Mi nombre es Alexander Dy Galyz, hijo mayor de Violeta de Dy Galyz, más conocida como "La Rosa Negra", la poderosa y enigmática líder colombiana radicada en Monza, Italia. Soy consciente de que mi historia está entrelazada con la de mi madre, una mujer que ha dejado una huella indeleble en el mundo, tanto en su vida personal como profesional.
A mis 24 años, soy ingeniero de sistemas, y con ello, el sucesor de un legado que mi madre ha construido con esfuerzo, sacrificio y una inteligencia que la ha convertido en una mujer respetada y temida por igual. Mi madre, a sus 41 años, ha logrado lo que pocos pueden imaginar: ha creado un imperio en Italia y ha conseguido un respeto absoluto en los círculos más altos de la sociedad.
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Preparativos para la Batalla
La situación con Juan Rodríguez y su alianza con el grupo del Golfo no era algo que pudiéramos tomar a la ligera. Sabíamos que regresaríamos a un terreno peligroso, y aunque teníamos confianza en la fortaleza de mi madre, no podíamos arriesgarlo todo sin estar preparados. Las piezas del tablero se movían, y nosotros estábamos listos para dar el siguiente paso.
Junto a Enzo, organizamos a nuestros hombres de confianza, aquellos que siempre han estado a nuestro lado y que conocen bien el terreno. La seguridad era primordial. Con ellos, establecimos un plan claro: asegurarnos de que nuestra llegada a Medellín fuera discreta y sin sobresaltos.
Para ello, recurrimos a alguien en quien confiábamos profundamente: mi tío Samuel. Él es uno de los pocos que conoce todos los rincones de Colombia, y no solo eso, sino que tiene la capacidad de moverse en las sombras y hacer que las cosas sucedan sin que nadie se entere. Lo llamé para pedirle que se encargara de los detalles logísticos y de seguridad. Necesitábamos que nos organizara una mansión en El Poblado, en Medellín, un lugar estratégico y alejado de los focos de atención, donde podríamos tener tranquilidad y resguardarnos antes de enfrentarnos a lo que nos esperaba.
La mansión debía ser perfecta: con acceso controlado, cámaras de seguridad, y un equipo de seguridad local dispuesto a todo para asegurarse de que nadie se acercara sin nuestro permiso. Samuel se mostró dispuesto a ayudarnos, como siempre lo ha hecho, y se encargó de preparar todo lo necesario para nuestra llegada.
Además, le pedí que estuviera atento a nuestro encuentro en el aeropuerto. Sabíamos que nuestra entrada en Colombia no pasaría desapercibida, y aunque el aeropuerto de Medellín contaba con una zona privada para personalidades importantes, teníamos que asegurarnos de que todo estuviera bajo control. Samuel debía coordinar con sus hombres para tener todo listo cuando aterrizáramos, garantizando que nadie nos siguiera ni nos hiciera sentir vulnerables en ese primer momento.
Enzo y yo nos sentamos a revisar cada detalle, asegurándonos de que todo estuviera bajo control. El regreso no sería fácil, pero sabíamos que con el apoyo de las personas en las que confiábamos y la fuerza de nuestra familia, nada nos detendría. La Rosa Negra regresaba a Colombia, y esta vez, con su hijo a su lado, no habría quien pudiera separarnos.
A medida que los días se acercaban al regreso a Colombia, la presión comenzaba a acumularse en mis hombros. Mi mente no dejaba de darle vueltas a los planes, a cada detalle, a cada posible amenaza que podría surgir en el camino. El regreso de Juan Rodríguez, un hombre que había destrozado la vida de mi madre y que ahora buscaba lo que nunca obtuvo, me tenía inquieto. Sabía que este hombre solo buscaba poder y control, y no podía permitirme que su presencia interfiriera en nuestro regreso.
Me sentía cada vez más incómodo con la idea de que Juan Rodríguez estuviera a punto de aparecer en nuestra vida de nuevo. No solo porque fuera un enemigo de mi madre, sino porque su salida de la cárcel, tras 18 largos años, indicaba que venía con intenciones más oscuras, más calculadas. Sabía que sus movimientos en la cárcel durante todo ese tiempo podrían darnos pistas sobre lo que estaba planeando ahora. Necesitaba saber todo sobre él, su historia reciente, sus contactos, sus aliados. Todo.