En la joyería, Luciana se limitaba a tocar alguna que otra pieza y servir de modelo, Marie decía que todo le quedaba bien y Xander pagaba. Escogieron varios conjuntos de joyas de diferentes materiales para ella y Marie. Xander había sido muy espléndido, siempre pedía lo mejor, y aunque no podía ver las joyas, con el tacto se daba cuenta de que eran piezas muy elaboradas y complejas.
- Marie -dijo Xander mientras Luciana platicaba con la dependienta- ¿hay alguna otra cosa que tu señorita necesite, o algo que tu quieras?
- Bueno, cuando venimos, siempre pasamos a la librería. Quizá sea buena idea llevar a la señorita a comer a algún restaurante, o ir por un postre a una cafetería, a la señorita le gusta probar comida deliciosa. Creo que hoy hay un festival, a la señorita le gustan los espectáculos con música.
- Gracias Marie, me has dado varias ideas.
Después de salir de la joyería, fueron a comer a un restaurante nuevo en la calle principal de la ciudad. Las muchachas estaban cansadas luego de estar paradas mucho tiempo, y Xander se dedicó a atender a Luciana.
- Yo puedo comer sola, no es necesario que me alimentes -Luciana se apenaba ante el comportamiento tan íntimo de Xander.
- No es necesario, pero quiero hacerlo, la crema esta muy espesa y te puedes manchar.
- Pero no soy un bebé Xander, puedo usar una cuchara -Luciana hacía unas muecas muy graciosas con la boca, y él hombre sólo quería molestarla un poco más.
- Si no eres una bebé, entonces me puedes dar de comer a mí.
- Está bien, pero no respondo si un tenedor se encaja en tu ojo -Luciana hablaba muy seria, pero Xander reía alegremente.
- Estoy listo para quedar tuerto.
Del otro lado de la ventana, Gabriel veía las muecas de Luciana y las risas de Xander; era evidente para cualquier persona que eran una pareja de enamorados que se la estaban pasando bien. Una gran tristeza se apoderó de él cuando vio como Luciana cortaba su propia comida y le daba de comer a Xander en la boca, mientras el sonreía y decía algo que hacía reír a Luciana, para luego el darle de comer alguna otra cosa que había en la mesa, y finalmente sintió su corazón arder de ira cuando ese hombre se acercó a Luciana y limpio la comisura de sus labios, para luego darle un suave beso en ese mismo lugar. Su Luciana no parecía molesta, tan sólo apenada ¿tan pronto se había olvidado de él?
- Se nota que mi querida hermana mayor se la está pasando muy bien con su prometido. Hacen una pareja espléndida, ¿no crees? Una ciega para un monstruo.
- Callate Sophie. Das asco. Todos sabemos que envidias a Luciana.
- No pensabas que daba asco la otra noche.
- Eso fue un error. Tu no debiste de estar en esa habitación.
- Hablo de hace dos noches, ¿ahí tampoco sabías que era yo? Porque recuerdo muy bien que decías mi nombre bajo las sábanas.
- Serás mi esposa ¿no? Deberías servir para eso al menos.
- Eres un hipócrita, Gabriel. Dices que yo la envidio, pero tu no eres mejor que yo. Recuerdo que la noche que nos encontraron, le juraste que no me ibas a tocar de nuevo, pero lo hiciste, así que no te hagas el santo conmigo. Ella se casará con otro ahora.
Gabriel quería ir a arrancar a Luciana del lado de ese dichoso general, pero sabía que no podía hacer un escándalo en pleno centro de la ciudad. Caminó rápidamente en otra dirección, no podía seguir viendo a la pareja. Por su parte, Luciana no sabía que hacer, Xander era abiertamente coqueto con ella, no le importaba hacer esas cosas en público y ella estaba muy apenada, no porque se sintieran mal sus muestras de afecto, era más bien porque nunca creyó experimentar esas cosas. Incluso Marie estaba estupefacta y sonrojada por la coquetería del general, en esos momentos no se parecía nada al asesino despiadado que decían que era.
- Pequeña Luciérnaga, ¿acaso eres tímida? -Xander acariciaba las mejillas rosas de su prometida.
- Por su puesto que soy tímida, aún no se anuncia nuestro compromiso y la gente puede malinterpretar la situación.
- En unos días todos sabrán que eres mi prometida, y pensarán de esto como una cita.
- Aún así, es muy extraño todo esto. Nunca nadie me había tratado de la manera en que lo haces, eres muy abierto al mostrar tu afecto.
- Deberías ir acostumbrándote, te mereces esto y mucho más. Cuando seamos esposos te traeré a un mejor, y si me lo permites... Te besaré en la calle -le dijo esto último en un susurro al oído.
- Xander, por los dioses.
- Dime, ¿que quieres hacer continuación?
- Vamos a la librería. Quiero que busquemos el libro que dices.
Pasaron un rato en la librería, donde Xander escogió algunos libros que disfruto en su infancia y que Luciana no conocía. Pagaron en sus compras y salieron a la calle nuevamente para pasear por las calles. Ya estaba empezando a atardecer cuando Xander se topó con unos conocidos, y aunque no quería hablar con ellos, se disculpó un momento con Luciana, pues eran algunos ministros importantes con los que pronto trabajaría.
Luciana se sintió mareada de pronto, había pasado mucho tiempo caminando y estaba cansada, para ella era común ese tipo de malestar desde su infancia. Marie salió corriendo en busca del cochero o de el general Xander para regresar a casa. Luciana sólo se apoyó en la pared, esperando no colapsar en medio de la calle, ya comenzaba a sentir la respiración entrecortada cuando escucho a unos hombres hablar cerca de ella.
- Preciosa, ¿porqué tan sola?
- Una señorita tan hermosa no debería estar sola en la calle.
- ¿Necesitas compañía muñeca?
Luciana podía oler el hedor a alcohol y suciedad que desprendían esos hombres, le provocaban tanto asco que quería vomitar.
- Por favor, déjenme sola. Mi prometido me está buscando.
- ¿Tu prometido? Debe ser uno de esos debiluchos nobles.
- Estoy seguro que te encantaría probar a un verdadero hombre, o a muchos -los hombres empezaron a reír a carcajadas, mientras intentaban tocar a Luciana.
- No no no. Déjenme, por favor.
- Vamos, hay que llevarla al callejón, me gustaría probar a una chica noble.
Luciana pataleaba y gritaba pidiendo ayuda, pero parecía que no había nadie cerca, pues nadie se acercó a ayudarla. Luego sintió como la aventaban al piso y ella intento escapar gateando, pero la jalaron hacia a ellos. Esos hombres se reían mientras ella lloraba de impotencia, no sabía dónde estaba ni podía ver nada, no podía huir.
- Agarrenla bien, yo seré el primero.
Luciana comenzó a gritar y llorar más desesperadamente, y sintió como un par de brazos comenzaron a separar sus piernas desde las rodillas, y comenzaban a desgarrar su ropa, arrancando la tela de su pecho, dejando sus senos expuestos. Pudo sentir también como un hombre se acercó y se puso entre sus piernas, lastimándola cuando ella intentaba zafarse de su agarre. Un par de cachetadas impactaron en su rostro.
- Cállate muñequita, dentro de poco te va a gustar.
Unas asquerosas manos tocaban sus rodillas, subiendo hasta el interior de sus muslos. Las lágrimas y el llanto de Luciana no paraban de correr cuando sintió que le era arrebatada su última capa de ropa. En esos momentos prefería morir antes de que abusaran de ella. Las manos asquerosas del sujeto empezaban a tocarle los senos, cuando el ruido del metal resonó en ese espacio pequeño, y un grito ensordecedor de furia irrumpió en medio de su oscuridad. Algo húmedo salpicó el rostro de Luciana, y las manos que sostenían sus rodillas la soltaron. Rápidamente se hizo a un lado, abrazando su propio cuerpo, con los gritos de varios hombres resonando en sus oídos.
- ¿Te atreves a ponerle las manos encima a mi mujer? -la voz estaba cargada de ira y odio, pero definitivamente ella pudo reconocer a Xander-. ¿Sabes lo que le hago a los asquerosos violadores como tú?
Un grito fue la única respuesta a la pregunta de Xander. Y una pequeña brisa baño el rostro y cuerpo de la joven acurrucada en el piso.
- Señor, perdone me la vida, yo no le iba a hacer nada a su señora. No me parta a la mitad, por favor, tengo familia.
- Bueno, creo que le haré un favor al reino y a tu familia deshaciéndome de escoria como tú.
El sonido del metal cortando el viento silbó, y más sangre bañó a Luciana. La joven comenzó a temblar descontroladamente al pensar en lo que pudo haber pasado si Xander no llegaba a tiempo. Unos pasos se escucharon cerca de ella, y las manos de Xander tocaron sus hombros, y al sentir su tacto lo abrazó, buscando refugio a su lado.
- Pequeña Luciérnaga, lamento haberte dejado sola. Esto es mi culpa.
- Tenía mucho miedo Xander -dijo Luciana volviendo a romper en llanto.
- Lo lamento tanto. Perdóname, nunca te dejaré sola de nuevo.
- Gracias por rescatarme.
- Dime, ellos ¿te hicieron algo? -la voz de Xander mostraba temor.
- No. Llegaste a tiempo. Me desgarraron la ropa, pero no lograraron... -las lágrimas seguían corriendo por el rostro pálido de la joven, no podía dejar de llorar.
- Tranquila, esos hombres no te volverán a hacer daño.
Xander estaba furioso al ver la ropa desgarrada de la chica, rápidamente se sacó su chaqueta y se la puso a Luciana, procurando tapar su desnudez. Levantó a la joven y la cargó en sus brazos con la cabeza de ella en su cuello, dejando atrás la escena horriblemente sangrienta de cuatro hombres partidos a la mitad. El apodo de Lobo Sangriento no era en vano.
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Comments
Adriana Brito
dios menos mal y el llegó esos hombres no se merecían menos que lo que el les ISO
2025-03-09
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Silvia Ramirez
Que bueno que se encargo de esos cobardes bestias
2024-10-04
0
Any Estrella Santander Donoso
Genial.!!! Es todo un héroe y pienso que si es cruel a de ser con lacras como esas
2023-08-20
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