Eric, Una Pasión Sin Medidas.

Eric

Luego de esa humillación Cristián yo nos separamos en la puerta de la universidad, Cristián tenía algunos asuntos de familia que resolver, llegue hasta uno de los bancos del patio y me senté con la cabeza agacha.

Sentí como alguien se sentó a mi lado.—Hola mi nombre es clara y puedo decir con toda seguridad que lo que te hizo Victoria fue caer muy bajo!!.—Para luego escuchar una voz muy dulce y suave decir aquellas palabras.

—Hola mi nombre es Eric, y lo siento mucho, pero no tengo ganas de hablar con nadie por ahora.— Le dije cortante, sé que no era su culpa, pero de verdad no tenía ganas de hablar con nadie.

— Sí te entiendo, pero te invito un café o un helado, lo que tú quieras, pero no te voy a dejar solo!!. ¿Me acompañas?. Además podríamos hacernos amigos. ¿Qué dices vamos?.

Como decirle que no a ese par de hermosos ojos verdes tan hipnotizantes.— Está bien vamos... Solo que yo invito!!.—Sentencie.

— Muy bien vamos entonces.—Se le dibujó una tierna sonrisa en su delicado rostro.

Comenzamos a caminar hacia un café que está enfrente de la universidad, pero antes de poder llegar se nos aparece Victoria junto a sus amigas.

—Ah h... Miren chicas los dos pobretones de la escuela se han juntado. ¿No son la pareja ideal?. Mientras las amigas de ella se reían y le daban la razón.

#Sofí y #Aby— Son tal para cual... los une el nivel social ja, ja, ja.

— Vámonos — Tomé del brazo a clara sacándola de ese lugar y llevandola arrastras conmigo hasta donde tenía mi auto.—Súbete!!.

— ¿Estás loco?. Yo no me voy a robar ningún auto!!.— Dijo abriendo los ojos como el dos de oro.

— No lo estoy robando... Es mío.

—¿Cómo?.—Vi su cara de ¡NO TE CREO!.

—Súbete y te explico.— No me quedaba de otra más que contarle la verdad.

Aún con un poco de desconfianza se subió en el auto. — Bueno te escucho.

—¿Sabes?. No tengo por qué contarte nada!!.— Sé que le había dicho que se lo explicaría, pero no quería que en la universidad me trataran diferente o con hipocresía solo por lo que tengo.

—Pero tu dijis...— No la deje terminar.

—Fue un regalo de mis padres.

— Que buena onda de tus padres, debieron haberse sacrificado mucho para poder regalarte este auto, se nota que cuesta mucho.

— Ajamm.— Solo le aseguré eso y seguí manejando hasta llegar a mi restaurante favorito.

— ¿A dónde vamos?.— Clara trataba de seguirme el paso corriendo al lado mío.

— Vamos a almorzar.—Le dije llegando a las escaleras del gran restaurante.

—Estás loco!!... Aquí solo viene gente con mucha plata, a nosotros nos van a correr ni bien pongamos un pie en la puer...— Entramos y uno de los camareros nos recibió rápidamente.

—Hola joven, De inmediato le preparamos su sala.— El camarero estaba blanco pensó que se les había pasado mi reservación.

— No hace falta, vine sin reservar.—Mire sereno al camarero para darle un poco de tranquilidad.—Comeremos en cualquiera de todas las mesas.

—Está bien joven si así lo desea, los acompaño a su mesa.—El camarero nos dio una de las mejores mesas, le pedí lo mejor del menú de hoy, este anoto todo y se retiró para dejarnos a solas. Para todo esto Clara miraba incrédula todo lo que pasaba delante de sus ojos.

—Por lo que veo, tú no eres ningún chico pobre!!.—Luego de no sé cuanto por fin volvió a hablar.

— No, la verdad es que no. No soy un chico pobre, provengo de unas de las mejores familias de la ciudad, pero no quería que nadie supiera mi verdadero origen para no tener que lidiar con los hipócritas y demás.

— Sí, debe ser complicado saber quienes se acercan a ti por cariño o quienes lo hacen solo por intereses.

—Si, por tal motivo quiero pasar desapercibido por todos esa manga de idiotas.

Un silencio nos invadió, en eso vino el camarero con nuestro pedido.—Que lo disfruten…— Dicho esto volvió a retirarse.

Entonces Clara volvió a hablar.— Creo que si Victoria supiera que tienes tanto dinero ella querría volver de nuevo contigo.

—No me interesa esa clase de mujeres interesadas, arribistas, viendo que le pueden sacar a uno. No gracias paso!.

—Si eso es lo que quieres, te aseguró que tu secreto está a salvo conmigo.—Dijo esto y me sonrió de una manera tan linda.—Lo prometo.

—Muchas gracias, de verdad te lo agradezco.

Luego de un par de horas entre risas y mucha charla por fin volvimos al campus, todas las miradas estaban puestas en nosotros, pero ignoramos esos ojos metiches y cada uno se despido del otro con un abrazo y un beso en la mejilla.