Compromiso

Un par de días después de su primer encuentro, Xander decidió ir a visitar a Luciana, pero no sabía que debía de hacer, y tomó la muy mala decisión de preguntarle a su amigo Simon, que era un casanova, que hacer en este caso.

- Puedes regalarle algo hermoso. A las chicas les gustan las joyas.

- No creo que sea adecuado.

- Puedes llevarle flores.

- Aburrido.

- Entonces llévale algunos caramelos, golosinas o pasteles.

- Está bien, eso me agrada más. Ve a comprarlos. Compra lo mejor.

- ¿Porqué debo ir yo?

- Porque gracias a mi, tu padre no te ha desheredado luego de todas tus estupideces.

- Está bien, traeré lo mejor para la cuñada.

Cuando Simon regresó, trajo consigo una gran caja de madera llena de todo tipo de golosinas. Incluso llevó un pequeño ramo de peonias. Simon no dejaba de preguntar quien sería la mujer a la que le daría aquellos regalos.

- Si todo sale bien, pronto será anunciado el compromiso, entonces lo sabrás.

- Xander, eres un pésimo amigo. Yo siempre te cuento todo, y tu no me puedes compartir quien es tu enamorada secreta.

- Por algo es secreta, ¿no crees?

Cuando el general llegó a la mansión Martell y preguntó por Luciana, lo dirigieron a un jardín al este de la mansión. Era un pequeño parque, ella estaba con un vestido verde suave, acostada bajo un árbol, y a lado estaba su doncella con un libro en la mano, y leyendo es voz alta.

- "... Entonces el capitán se dirigió a su tripulación: hermanos piratas, esta noche nos enfrentaremos a dos opciones igual de desalentadoras, a la batalla más difícil de nuestras vidas o la última. Ha sido un placer compartir el camino con ustedes, y quiero que sepan que estoy feliz de morir a su lado, y que la diosa del mar nos cubra en su seno cuando la muerte reclame nuestras vidas. ¡POR LA VICTORIA! El capitán Smith... "

La doncella se percató de su llegada, y le hizo una reverencia al general, y este carraspeo para notificar su llegada a Luciana.

- Buenas tardes, señorita Luciana, he venido a visitarla y traerle un par de obsequios -Xander se acercó a Luciana y le puso en las manos sus regalos.

- Buenas tardes, señor Wolf. No esperaba su visita, y muchas gracias por los regalos -primero tocó las flores suavemente y luego las llevo cerca de su nariz, ella cerró los ojos y puso la sonrisa más bonita que le había visto-. Son peonías, mis favoritas -toco la caja con mucho cuidado, hasta que descubrió como abrirla, y el suave olor de los dulces salió de la caja-, también ha traído caramelos. Es un regalo muy hermoso, señor Wolf.

- No tan hermoso como usted, señorita. ¿Me puedo sentar a su lado?

- Si gusta, podemos ir a las bancas.

Xander tomo las manos de la joven y la ayudó a pararse, y se dio cuenta de que era más alta de lo que había creído en un principio. Ella caminaba muy segura de sí misma, debía pasar mucho tiempo en ese lugar. Cuando llegaron a la banca y tomaron asiento, Xander continuó hablando.

- He venido a visitarla para hacerle una oferta, señorita, pero me gustaría hablarlo lo más privado posible -la joven asintió.

- Marie, ¿puedes darnos espacio? No es necesario que te vayas, sólo quédate a una distancia prudente.

- Señorita Luciana -dijo Xander cuando Marie se alejó lo suficiente-, dígame que sabe sobre mí.

- Que es un famoso general.

- ¿Algo más?

- Dicen que no hay nadie más cruel que usted, y que es un monstruo que disfruta la matanza. Pero yo no lo creo, hasta ahora sólo he conocido su amabilidad. No creo que los monstruos regalen flores y cajas de dulces -le dijo ella dulcemente.

- Es reconfortante que usted no me crea un monstruo por mi carácter. Pero eso no es todo. Usted debe saber que tengo el rostro desfigurado, es de conocimiento público.

- Mi doncella dice que es menos de la mitad, y que la otra mitad de su rostro en muy hermosa.

- Nadie me ha dicho hermoso a la cara nunca -dijo Xander estupefacto.

- Yo creo que es hermoso, es muy amable y educado. Quizá hablan de usted porque no lo conocen. Debería regalar más dulces y golosinas para que la gente entienda -Luciana sonreía brillantemente, y una calidez desconocida invadió el pecho de Xander.

- Particularmente no me interesa agradar. Para un general es mejor ser temido que amado.

- Al final del día sólo es un hombre. Y los seres humanos necesitamos amor. Sería bueno que los demás supieran que no es tan malo como ellos creen.

- ¿Entonces, no le desagrado?

- De ninguna manera. Es usted de hecho, bastante encantador.

- Ya veo -Xander se puso muy contento ante la idea de no ser desagradable para la hermosa Luciana.

- Señor Wolf, ¿que propuesta venía a hacerme?

- Bueno, su padre me ofreció su mano en matrimonio - el hombre sintió que la joven se puso nerviosa en un instante, y eso le dolió-. Después me enteré que el viejo conde Vigril le pidió su mano a su padre, y pensando que ese hombre no tiene una buena reputación, me tomé el atrevimiento de pedir el compromiso entre los dos.

- Entonces ¿seremos esposos? -preguntó titubeante Luciana.

- Sólo si usted acepta, claro. Pero mi propuesta no es sólo por el matrimonio. Dentro de poco, el rey me pedirá que ocupe un puesto en su gabinete, y querrá que esté casado. Pensé que usted no parece ser muy feliz aquí, y quisiera pedirle que se case conmigo, y luego de un tiempo le daré su libertad. Se que tiene familia en la isla Zafiro, y luego del divorcio yo la puedo mandar ahí, también se sobre su hermano. Yo no la pienso obligar a nada, señorita Luciana, no será necesario que usted cumpla con la relación marital si no lo quiere, ni le exigiré nada que la denigre, pero si usted acepta ser mi esposa, le daré toda la protección que pueda.

- ¿Porqué haría algo así por mi?

- Porque el día en que la conocí, me pareció el ser más puro que haya visto. No podía dejar que tuviera un destino peor que la muerte si la casaban con el asqueroso Vigril -Xander vio como la joven abría sus ojos con asombro-, disculpe, y al investigar un poco más, supe que usted no vive feliz aquí. Perdone mi atrevimiento, pero sé también que es posible que esté enamorada de alguien más, y que esa relación no es posible. Usted necesita una salida, y yo necesitaré una esposa. Si su padre la va a obligar a casarse, ¿no es mejor que usted escoja el pretendiente que mejor le parezca?

- Está bien. Acepto ser su esposa -dijo Luciana luego de un largo silencio-. Pero mi padre no puede sospechar nada, o no me permitirá casarme con usted.

- Entonces, ¿que propone usted?

- Que me corteje, por su puesto, ya que seremos esposos, ¿no es mejor que nos conozcamos bien?

- Eso supongo.

- Bueno, ¿que le parece una primera cita el día de hoy? Podemos organizar un picnic. Siempre quise tener una cita en este jardín.

Xander sonrió ante la ilusión de la joven Luciana. Creyó que estaría más afectada por la boda de su primer amor, pero no lo parecía. Esperaba poder ver más sonrisas de ella como las que estaba viendo esa tarde.

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