Un grupo de extraños, atraídos por razones misteriosas a un pueblo olvidado en las montañas, descubre que el lugar oculta más de lo que parece. El pueblo, en apariencia inofensivo, está marcado por una tragedia oscura de la que nadie habla. Poco a poco, cada miembro del grupo comienza a experimentar visiones y fenómenos que erosionan su sentido de la realidad. Mientras luchan por descubrir si todo es producto de sus mentes o si una entidad maligna acecha, enfrentan la posibilidad de que quizá nunca podrán escapar de lo que desataron.
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Capítulo 2: Sombras en la Noche
Erika se quedó paralizada, incapaz de moverse mientras la sombra se acercaba lentamente. Era como si el aire a su alrededor se volviera denso, cada respiración se hacía más pesada, como si una fuerza invisible la atrapara. La figura oscura era difusa, sin contornos claros, pero había algo en ella que parecía pulsar con vida propia.
De repente, la sombra se detuvo. Erika sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, una mezcla de miedo y curiosidad. Era incapaz de ver un rostro, pero podía sentir que algo la miraba. Su mente comenzó a llenarse de imágenes: un niño riendo en el jardín, una mujer con un vestido blanco, un grito ahogado. Eran recuerdos ajenos, fragmentos de una historia que no era la suya.
“¿Quién eres?” logró preguntar, su voz apenas un susurro. La sombra pareció inclinarse, como si le estuviera prestando atención. Un estremecimiento recorrió su espalda cuando oyó el eco de su propia pregunta resonando en su mente.
“Eres una intrusa,” susurró la sombra, pero no a través de la voz, sino como si la palabra se dibujara en su conciencia. “No deberías estar aquí.”
El terror la empujó a retroceder, pero sus pies parecían pegados al suelo. De repente, un ruido sordo la hizo girar. Era un golpe proveniente de la habitación contigua, seguido por un murmullo lejano, como una conversación distorsionada. Sin pensarlo, Erika se giró y corrió hacia la puerta, abriéndola con un tirón y lanzándose al pasillo.
La mansión parecía cobrar vida a su alrededor. Las tablas del suelo crujían bajo su peso y las sombras se retorcían como si intentaran atraparla. Al llegar a la sala principal, encontró a los demás, ya despiertos y preocupados.
—¿Qué pasó? —preguntó Julia, su voz llena de ansiedad.
—Vi algo… una sombra… me habló —dijo Erika, tratando de contener la temblorosa emoción en su voz. Los demás la miraron con incredulidad.
—Debes haber tenido una pesadilla —sugirió David, aunque su tono era más de preocupación que de desdén. Había visto el terror en los ojos de Erika.
—No, no era una pesadilla. Era real —replicó ella, pero su voz sonó menos segura.
—¿Quieres que vayamos a investigar? —ofreció Tomás, aunque no parecía muy convencido de que hubiera algo que investigar.
Lucía se levantó, apoyándose en la mesa—. Tal vez deberíamos buscar más información sobre esta casa y el pueblo. Quizás haya algo en la biblioteca o en los diarios que explique lo que está pasando.
Los otros asintieron, y aunque el miedo seguía latiendo en el aire, decidieron moverse juntos. Se aventuraron por la casa en busca de respuestas, y mientras exploraban, el ambiente se volvía cada vez más tenso.
La biblioteca, ubicada al final de un largo pasillo, era un laberinto de estanterías polvorientas. Los libros estaban cubiertos con sábanas blancas, como si los objetos estuvieran de luto. Cuando entraron, un frío inexplicable se deslizaba entre ellos. El olor a moho y papel viejo llenaba el aire.
—Busquemos algo que nos explique la historia de la mansión —dijo Lucía, mientras se acercaba a una estantería y comenzaba a revisar los títulos.
Erika se movía inquieta, sus ojos recorriendo el lugar, como si esperara que algo apareciera en cualquier momento. Fue David quien encontró un diario en la parte más alta de una estantería. Se subió a una silla y lo alcanzó, abriendo sus páginas amarillentas con cuidado.
—Miren esto —dijo, levantando la vista hacia el grupo—. Parece ser de la última dueña de la mansión.
Las páginas estaban escritas con una caligrafía temblorosa, llena de angustia y desesperación.
“No puedo dormir. Escucho susurros en la noche, y las sombras se mueven a mi alrededor. Me observan y siento que se llevan a mi familia uno por uno. No puedo dejar que me atrapen. No puedo.”
El ambiente se volvió denso y opresivo. Todos intercambiaron miradas, y un escalofrío recorrió la espalda de Erika. Las palabras parecían resonar en sus mentes, un eco de advertencia.
—Esto no es bueno —murmuró Lucía, tratando de asimilar la información.
Mientras leían más pasajes, Erika sintió que la sensación de ser observada regresaba. Las sombras en las esquinas parecían moverse con vida propia, y los susurros comenzaron a entrelazarse con los pensamientos de la mujer en el diario. De repente, una risa infantil resonó a través de la biblioteca, un sonido claro y puro que contrastaba con la oscuridad del lugar.
—¿Escucharon eso? —preguntó Erika, su voz temblando.
—¿Qué cosa? —respondió David, intentando mantener la calma.
—Esa risa… no puedo ser la única que la escuchó. —Su mirada se movió de un lado a otro, esperando que alguien más confirmara lo que ella sentía.
—Debemos irnos de aquí —dijo Tomás con firmeza—. Esto se está volviendo extraño.
Pero antes de que pudieran decidir, la puerta de la biblioteca se cerró de golpe. El sonido del crujido resonó como un trueno. Todos se giraron, atrapados por la sorpresa.
—¿Qué fue eso? —preguntó Julia, su voz elevándose en pánico.
—¿Están todos aquí? —dijo Erika, haciendo un rápido recuento. —¿Dónde está Lucía?
En ese momento, el suelo tembló ligeramente, como si algo bajo ellos se moviera. La luz de la lámpara comenzó a parpadear, y las sombras se alargaron en la habitación. El frío se intensificó, haciendo que todos se agruparan más cerca, buscando consuelo en la proximidad del otro.
—¡Lucía! —gritaron a la vez, pero no hubo respuesta.
De repente, una voz suave y casi melodiosa comenzó a fluir desde las sombras. “Eres parte de nosotros ahora, Lucía… ven…”
El grupo miró hacia las esquinas de la biblioteca, donde las sombras parecían cobrar vida, extendiéndose y retirándose, como si un pulso invisible las moviera. Los ecos de la risa infantil se mezclaron con esa voz, y Erika sintió que el miedo la consumía.
—Debemos salir de aquí —gritó David, corriendo hacia la puerta, solo para encontrarse con que estaba cerrada con fuerza. Golpeó con desesperación, pero nada se movía.
Erika miró a Tomás, quien tenía una expresión de terror en su rostro. —No podemos quedarnos aquí. Esto no es un juego.
Las luces parpadeaban más intensamente, y las sombras parecían acercarse, envolviendo al grupo. Erika tomó la mano de Tomás, mientras David seguía golpeando la puerta, frustrado y asustado. La sensación de opresión aumentaba, como si el aire se volviera más pesado.
—Lucía… —llamó Erika con voz temblorosa, pero no había respuesta.
De repente, un grito desgarrador llenó la habitación. No era humano, sino un sonido gutural y sobrenatural que resonó en sus mentes. Las luces se apagaron, sumiéndolos en la oscuridad más absoluta.
En la penumbra, Erika pudo ver una figura acercándose. No era la sombra anterior; era más concreta, más densa. La presencia era poderosa, y el miedo se apoderó de ella.
“No pueden irse.”
La voz resonó en su mente, y Erika sintió que su voluntad comenzaba a desvanecerse. Las sombras se acercaban, disolviéndose en el aire frío, y la figura se alzaba, tomando forma. Los ojos de la criatura brillaban con un rojo intenso, y sus garras largas y afiladas parecían estar listas para atraparlos.
Erika sabía que debían actuar rápido, pero la oscuridad parecía paralizarlos. La criatura avanzaba, y el terror los invadió. Solo quedaba un pequeño instante para escapar de esa noche aterradora.
Con un último esfuerzo, Erika gritó: —¡Atrás! ¡Salgan de aquí!
En ese instante, el aire tembló y una luz intensa iluminó la habitación. Todo se volvió borroso, y el grupo se encontró empujado hacia la puerta. Con un estallido de fuerza, la puerta se abrió, y todos salieron corriendo, dejando atrás el horror de la biblioteca.
con tal no le pase nada
Desde el primer instante me tiene al filo de la butaca.
Solo una duda que pasa con el hermano de Erika desde el momento en en qué liberan al ser de luz deja de salir en la trama del libro.
Y que pasa con los compañeros que van con Erika a la expedición.