Cuatro Estaciones Para Nuestro Amor

El frío del salón no se sentía en esa mesa, la sangre caliente en las venas de Carlos lo hacían recordar que estaba vivo y su mirada sobre el rostro de Sara, también la hacían palpitar llena de emociones.

_ Dígame entonces como prefiere que lo llame. Dijo Sara bajando sus lindos ojos.

_ Solo Carlos, así quiero que me llames. De ese modo podemos adquirir más confianza y permitir que cada situación tome el rumbo que debe.

_ De acuerdo, pero con una condición, dijo Sara buscando la mirada de Carlos. Estoy de acuerdo en conocernos, no voy a negar que es usted un hombre capaz de impresionar a cualquier mujer y no soy yo la excepción, su trato gentil me hace sentir bien estando a su lado, pero recuerde que estoy buscando en lugar de trabajo en su empresa, por eso quiero pedirle tres cosas, primero, que no intervenga en la decisión del área correspondiente a la contratación, es decir, si ellos me consideran capacitada deben otorgarme el lugar sin ninguna presión. Dos, si llego a quedar dentro de su empresa, el trato entre nosotros debe ser igual que con cualquier otro empleado, es decir, el resto de los empleados no tienen por qué saber de nuestra amistad fuera de la empresa. Y tres le suplico honestidad, le aseguro que de mi parte siempre la recibirá, pero exijo lo mismo, no me gustan las mentiras y no estoy dispuesta a perdonarlas, así que si en algún momento usted ya no está cómodo con mi cercanía o le parece que se equivocó al buscar mi atención, le suplico que sea honesto y me lo diga, por favor no haga nada que pueda ofenderme o dañarme porque eso sería muy difícil para mí. Está de acuerdo?

_ Lo ves Sara, eres la persona más madura y especial que he conocido, acepto tus condiciones y te aseguro que jamás te arrepentirás de darme está oportunidad. Entonces desde este momento podemos romper el hielo y comenzar una amistad sincera.

_ Así será, aunque no bebo, brindemos con agua por nuestra nueva amistad, dijo Sara con una alegría singular en su rostro.

Las horas pasaron y tuvieron que volver a casa, al día siguiente ambos tenían ocupaciones y ya era bastante tarde para los dos.

Al pasar a dejarla en su casa, Carlos observo que el frío en el cuerpo de Sara quedo penetrado a causa de la velocidad en el carro descubierto que no le brindo ninguna protección, por ello al bajar lo primero que hizo fue ponerle el su propio abrigo, al sentir el olor del perfume guardado en aquel abrigo, Sara respiro profundo tratando de absorber todo el aroma posible.

_ Ahora me voy para que descanses, quédate el abrigo para que no te enfríes más le susurro Carlos por la espalda muy cerca del oído, esto contrajo sus hombros llenos de un escalofrío excitante, con los ojos avergonzados volteo de frente a él para despedirse.

_ Está bien, te lo llevaré la siguiente vez que te vea, ve con cuidado, en ese momento Carlos se agachó hacia ella y depósito un dulce beso en su mejilla, el deseaba con todas sus fuerzas dárselo en la boca, pero contuvo sus ansias y opto por conformarse con el gran avance que tuvo ese día, no quiso echar a perder su esfuerzo por un arrebato.