o condenarse?
¿Podrán olvidar y superar?
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Tres condiciones parte 2
Angélica Moretti.🌺
Siento que su mirada me escanea; no sé qué busca en mí. No niego que tengo miedo de estar en su mundo, pero también quiero hacer algo por Fátima. Ella es mi amiga y, más que eso, ha sido como una hermana para mí en todos estos años. La conozco desde muy pequeña. Se me parte el corazón de solo imaginar todo lo que le deben estar haciendo por culpa de Dionisio. ¿En qué estaría pensando ese maldito insensato cuando decidió vender a su propia hermana?
—¿Por qué aún no has terminado de desayunar? —me pregunta el mafioso, reparando en lo que hay en la mesa.
—No me pasa la comida, y la verdad no estoy acostumbrada a comer tanto —le digo.
—Bueno, entonces cuéntame. Quiero escuchar tus tres condiciones.
—Mire, no le voy a negar que me aterra vivir en su mundo, que estoy muy dolida con todo lo que está pasando, pero la verdad es que quiero aprovechar esta situación para mi conveniencia también. Usted necesita de mí, y ahora mismo yo de usted. La verdad, no sé qué nos depara el destino, pero a veces hay que sortear la suerte. Mi primera condición es que quiero que busque a mi amiga Fátima, la saque de ese lugar asqueroso y la traiga a mi lado.
—No tengo problemas con eso. Apenas salga de esta habitación mando por tu amiga, pero no puedo traerla aquí. Tendrás que encontrarte con ella en otro lugar, hablar con ella, y si está dispuesta a vivir así, pues entonces será bienvenida _asiento.
—La segunda condición es que... yo me caso con usted, pero no por eso va a tocarme así no más, y menos sin mi consentimiento. Su tarea será conquistarme, demostrarme que en verdad me quiere y hacer que yo lo quiera a usted, porque sin amor no me tendrá en su cama. —Soy sincera; yo estaba dispuesta a entregarme a Dionisio porque era mi novio y lo quería.
—¿A él te entregaste por amor? —me pregunta con un tinte de celos.
—Por eso no me quiero entregar a usted sin amarlo, porque no le voy a entregar mi primera vez a cualquiera. El día que lo haga será porque en verdad estoy enamorada. —Su rostro se relaja, medio sonríe y sus ojos brillan.
—No será difícil para mí conquistarte. Me gustas mucho, Angélica, y estoy dispuesto a lo que sea con tal de tenerte. Nunca he estado con una virgen —me dice, pero no le creo esto último.
—Algo difícil de creer, viviendo en el mundo en el que vive usted. Los mafiosos son promiscuos por naturaleza... o bueno, eso es lo que yo he visto en la televisión y he escuchado en muchos comentarios también.
—Ya que estás siendo sincera conmigo y nos convertiremos en esposos, déjame decirte que, a mis veintinueve años, solo he estado con tres mujeres. No me gusta saltar de cama en cama; me siento muy exclusivo para andar revolcándome con una y otra. No me gustan las prostitutas porque se acuestan con varios, y no me gustaría una enfermedad. No tengo nada en contra de ellas, pero a mí no me gustan. Soy fiel y leal; cuando estoy con una mujer es porque me gusta de verdad. La quiero solo para mí, y yo soy solo para ella.
Lo dice muy seguro, y le creo. Se ve que no es el tipo al que le guste mentir; parece muy sincero.
—Mi tercera condición es que quiero que me ayude a encontrar al asesino de mi familia. —Me duele el alma con solo recordar eso—. Quiero saber por qué la mataron y quiénes fueron. Serán las únicas personas que le pida que mate por mí.
—Solo tienes que decirme los nombres de los integrantes de tu familia y, con mucho gusto, hago lo que me pidas. —Y ahí es donde está la falla de mi plan: yo era muy pequeña cuando todo pasó, y aunque recuerde algunas cosas, no recuerdo otras, como los nombres de mis padres. Creo que la situación puso mi mente en shock y me olvidé de muchas cosas.
—No lo recuerdo... —bajo la cabeza, decepcionada de mí misma—. ¿Cómo pude olvidar los nombres de mi familia? Fue algo demasiado traumático para mí, y solo recuerdo que éramos cinco: mis padres, mis dos hermanos y yo. Vivíamos en el sur de Italia, pero no recuerdo nada más.
—¿Tus hermanos eran mayores o menores que tú?
—En verdad no lo sé. Lo único que recuerdo es que yo tenía en ese entonces siete años. Todo pasó de noche; creo que llovía, porque se escuchaban ruidos como truenos o algo así... la verdad no recuerdo bien.
—¿La señora con la que vivías quién es? Tal vez ella sepa algo.
—La señora Berenice me encontró tirada en las calles de Italia. Me recogió, me dio techo, comida, un nombre —porque no recordaba el mío— y trabajo. Ella no es nada mío. Siempre trabajé duro para ganarme todo lo que me dio.
Recuerdo que, así como me brindó su ayuda, también me maltrató y me castigó muchas veces.
—Quiero cumplir con todo lo que me pidas, y lamento mucho lo que le sucedió a tu familia. —Toma mis manos entre las suyas y las besa—. Pero si no me dices los nombres de tus familiares, me es difícil cumplir con la tercera condición. —Es sincero.
—Entonces, por el momento, cumpla con las dos primeras. Espero que pronto logre recordar algo que me ayude con el tema de mi familia.
—Haré todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz. —Vuelve a besar mis manos—. Será muy difícil para mí tenerte cerca y no poder, aunque sea, besarte, pero cumpliré con cada cosa que me pidas.
Me levanto de la silla y él hace lo mismo.
—Trataré de ser una prisionera feliz.
—Tú no eres una prisionera, Angélica.
—Por el momento, así me siento.