Maddison es una joven que ha sido maltratada por la vida y rescata a un desconocido que se convertirá en su salvador pero también en su verdugo, el le enseñará el amor apasionado, pero también le enseñará qué ose debe confiar en desconocidos, No todos tenemos un corazón bondadoso, pero esta lección dejara su alma herida y su corazón destrozado
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CAPÍTULO 1
...*****NOTA DE LA AUTORA****...
Bienvenidos a esta nueva historia, para mis FIELES LECTORES, lo prometido es deuda, y a los nuevos SEGUIDORES, esta novela es la cuarta de la saga, así que les invito a leer antes de esta historia, mis novelas anteriores, ya que todas se complementan, para una mejor comprensión debes leerla en el siguiente orden:
UNA NOCHE LO CAMBIA TODO.
SÓLO MÍA.
LA FIERA LATINA Y EL SEXY RUSO.
Después si te doy la bienvenida para acompañarme en esta gran aventura, está historia es un gran reto para mí. Prometo dar lo mejor para no decepcionarlos.
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CAPÍTULO 1
Mi nombre es Maddison Pearl y como siempre, voy de regreso a mi casa. Hoy es una noche fría y lamentablemente, solo un pan dulce, pude comprar para llenar mi estómago que ya gruñe del hambre.
El frío invierno, hace que todos se refugien en sus casas y son muy pocos los que acuden al Bar- Restaurante donde trabajo, como operadora de limpieza, sumando otro problema a mi lista. Falta de propinas.
En realidad, lo que gano solo alcanza para pagar mi arriendo y mis estudios. Las propinas son para comprar mis alimentos.
Pero al parecer, el invierno se adelantó este año, sin previo aviso. Lo que nos dejó a muchos sin provisiones.
Afortunadamente, en el bar cuando ayudo a fregar los platos, Alberto, me deja comer las sobras de algunos comensales, sobre todo de las supermodelos, que casi no tocan la comida para mantener su figura y aparentar.
En fin, sigo mi camino lamentándome. Hasta que a lo lejos, escucho un gemido. En realidad, se escucha como un animal herido. Trato de alejarme lo más rápido posible, pero escucho a la persona pedir auxilio.
Maldigo mi buen corazón y me acerco. Se trata de un hombre que está tirado en el piso, al parecer tiene una herida en la cabeza. Trato de ayudarlo a levantarse y se apoya en mi hombro. Su cuerpo se mueve por inercia, pero cuando estamos en la puerta de mi casa, se desmaya.
No puede ser. Todo su peso cae sobre mí. Con mucho esfuerzo, doy los últimos pasos. Gracias a Dios que vivo en la planta baja. Entonces como puedo, saco mi llave y termino de arrastrar al hombre hasta adentro.
Lo dejo tirado en el piso. Cierro la puerta y voy hacia mi habitación. Regreso con una almohada y una colchoneta, la tiendo al lado y lo volteó hasta que logro acomodarlo ahí.
Luego, regresó a mi habitación, me cambio de ropa y busco un pequeño botiquín médico.
Me acerco a él y reviso su herida, tomo algodón y alcohol, para limpiar la herida. También traigo una tijera y le corto un poco de cabello, para tener mejor acceso a la herida.
Cuando veo la herida me sorprende, es muy profunda. La limpio muy bien y con la aguja, le doy ocho puntos de sutura. Afortunadamente, ser la hija de una enfermera me ha permitido, aprender algunas técnicas de primeros auxilios.
Colocó su cabeza despacio sobre la almohada, para que esté más cómodo y luego camino hasta sus pies, le quito los zapatos y me sorprende lo grande que se ven. Por curiosidad revisó el número y me fijo que son talla 45. Después de quitarle los dos, los coloco a un lado.
Después voy a la cocina y busco un poco de agua limpia, un pañito limpio y comienzo a limpiar su rostro. Está muy sucio, también tiene mucha sangre seca. Al acercarme, puedo sentir su leve respiración y observo cada detalle.
Sin dudas, es un hombre hermoso. Tiene la piel color canela, cabello negro azabache, barba y bigote bien arreglado. Por su apariencia, calculo que debe tener, como treinta y cinco años. A leguas se ve que es un hombre adinerado. Espero que reaccione pronto.
Puse un poco de alcohol en la nariz y cuando lo inhaló, reaccionó un poco, solo abrió los ojos.
—Gracias —susurró y volvió a cerrarlos.
Entonces, me aleje. Busqué un cobertor para acostarme en el sofá a su lado. De lo contrario, no escucharía si me llama, estando en mi habitación y no puedo cargarlo hasta allá.
Después de dejarlo lo más cómodo posible. Me acuesto y me quedo dormida de inmediato. A las pocas horas siento un ruido, más bien como un murmullo.
Me levanto y veo que está temblando, murmura algunas palabras. Pero no se entienden y al tocar su frente, siento que me queman los dedos. Me levanté hacia la cocina y busqué una pastilla para la fiebre y un vaso con agua.
Lo despierto y levanta un poco su cabeza con dificultad, se toma la pastilla y también el agua.
Comienzo a ponerle pañitos en la frente para ayudarlo a bajar la fiebre.
Él está despierto, pero sigue sin hablar a los pocos minutos se vuelve a dormir y se lo agradezco. El silencio entre ambos, es demasiado incómodo. Yo hago lo mismo, pero está vez, me acuesto a su lado. Pero sin abrazarlo, mi única intención era darle un poco de calor. Porque mi sistema de calefacción, es muy deficiente.
Su aroma varonil, me envuelve y me hace suspirar. Hasta que me quedé profundamente dormida. Me gusta, esta sensación de seguridad que él me transmite.
Cuando amaneció intenté levantarme. Pero, siento un peso en mi cuerpo, porque el señor se ha volteado hacia mí, me ha abrazado y también su pierna estaba encima de mí.
A pesar de estar herido, creo que sentí algo duro rozando por mi espalda. Por eso, me levanté rápidamente y él ni se despertó. Voy hacia mi habitación y me encierro ahí.
🙏—Dios, haz que este hombre se recupere y siga su camino. Su aroma me embriaga. Mi piel se eriza cada vez que lo toco y su voz varonil me seduce —susurre, mirando al cielo por la ventana.
Claro yo jamás tendría oportunidad de estar con un hombre como él. Primero, porque después de lo que me pasó hace cuatro años, no he estado con ningún otro hombre y segundo, porque soy una chica simple y aunque antes era muy hermosa, ahora tengo una cicatriz en mi rostro, que me hace lucir repugnante ante los ojos de mucha gente.
Si, aunque sea difícil creer, con tan solo veinte años he sufrido mucho. En otro momento le contaré mi historia. Ahora debo darme prisa, empiezo a trabajar a las diez, pero necesito resolver que hacer con el señor, porque no puedo dejarlo aquí.
Cuando salgo de mi habitación, me sorprendo al verlo despierto y sentado en el sofá
—Buenos días. ¿Cómo te sientes? —le pregunté, manteniendo una distancia prudente.
—Buenos días. Me duele mucho la cabeza ¿Me puedes decir, que me paso?, ¿Quién eres tú? y ¿Dónde estoy? —me preguntó, el hombre mirando despectivamente, a su alrededor.
Eso me molestó mucho y no traté de disimularlo. Entonces, me acerqué a él.
—Hey, hey, hey. Calma vaquero. Aquí las preguntas las hago yo. ¿Quién eres? Y ¿A quién podemos llamar, para que venga por ti?
El hombre se sorprendió, al parecer no está acostumbrado a ser tratado así
—No lo sé. No recuerdo nada, no sé quién soy. Solo recuerdo que anoche, me estabas atendiendo y después al dormir me estabas abrazando.
—¿Qué yo, qué? Definitivamente, ese golpe te dejó mal de la cabeza.
El hombre mostró una sonrisa ladina y le respondió:
—En serio. Pensé que eras mi esposa o algo así
—¿Tu esposa? Ja, ja, ja. Por lo menos tienes sentido del humor. Ahora, en serio, ¿A dónde te llevo? O ¿A quién llamo? Tengo cosas que hacer y no puedes quedarte aqui.
—Lo siento, pero no me quiero ir así, ¿Me puedo quedar, por lo menos hasta que me recupero? No sé qué hacer, ni a donde ir. Prometo no molestar y ayudarte en lo que necesites.
—Mira, voy a ser sincera contigo. Yo apenas logro mantenerme. No puedo alimentar otra boca. Aparte de que, no te conozco y al parecer, ni tú mismo te conoces, y ¿Si eres un asesino en serie o algo así?
El hombre no pudo evitar sonreír y asintió con la cabeza. Antes de contestar.
—Te entiendo, pero te prometo no lastimarte
—No. Lo siento, ya pasé por esto y la persona que juró cuidarme toda la vida, fue la que más daño me hizo —le dije esto. Bajando la cabeza y tocando mi cicatriz.
—Ok, lo entiendo. Pero déjame decirte que, no debes avergonzarte eres muy hermosa. Y si fuiste lastimada de esa manera y aun así, no dudaste en ayudar a un desconocido, eso me dice que eres un ángel y yo jamás te dañaría, pero tienes razón me iré. Pero ¿Puedo usar tu baño?
—Si, por supuesto. —le dije y le señale dónde quedaba. Después ambos salimos de la casa yo agarre hacia la derecha y él hacia la izquierda.