Elena crece sola, sobreviviendo en un mundo de tiburones. Un amor inmenso por los motores el cual le transmitió su padre, Mecánica Angel a diario lucha por liderar un mercado dominado totalmente por hombres.
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Elena
A los 16 años quede huérfana al cuidado de Susan, mejor amiga de mis padres. Mis padres tenían familia, pero cuando se juntaron en contra de su voluntad ellos les dieron la espalda, si ellos no quisieron participar en nuestra vida en su momento yo no los buscaría ahora.
Al comienzo la tuvimos difícil no creían que era capas de arreglar un motor recibimos muchas burlas hasta que una mañana de domingo una mujer desesperada golpeo nuestra puerta requiriendo ayuda porque su auto se le había quedado varado y necesitaba seguir su camino, pero obviamente nadie quería ayudarla en ese mismo momento, esa fue la primera oportunidad que tuve de mostrar que podía lograrlo. Cuando abrí la puerta y me presente ofreciendo mi servicio ella me miró escéptica, pero no tenía más opciones y acepto que mirara su auto.
No daba crédito a la rapidez con la que di solución a su pequeño problema, no arrancaba por una falla eléctrica, uno de sus cables se había desconectado impidiendo el arranque del motor por falta corriente.
Se fue muy agradecida por la pequeña ayuda, cuando quiso pagar mis onorarios le dije que era suficiente dando a conocer mi pequeño taller, con gusto dijo que lo haría incluso en sus redes sociales.
El tiempo fue transcurriendo teníamos días buenos y días no tanto, pero al par de meses teníamos un cliente casi a diario, así fuimos siendo conocidas en nuestro barrio y poco a poco la palabra se corría los clientes eran muchos más y no daba abasto, debiendo contratar nuestro primer empleado Julio, un hombre mayor que por su edad no era contratado y le dimos una oportunidad. Era respetuoso y muy agradecido, con su amplia experiencia sumamos más clientes aún. Se volvió mi mano derecha, me brindaba consejos los cuales agradecía enormemente. El tiempo siguió su curso y pronto debimos mudarnos a un espacio más amplio dando inicio a una nueva construcción de nuestra casa y un nuevo taller que llevo por nombre "Mecánica Angel". En honor al legado de mi padre.
Finalmente, era mayor de edad, se me abrió un mundo de nuevas oportunidades accedí a los bancos como dueña de mi pequeña empresa la cual iba en crecimiento logrando así acceder a herramientas más sofisticadas para los nuevos autos. Constantemente nos capacitamos en nuevos cursos tecnológicos para arreglos de autos computarizados, ya que era lo que muchas veces nos requerían.
Fuimos creciendo más y más obteniendo prestigio más clientes y, por lo tanto, nuestro equipo de trabajo se multiplicó. Para mejorar nuestras habilidades no solo trabajamos en equipo, sino que constantemente nos desafiábamos para ver quien era mejor y esa era una manera de competir y mejorar aún más.
Celebrábamos un año más de crecimiento y el final de la obra completa de nuestra casa y taller. Susan fue la encargada del cuidado y abastecimiento de nuestra gran casa o como ella le decía la casa de nuestros sueños.
Amigos que se iban otros que llegaban promesas rotas y jornadas largas de trabajo donde no faltaba quien quería aprovecharse, así transcurrió el tiempo y " Mecánica Ángel "obtuvo el mayor de los prestigios siendo reconocida en todo el país.
No solo eran reconocidos por poseer los mejores mecánicos sino por su cordialidad amabilidad y responsabilidad, era un orgullo poder pertenecer a ese equipo de trabajo que fue conformándose con el pasar de los años.
Julio estaba cansado y necesitábamos un nuevo mecánico que estuviera a la altura, así comenzó nuevamente la travesía la búsqueda del nuevo mecánico.