Continuación de la novela La esposa del emperador...
Marcos ha conocido a la mujer que va a ser su emperatriz y hará todo para tenerla a su lado.
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Epilogo de La esposa del emperador
Hoy es mi cumpleaños número veinte, mis padres han estado organizando una gran fiesta para mí. No solo para festejar mi cumpleaños, sino también para darme por fin el trono.
Sé que todavía soy joven y mi padre tiene mucho tiempo por delante en su vida, pero él esta algo cansado y quiere disfrutar de lo que le queda de vida junto a su esposa, mi madre. Es increíble como fue el cambio de ella, cuando era un niño, apenas y me dejaba verla de lejos, pero luego de su accidente, el cual mucho tiempo después descubrimos que en realidad fue culpa de su hermana, su personalidad cambio radicalmente.
Su trato conmigo, fue distinto, tanto que hasta me salvo de un maestro que me castigaba físicamente, en aquel entonces, y yo no le decía a mi padre por miedo a que el maestro tome represalias conmigo. Desde ese momento, amo con todo el alma a esa mujer. Se ha transformado en mi modelo a seguir y cuando me encuentro con una mujer que quiere cortejarme, si no es de carácter fuerte como ella, pero noble, sin trampas ni delirios de grandeza, me alejo lo más posible para evitar dolores de cabeza.
Eso me ha traído fuertes problemas con las mujeres jóvenes del imperio, ya que todas tratan de atraer mi atención y ninguna lo ha logrado, por lo menos hasta el momento.
Mis padres hasta el momento no han dejado de amarse ni un solo segundo. Claro que han tenido sus problemas, como toda pareja, sin embargo, mi padre sabe como distraer a mi madre de las discusiones.
Hace unos años, en una conversación que estaba escuchando, sin que nadie se diera cuenta, entre mi padre y el tío Cristian, me enteré como es que mi padre distrae a mi madre de las discusiones. Enterarme de esto me causo mucha gracia, además que como ella también lo escuchó, se enojó y mi padre se la llevo sobro los hombros para distraerla.
En nuestra familia siempre hay momentos divertidos, por suerte. Quien más protagoniza estos son mis hermanos menores. Valeria, esta todo el día vistiéndose como una princesa, pero se expresa peor que mi madre y Mateo, es alguien por naturaleza delicado, pero por suerte no le rehúye a los entrenamientos, aunque sale corriendo de ellos a darse un baño.
Mi hermana, sin embargo, puede verse como una princesa, pero si te confías en un combate con ella te dejará sin alguna extremidad. A la muy mañosa, la entreno nuestro padre en el arte del combate desde los cinco años, luego de que un niño la jalara del cabello y que no pudiera golpearlo solo porque era un niño. Entonces se encargó de hacerla muy fuerte para que ella se pudiera defender por si sola, aunque ahora creo que se le fue un poco la mano, pero bueno es mi hermana y la amo.
Mi tío Cristian y mi tía Laura han tenido dos hijos más en estos años. A ellos se los ve muy felices como pareja y han dado lo mejor por sus cuatro hijos. Aunque me parece que la querida Lucia esta enamorada de Julian por la forma en que ella lo mira; sin embargo, no veo la misma mirada en los ojos de él cuando la mira a ella.
Pienso que ella se pudo haber enamorado, porque cuando sus padres se casaron ellos no fueron bien tratados por todos, hubo mucho rumores corriendo en torno a ellos y Julian más de una vez defendió a Lucia, así que creo que pudo haber sido allí cuando ella empezó a sentir cosas por él.
Me parece que sus padres no se han dado cuenta de esto, no sé que es lo que pasara cuando esto ocurra, pero tal vez, solo sean ideas mías y no pase nada.
Por otro lado, tenemos también a mi tío Fernando y a mi tía Clarisa, ellos después de tener a sus tres hijos, pararon de tener hijos. Al parecer no quieren tener más, ya que estaban todo el día cansados. Mi tío ha respetado y querido mucho a mi tía en estos años, sé que antes de casarse tuvieron problemas, pero al parecer después de eso ya no hubo ninguno.
Aún recuerdo lo mal que estaba por haber visto a mi tía Clarisa siendo violada, cuando era un niño solamente, a veces tengo ocasionales pesadillas con eso. Lo he hablado infinidad de veces con mi médico, pero no es algo que yo pueda sacar del todo de mi cabeza. Sin embargo, ya no me despierto con pesadillas ni ese suceso manda en mi vida como lo hacía hace años.
Ahora estoy bien, solo que a veces tengo estos recuerdos horribles de mi niñez y no los puedo sacar de mi mente con nada.
Ya estaba todo listo para la fiesta, solo me faltaba terminar de vestirme, cuando golpean la puerta de mi habitación. Le doy la autorización a pasar y era mi madre quien estaba allí.
-Hijo disculpa que moleste.
-Tú no molestas, madre. ¿Dime que pasa?
-Nada, solo quería decirte lo mucho que estoy orgullosa de ti.
Dijo mientras me acariciaba el rostro. Un poco sonrojado por las palabras de ella, le digo.
-Gracias madre, no sabes cuanto significan para mí esas palabras.
Mi madre se acercó más y me abrazó muy fuerte.
-Ahora tienes que ir y demostrarle a todos esos idiotas lo que vales, mi niño.
-No te preocupes, trataré de ser un buen emperador como lo fue mi padre.
-Yo no quiero que seas como tu padre, quiero que seas tu mismo. Quiero que busques a alguien que te haga feliz y que tú hagas feliz a esa persona también. Quiero que sean felices y formen una familia, además que sea tu apoyo en el trono.
-Te prometo que cuando la encuentre, así lo haré
-Bueno, esta bien. Pero por ahora deja que te ayude y vamos que nos están esperando.
Dijo y me ayudó a ponerme bien el cuello de mi traje. Después bajamos y nos encontramos a mi familia, quienes nos estaban esperando. Mi padre, saluda de un beso en la boca a mi madre y le dice lo hermosa que ella esta. Ella muy coqueta le dice.
-Tú tampoco estás nada mal, cariño.
-Hay dejen la cursilería para otro momento.
Dice Valeria con el ceño fruncido, mientras los mira.
-Tranquila, cariño. No me robaré a tu padre. Te lo prometo.
Le dice mamá, poniendo los ojos en blanco. Esto es típico de las dos, una se pelea por las demostraciones de afecto y la otra le dice que esta celosa. Mientras mi padre, Mateo y yo nos reímos de las dos y sus ocurrencias.
Mi padre toma de la mano a mi madre y ambos ingresan al salón mientras el vocero los nombraba. Después ingreso yo seguido de mis hermanos mientras el vocero nos anuncia a nosotros también.
La velada es de lo más aburrida hasta que traen un gran pastel y lo partimos después de que pida mi deseo. Al rato me llama mi padre a lo más alto del salón para que todos nos puedan ver y es allí donde después de un lindo discurso para los nobles se quita la corona y la coloca sobre mi cabeza.
Después de dejar semejante responsabilidad en mí, mientras todos aplaudían, él me dice al oído.
-Estoy muy orgulloso de ti hijo. Eres una parte de mí y te amo con todo el corazón. Sé que no pude haber tenido mejor sucesor que tú.
Luego de decirme esas palabras, mi padre me abraza y anuncia.
-El emperador, Marcos Castelli
-¡Viva, el emperador, viva!
Fueron algunos de los gritos que dieron los nobles y mi familia por mi nombramiento.
.....
Poco después, en medio de la pista de baile, puedo ver a una mujer. Se nota que es de buen cuerpo, que tiene lindas curvas en los lugares correctos. Una cara de los dioses que demostraba una belleza sin igual. Sin embargo, lo que yo, más puede notar, no fueron esas cosas, sino sus ojos, que miraban con desprecio a un hombre, que estaba tomado del brazo de otra mujer y se sonreían mirándose a los ojos.
Pude ver sus manos, formarse puños y darse la vuelta para mirar hacia otro lado y ahí cuando nuestras miradas se conectan, durante unos segundos. Sorprendida por encontrarse con mi mirada desde tan lejos, se dio la vuelta y salió del sitio por uno de los balcones.
No podía quedarme ahí y dejarla desaparecer, necesitaba saber quien era y no entendía muy bien por qué. Cuando me dispuse a seguirla escuche unos comentarios sobre ella, que me detuvieron.
-¿Viste, ni por más que se arreglara así, el conde Victor no dejo de mirar a su hermana Luisa con ojos de enamorado?
-Lo de bastarda no se lo quita con nada. No entiendo como es que ella es la prometida de él; sin embargo, creo que ese matrimonio muy pronto se romperá.
-Dicen que le rogó a su padre para casarse con él, pero el conde no estaba de acuerdo. Él siempre estuvo enamorado de Luisa, Ema solo se metió en medio de ellos.
Cuando escuche esas palabras de esas jóvenes fui a buscar a esa mujer, Ema, para ver como estaba, no sé por qué, pero necesitaba saber que estaba bien.
Al salir, la veo mirando hacia la luna, muy triste, y unas lágrimas se derramaban de sus ojos.
-¿Esta bien señorita?
Exaltada se dio la vuelta y me miro.
-¡Emperador! Disculpe, si quiere me retiro y lo dejo tranquilo.
Dijo y se iba a marchar cuando la tome del brazo
-No, solo quería saber si usted estaba bien. No quería que se retirara.
-Oh, sí, estoy bien.
Le sonreí y le di un pañuelo, para que se limpiara las lágrimas del rostro.
-Gracias, majestad.
Dijo y me sonrió.
-Le gustaría acompañarme a la pista de baile y bailar una pieza conmigo.
Ella me miro sorprendida, pero asintió al poco tiempo con una pequeña sonrisa en sus labios. Así que tomados del brazo volvimos a ingresar al salón atrayendo la mirada de todos, incluso la del supuesto prometido y su hermana, que miraban desencajados hacia nosotros.
Bailamos durante un rato, después Ema, me presento a su padre. El hombre era cariñoso con ella, sacándole sonrisas sinceras, pero luego aparecieron el resto de la familia y la expresión de ella decayó. Al parecer, ni la esposa de su padre, ni su hermana y mucho menos su propio prometido son de su agrado.
Hubo muchos comentarios mal intencionados de parte de estos últimos tres, disfrazados de sugerencias y concejos, que no me gustaron nada. Para sacarla de esa situación sin ser descortez le pedi bailar otra vez y ella acepto gustosa.
Cuando acabamos la guie al balcon sin ser vistos y allí le pregunte que pasaba y me conto la verdad de su familia. Su padre la quería más su madrestra y su media hermana no la soportaban. Ella fue comprometida, pensando que el era un bien hombre pero en realidad solo queria a su hermana y a ella la trataba mal. Sin embargo decian que ella se metio en una relación y todos la ostigaban a cualquier reunion a la que iba.
Cuando terminó de decir esas cosas, me di cuenta de que mi deseo se cumplió. Ya he encontrado a la mujer que me acompañe en mi camino, ahora solo tengo que sacar de en medio a cierto prometido molesto. Me acerco a ella y limpio sus lágrimas con mis manos. Ella esta quieta mirándome, por mi acción imprevista, al tenerla así, acerco mi cara a la de ella y le digo.
-Tu seras mi emperatiz.
Sus ojos se agrandan por la impresión de mis palabras y le doy un pequeño beso. Pero cuando me alejo, soy sorprendido por que mi emperatiz me tira devuelta a ella para uno más largo.