Encuentro desagradable

Me gusta la idea del picnic, pero hay un problema.

- ¿Cual? -preguntó Luciana confundida.

- Debes de dejar de hablarme de usted. No soy anciano como el asqueroso Vigril -Luciana río suavemente, y Xander pensó que sería maravilloso escuchar su risa todos los días-. Deberías llamarme Xander, y yo te diré Luciana. Para cuando nos casemos, todos pensarán que somos muy cercanos.

- Está bien, Xander, es una buena idea. Que tal si damos un recorrido por el jardín principal, en lo que le pido a Marie que prepare todo para un día de campo.

- Me parece muy bien -él ayudó a levantarse a la chica nuevamente y la acompañó hasta donde estaba su doncella.

- Marie, ve a la cocina y pide una canasta con comida fresca y bebidas, mi prometido y yo disfrutaremos un día de campo -dijo sonriente Luciana.

Marie estaba confundida, pero acató sus órdenes inmediatamente. Luciana traía su bastón retráctil, y lo extendió para caminar junto a Xander, y el puso la mano de la joven al rededor de su brazo para que lo tomara como apoyo, y caminaron juntos hasta el jardín príncipal.

- Cuando estaba en la frontera, conocí a un anciano ciego que siempre traía con el a un perro. El decía que ese animal era muy inteligente, y que lo ayudaba a caminar o cuando había algún peligro cerca, ¿tu nunca has oído sobre esos perros guías?

- Oí de ellos hace mucho tiempo, pero la duquesa y mi hermana le temen a los perros, por lo que padre no me permitió nunca tener uno.

Xander se sentía muy enojado, ¿como alguien podía negarle algo a esa joven?

- Cúando nos casemos ¿te gustaría tener un perro? Puedo conseguir uno desde ahora y buscar que alguien lo entrene especialmente para ti.

- ¿De verdad, Xander? ¿Tu harías eso por mí? -la emoción estaba escrita en su cara y sonrisa, y su voz no podía ser más alegre.

- Claro que sí. Cuando seas mi esposa puedes tener un perro, o los que quieras -el sonreía muy alegre, era reconfortante saber que podía hacer feliz a esa chica tan linda.

- Con un sólo perro seria más que feliz. Me gustaría llamarlo Bell.

- Es un buen nombre, en cuanto llegue a mi mansión ordenaré que preparen todo para entrenar a Bell. Dime, que te gusta hacer.

- Me gusta la música, no hay muchas cosas que pueda hacer, si te soy sincera, pera la música se me da muy bien.

- ¿Tocas algún instrumento?

- Si. Se tocar el piano, el violoncello y el arpa.

- Vaya, eres muy talentosa.

- Gracias. También me gusta que me lean. Gabriel solía leerme cuando venía a visitarme. Y Marie también lo hace. Es muy entretenido conocer todas esas historias de aventuras en tierras lejanas.

- ¿Sí?

- Claro que sí. Un hombre como tú no lo entendería, tu has viajado y visto tanto, y has tenido tus propias aventuras y experiencias. Pero para mí es diferente, los libros son mi manera de conocer el mundo.

- Lo siento mucho, Luci.

- No tienes que hacerlo. La vida es como es.

Mientras ellos caminaban, Gabriel había llegado a visitar la casa del Duque con la excusa de ver a Sophie, aunque sabía que ella estaba en la ciudad, para poder ver a su Luciana, cuando la vio del brazo de otro hombre sonriendo alegremente. Los celos se apoderaron de él y corrió a confrontarla.

- Luciana, ¿que demonios estás haciendo tomada del brazo de ese hombre?

Xander vio que Luciana temblaba, que le gritaran tan de repente la había conmocionado. No había visto llegar al muchacho y se asustó por el tono con el que le había hablado.

- Querida Luci -dijo Xander en tono suave, abrazando a la joven- ¿conoces a este hombre tan desconsiderado? Y usted, -dijo señalando al chico- le exijo que modere su forma de hablarle a mi prometida. Si quiere gritarle a alguien, vaya con sus sirvientes -Xander hablaba furioso, no le gustaba la insolencia de ese chico, aunque ya sospechaba quien era.

- ¿Prometida? LUCIANA háblame por favor -Gabriel tomó por los hombros a la joven-, dime que no te has comprometido con nadie. Vine a decirte que nos vayamos hoy mismo. No será como la última vez, todo está planeado.

- Suelta a mi prometida en este instante, o no respondo por lo que te pueda hacer -Xander estaba más enojado, ¿cómo se atrevía ese mocoso a hablarle así a Luciana? El se había acostado con su hermana.

- Alteza, le suplico que me suelte. Usted está comprometido con mi hermana, y yo con él general Wolf. No es apropiado que me diga esa clase de cosas, la gente podría mal interpretarlo.

- Luciana, sabes que lo que pasó fue un error, esa noche debiste ser tu y no Sophie con quien me hubiera acostado...

Gabriel no pudo terminar de hablar porque sintió un golpe directo en su cara, y luego otro en su estómago, se estaba revolcando en el suelo de dolor cuando escucho que Xander le hablaba.

- No se que clase de educación recibió en su casa, pero hablar de esa clase de cosas sucias ante una mujer soltera es de muy mal gusto. Independientemente de con quien hubiera preferido tener intimidad, lo cierto es que usted estuvo con la señorita Sophie antes del matrimonio, ¿que tipo de hombre le pide a su amada que se entregue así sin más? Da usted mucha vergüenza. Espero que no se vuelva a acercar a mi prometida, porque yo no tendré reparos en destruirlo.

Xander tomó por los hombros a Luciana, y la llevó en otra dirección. Cuando estuvieron a solas, se atrevió a preguntarle directamente.

- ¿Estás bien? Ese era el príncipe Gabriel, ¿verdad?

- Estoy bien, sólo un poco asustada, y sí era el príncipe ¿no te meterás en problemas por golpearlo?

- Su majestad no se molestará si le digo que estaba hablando vulgaridades frente a mi futura esposa. Su majestad ama más su propia reputación que otra cosa, así que no me pasará nada.

- Ya veo.

- ¿Era verdad? -Xander no pudo evitar preguntar- De que se fugarían juntos.

- Yo... Si me quería ir de aquí, pero no tenía intención de entregarme a él esa noche. No hasta que estuviéramos casados, aún no me siento lista para ese paso -Luciana estaba avergonzada de admitirle eso a un hombre, pero ya que se iban a casar, pensó que no tendría nada de malo contarle la verdad.

- Eso es bueno, Luciana -Xander respiró aliviado al saber que su futura esposa no había pensado seriamente en entregarse a ese tonto príncipe-. Vamos a dentro de la casa. Iremos a hablar con tu padre del compromiso, ¿te parece bien?

- Está bien, vamos.

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