Novela finalizada. Escribo con amor, por lo que espero lo mismo de ustedes.
Gracias por leer ♥️
NovelToon tiene autorización de Jess Queen para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Cap 20
Ahora eres una Bulgari.
(Capitulo largo) para compensar el infarto que les cause anteriormente.
El sonido insistente de mi móvil me despierta. Apenas abro los ojos, todavía agotada por el almuerzo que terminó siendo una gran fiesta. Sé que es muy temprano y necesito descansar, así que decido ignorar la llamada. Si es importante, volverán a llamar.
El teléfono vuelve a sonar, esta vez con más insistencia. Las llamadas provienen de Emilie y Eliot. ¿Qué demonios...? ¿Les habrá pasado algo? Estoy a punto de devolverle la llamada a Emilie cuando veo su nombre en la pantalla, marcando otra vez.
—¿Eliot? ¿Están bien? ¿Qué pasa? —Lo escucho sollozar al otro lado, mientras Emilie le grita, lanzando insultos que no alcanzo a entender. —Cálmate y dime qué está pasando.
—Te fallé, Sam, te fallé... —Eliot apenas puede hablar entre sollozos—. Salí a tomar algo con Derek, me emborraché y... se me escapó. Le dije que estás embarazada. Ahora lo sabe y está como loco. —Hago silencio, tratando de procesar lo que acaba de decir—. Lo siento, no era mi intención.
Escucho a Emilie reprender a su esposo y tomar el teléfono.
—Sam, cariño, ¿estás ahí? ¿Qué quieres que hagamos? Dime algo.
—¿Cómo está la situación en Texas? —Logro preguntar, sintiendo un nudo en la garganta.
—Un completo caos —suspira Emilie—. Derek canceló la boda, les dijo a todos que esperas a su hijo, y Margaret casi explota de la rabia, pero insistió en que Derek te busque "por el bien de la familia". Lo siento, Sam, no debí dejar que Eliot fuera a beber con Derek. Está destrozado ahora, pero recuerda todo. ¿Aún quieres que vayamos contigo?
Escuchar a Emilie tan rota me rompe el corazón.
—Por supuesto, lo hecho, hecho está. Ya veré cómo resuelvo este problema.
Sé que tengo que enfrentar esta situación lo más rápido posible, por mi salud mental y por el bienestar de mi bebé. Esto no puede esperar.
—¿Volverás a casa? —pregunta con la voz quebrada.
—No, iré a Texas. Espérame en tu casa y, por favor, tranquiliza a Eliot. No lo hizo con mala intención, así que deja de ser tan dura con él.
—Está bien... Supongo que hablarás con Derek.
—Sí, amiga. Es mejor que hable con él antes de que la bruja de Margaret monte un escándalo.
—De acuerdo, cariño. Te esperamos.
Cuelgo la llamada y me levanto de la cama, con el corazón pesado. Tengo que buscar a Klaus, aunque sé que son apenas las seis de la mañana y me avergüenza despertarlo, pero es urgente que me marche lo antes posible. Margaret no es de las que se quedan quietas, y sé que no está feliz por tener un nieto, sino por el dinero que él representará.
Golpeo suavemente la puerta de la habitación de Klaus. No responde. Vuelvo a golpear, y segundos después la puerta se abre, revelando su rostro sorprendido.
—¿Cariño, por qué tienes esa carita tan triste? ¿Estás bien?
Se acerca y limpia mis lágrimas con sus pulgares antes de abrazarme con fuerza.
—No, no estoy bien —digo, negando con la cabeza—. Tengo que ir a Texas. El padre de mi hijo se enteró de que estoy embarazada, y debo ir a enfrentar la situación. ¿Me prestarías tu jet? Necesito viajar urgentemente.
—Todo lo que tengo es tuyo, cariño. Haré los arreglos. Ve, dúchate y tranquilízate. Iré por ti en un momento.
Regreso a mi habitación, con el corazón hecho un nudo y una mezcla de emociones que amenaza con desbordarse. Lo primero que veo al entrar es la bella cuna que me obsequió el padre de Klaus. Sus detalles delicados, cada tallado, me recuerdan la calidez con la que me han acogido en esta familia. Las bolsas con ropita y juguetes, regalos de las hermanas de Klaus, están esparcidas por la habitación, llenas de colores suaves y promesas de un futuro feliz para mi bebé.
En un solo día, me han integrado en su mundo, me han abrazado como si fuera una más de ellos. Me han hecho sentir querida, segura. Pero ahora, todo eso se siente frágil, a punto de romperse por la realidad que me espera en Texas. ¿Cómo pude pensar, siquiera por un momento, que este nuevo comienzo sería tan fácil? Las lágrimas empiezan a correr por mi rostro, y no puedo detenerlas.
Entro al baño, deseando que el agua caliente de la ducha pueda lavar la confusión y el miedo que me invaden, pero no lo logra. Me ducho rápidamente, sintiendo el peso de cada gota como una carga que no puedo sacudirme. Mi mente está nublada, y aunque trato de mantenerme firme, el llanto no cesa.
Al salir, tomo una maleta prestada del clóset. Empiezo a guardar lo más necesario, pero cada prenda que doblo, cada artículo que meto en la maleta, se siente como una despedida, como si estuviera dejando atrás algo precioso, algo que quizás no recuperaré. No dejo de llorar, no por Eliot, porque sé que en su sano juicio él jamás hubiera traicionado su promesa. Conozco a mi amigo, sé que sus palabras fueron soltadas por la traición del alcohol y no por voluntad. Pero aun así, duele. Duele porque sé que lo que ha pasado no tiene vuelta atrás.
Hay un dicho que dice que las mentiras tienen patas cortas y que la verdad, tarde o temprano, sale a la luz. Me pregunto si realmente pensaba que podría mantener este secreto por siempre, que podría proteger a mi hijo de la realidad que es su familia paterna. Derek, el hombre que alguna vez pensé que amaba, ha cancelado su boda. ¿Cómo puedo siquiera procesar eso? Ha enfrentado a su madre por nuestro hijo, algo que jamás imaginé que haría. Pero el verdadero problema no es él, es su estúpida familia.
Margaret, su madre, siempre me ha mirado como si no fuera más que un estorbo, una amenaza para su mundo perfecto. Y ahora que sabe que estoy esperando un hijo de su hijo, puedo imaginar cómo estará maquinando, buscando maneras de deshacerse de mí o de arrebatarme a mi bebé. Thomas... necesito a mi abogado. Necesito estar preparada para cualquier cosa que esa vieja tramposa intente. Sé que buscará las mil y una formas de sacarme dinero o, peor aún, de quitarme a mi hijo. Y eso sí que no lo pienso permitir.
Apenas termino de guardar lo esencial, llamo a Thomas. Agradezco que conteste enseguida, su voz firme me da un poco de la seguridad que necesito en este momento. Lo pongo al tanto de la situación y, para mi suerte, está en Nueva York en este momento. Me asegura que todo estará bien, que él y su equipo estarán en Austin en unas horas, listos para enfrentarse a lo que venga.
Mientras cuelgo el teléfono, me siento un poco más tranquila, pero el miedo sigue ahí, latente. Tengo que ser fuerte, no solo por mí, sino por mi hijo. Este pequeño ser que ya amo más de lo que jamás imaginé, merece una vida llena de amor y seguridad, lejos de las manipulaciones de la familia de Derek. Me seco las lágrimas y cierro la maleta, sabiendo que la batalla apenas comienza.
Unos golpes suaves en la puerta me sacan de mis pensamientos. Bajo la maleta de la cama, lista para partir, pero al abrir la puerta, no es Klaus quien está afuera. María y sus dos hijas, Ariadna y Briseida, están allí, vestidas impecablemente y con rostros marcados por la tristeza. Claramente, Klaus les ha contado el motivo de mi partida apresurada.
—Pequeña, ya deja de llorar —dice María mientras entra a la habitación, sus palabras llenas de una ternura que me desarma—. Le haces daño a tu pequeñito, él siente todo lo que sientes tú, y le puede hacer mal a ambos.
Las hermanas entran tras ella, y aunque no dicen nada, sus miradas están cargadas de preocupación. Ariadna y Briseida se acercan a mí, cada una a un lado, frotando suavemente mi espalda y mis brazos, intentando consolarme mientras las lágrimas siguen fluyendo sin control.
—No estás sola, querida. —La voz de María es firme, pero amable—. Cuéntame todo con detalle. ¿Quién es esa familia? ¿Qué te espera al llegar?
Siento una punzada de vergüenza al pensar en lo que estoy a punto de confesar. Nunca había hablado de esto con alguien fuera de mi círculo más cercano. Pero algo en la mirada de María me invita a confiar, a soltar todo lo que llevo dentro. Comienzo a relatar desde el principio, desde mi matrimonio con Derek hasta el doloroso proceso del divorcio. A medida que hablo, la tristeza y la frustración se mezclan, y es imposible contener el llanto.
Ariadna y Briseida no me dejan sola ni por un segundo, sus caricias en mis brazos me brindan un consuelo inesperado. Pero lo que más me sorprende es la expresión en los rostros de las tres mujeres. No es lástima lo que veo, sino contención, como si estuvieran listas para compartir mi carga.
Cuando termino, María guarda silencio por un momento, asimilando lo que acabo de contarle. Luego, con una calma que solo una mujer sabia puede tener, me dice:
—Cariño, tienes un gran problema de aquí en adelante que debes enfrentar con valentía. No tienes una pareja estable, vives una vida muy ocupada y viajas mucho. Ellos usarán esa información para perjudicarte.
Sus palabras me impactan, aunque ya lo sabía, escucharla poner en palabras mis temores hace que la realidad sea aún más abrumadora.
—Lo sé —respondo, con la voz temblorosa—, pero no entiendo por qué me lo dice.
María me sonríe, una sonrisa cálida que me transmite calma en medio de esta tormenta. Sus ojos, llenos de comprensión, reflejan una fortaleza que me hace sentir segura, como si todo fuera a estar bien.
—Cariño, somos una familia unida. Primero que todo estamos nosotros y después el mundo. Ahora eres parte de esta familia, y no te dejaremos sola, ni a ti ni a tu bebé. —María toma mi mano con firmeza, sus palabras son un ancla en este mar agitado—. No le niegues el derecho a ese hombre de ser padre, pero te aconsejo que hagas las cosas bien. Puede ser que con su hijo sea distinto.
Me sorprende la sabiduría en sus palabras. Sé que Klaus me ha contado sobre las dificultades que María enfrentó en su vida, y saber que, a pesar de todo, ella es tan fuerte y llena de amor, me da un rayo de esperanza.
—Estoy segura de que Klaus te contó por lo que yo tuve que pasar —continúa María, sus ojos se oscurecen brevemente al recordar—. Y no fue fácil. Pero tú nos tienes a nosotras y a mi hijo. No estás sola en esto.
Sus palabras me tocan profundamente, llenando un vacío que ni siquiera sabía que estaba allí. Por primera vez desde que todo esto comenzó, siento que no estoy sola, que tengo a alguien en quien apoyarme. No solo por mí, sino por mi bebé, por ese pequeño ser que ya es amado por esta familia.
Me permito llorar de nuevo, pero esta vez es diferente. No son lágrimas de desesperación, sino de alivio. Sé que la batalla que me espera no será fácil, pero también sé que no la enfrentaré sola. Con la fuerza de estas mujeres a mi lado y el apoyo incondicional de Klaus, siento que puedo enfrentar cualquier cosa.
—Gracias, María. Gracias por todo.
Asiente, pero esta vez su rostro expresa algo más. Enojo.
—Vendremos contigo. Somos una familia poderosa, y ellos no se comparan con nosotros. —La voz de María es firme, pero no agresiva. Sus palabras caen con el peso de la verdad—. Tú eres una de las mujeres más influyentes en el mundo empresarial, y mi hijo también lo es. Si intentan darte pelea, tendrán que enfrentarse a todos nosotros. Que sepan que ya no estás sola, que ahora tienes a alguien que te cuide y te defienda. Y si hace falta, yo misma me enfrentaré a esa mujer. Eres la novia de mi hijo, y eso te convierte en una hija más para mí.
La declaración de María me toma por sorpresa, dejándome sin palabras. No esperaba este tipo de apoyo. Creía que nos despediríamos hasta que todo se resolviera, que cada uno seguiría su camino. Pero la realidad es muy diferente a lo que imaginé.
Las palabras de María logran atravesar la barrera que he construido alrededor de mis emociones. Siento un calor inesperado en mi pecho, un calor que no había sentido en mucho tiempo. La calidez de una familia, algo que pensé que había perdido para siempre.
—María... — murmuro, intentando procesar lo que acaba de decirme—. No sé qué decir...
Ella sonríe suavemente, su expresión cargada de comprensión. —No tienes que decir nada, Sam. Solo quiero que sepas que estamos aquí para ti. No tienes que enfrentarte a esto sola.
Su voz es tan sincera, tan segura, que por un momento todas mis dudas se disipan. No estoy sola. Esa idea, que siempre había parecido lejana e irreal, ahora se siente tangible. Y esa sensación me da fuerzas, me permite respirar un poco más fácil.
—Gracias... —respondo, aunque sé que esas palabras no bastan para expresar lo que realmente siento—. Gracias por estar aquí, por... por todo.
María asiente, y sus hijas, que hasta ahora habían permanecido en silencio, se acercan para rodearme en un abrazo. Es un gesto simple, pero lleno de significado. Es como si me estuvieran diciendo que, pase lo que pase, no me dejarán sola.
Y por primera vez en mucho tiempo, siento que no tengo que cargar con todo el peso por mí misma. Que, aunque el camino que tengo por delante será difícil, no lo recorreré sola.
—Vamos, tenemos un largo viaje por delante —dice María con suavidad, guiándome hacia la puerta.
Mientras salgo de la habitación, me doy cuenta de que la incertidumbre y el miedo siguen ahí, pero también hay algo más. Una pequeña chispa de esperanza, de que, pase lo que pase, saldré adelante.
—Nosotras también iremos, no vamos a dejarte sola tampoco, además queremos conocer a tu amiga Emilie, sentimos que con todo lo que nos contaste sobre ella vamos a hacernos grandes amigas también. —Dice Ariadna sonriendo.
Octavio y Klaus ya estaban en la entrada esperando por nosotras, pero me pierdo en esos ojos oscuros que me miran con cariño.
—Estamos listos para partir, cariño. — detrás se ve un helicóptero acercarse y no me sorprende, es la forma más rápida de llegar al avión. — Toda la familia ira contigo, bueno todos menos la abuela, ella tiene cosas que hacer aquí.
La anciana se acerca por detrás y deja su mano en mi hombro para despedirse, esta con su ropa de cama y una bata haciendo juego, pero lejos de parecer que acaba de despertar, como su hija y sus nietas, luce perfecta.
—Mucha suerte cariño, espero verte muy pronto y quiero que sepas que tienes todo mi apoyo también. Todo estará bien, nosotros te cuidaremos. —Besa mis mejillas mientras el Helicóptero aterriza en el jardín.
—Gracias abuela, nos veremos pronto.
—Cuida al torpe de mi nieto, pequeña ya mi biznieto postizo también. —Acomoda el dije que me regalo cuando llegue aquí. — Eres una Bulgari ahora.
Bueno, espero haberlas complacido con este capitulo largo, quiero aclarar que esta novela no sera lo que todos esperan que sea, habra lagrimas, se enojaran y se reiran. Mis novelas no son las tipicas cliché porque me resulta aburrido y embarazozo. Siempre buscare la forma de innovar y de mejorar mi escritura, en cada una de mis historias busco superarme y se cuales son mis capacidades para complacerlos. No se enojen y relajense, que prometo no decepcionar.
Gracias por los comentarios! no olviden dejar su Like y si pueden califiquen la novela para que sea vista por el editor y puedan dale una mejor visualizacion en la plataforma.
besos... Jess