El viejo conde Vigril quedó anonadado, se disculpó rápidamente y se dirigió a la salida, con ese hombre era mejor no meterse. Su sola cara era sinónimo del horror, había derramado la sangre de incontables vidas a nombre del reino. Lo apodaban Lobo Sangriento, ya que durante las batallas usaba un casco con la forma de la cabeza de ese animal.
- Se me hace de muy mala educación que ofrezca la mano de su hija a cualquier vejestorio, Duque. Creía que velaba por aquellos con su sangre. No es de extrañar que su heredero no viva en su mansión.
- General, lamento mucho si lo ofendí en alguna forma.
- ¿Sabe? Su hija no es una vaca para venderla al mejor postor.
- Yo lo siento mucho y...
- No debería pedirme disculpas a mi, sino a su hija.
- Yo...
- Y luego esa forma de decir que ella trata de llamar la atención, cuando soy consciente de que ella tuvo ese incidente por culpa mía.
- No volverá a ocurrir.
- Eso espero, Duque, porque me quedaré por una muy larga temporada, espero también que trate mejor a su hija, y no me dificulte las cosas si quiero venir a visitarla.
- Claro general, esta es su casa.
- Muchas gracias, si me permite, iré a preguntar como se siente mi futura esposa. Luego podemos ponernos de acuerdo sobre el compromiso.
Ese era el estilo de Xander, ordenar. No le gustaban las amenazas, sabía que en su posición sólo el rey podía representar algún peligro para él, y amenazar era algo bajo. Tras más de 10 años en el ejército, seguir órdenes y ordenar ya era algo natural. Ahora se preguntaba cómo iba a enfrentar a la joven Luciana. El nunca trataba con mujeres, a excepción de las prostitutas que lo satisfacían cuando lo quería, mucho menos trataba con damas nobles. Quería verla y ofrecerle un trato, no quería que esa muchacha le tuviera miedo o lo odiara por obligarla a casarse con él. Cuando se acercaba a la habitación de la joven Luciana guiado por un sirviente, vio salir al médico.
- Doctor, me gustaría saber el estado de la señorita Martell.
- La joven tuvo una ligera contusión. Luego de reposo estará bien, pero su salud siempre ha sido frágil, por lo que frecuentemente se enferma.
- Ya veo, muchas gracias. ¿Cree que puedo visitarla unos minutos?
- Por su puesto general, ahora está la doncella acompañando a la señorita.
Xander tocó la puerta, y fue recibido por la joven que le había gritado en la calle, al verlo, la chica se quedó pálida, y luego lo dejó pasar. Ahí, sentada en una gran cama, estaba Luciana, sonriendo ligeramente, traía una bata de dormir azul cielo y el cabello suelto, se veía realmente hermosa, y por un momento Xander no supo que decir.
- Marie, ¿quien tocó la puerta?
- Es un invitado, mi señorita, nos lo topamos en la calle, y el nos trajo de vuelta a la mansión de su padre -la joven hizo un pequeño círculo con su boca, y a Xander eso le pareció encantador.
- Disculpe por interrumpir su descanso, madame -Luciana pareció estremecerse ligeramente, como si no esperara escuchar a alguien más ahí-. Pero quería saber sobre su condición y presentarme formalmente con usted. Mi nombre es Xander Wolf.
- Mucho gusto, señor Wolf -dijo la joven asintiendo con la cabeza-. Yo soy Luciana Martell, encantada de conocerlo.
Xander se acercó a la joven y tomó su mano, era tan suave y cálida que él se creyó en el paraíso, luego llevó la mano de la joven a sus labios y le dio un suave beso. El olor de la joven inundó sus fosas nasales, y se sintió embriagado.
- El placer es mío, señorita -Xander pudo ver el sonrojo de la joven, que perdida, trataba de alejar su rostro para que no la viera-. El doctor me dijo que debe descansar, así que me retiro. Si algún día necesita algo, no dude en mandarme a buscar. Con su permiso.
Con una suave reverencia de ambos, Xander se alejó. Cuando iba de regreso a su mansión estuvo pensando en lo que había sucedido ese día. Hacía no mucho, le había dicho a su tío que no se casaría con esa mujer ciega, pero ella parecía tan frágil y amable que no podía dejarla a merced del conde Vigril, lo que sería peor que matarla. En un arrebato aceptó ese compromiso. Ahora le tendría que avisar a su tío, el no sabía que hacer en estos casos.
- Vaya, no creí que te enamorarías con tan solo verla -dijo Salazar sonriendo.
- No es amor. Es sólo que no podía dejarla casarse con él bastardo Vigril. Ese viejo asqueroso quien sabe que le haría a la pobre chica, se ve tan débil y frágil que no pude evitar aceptar el compromiso.
- Te dije que era bonita.
- Y luego está su padre. El malnacido me dijo que sólo buscaba llamar la atención ¿acaso no ve que su hija está enferma?
- Por su puesto, hay hombres que solo ven lo que quieren ver.
- Pienso visitarla en un par de días, y decirle mis intenciones al casarme con ella, no quiero que se sienta usada o tenga temor. Después de todo será un matrimonio temporal.
- Como tú digas, Xander -Salazar sonreía internamente, pues sabía que su sobrino no era un hombre de caridad, definitivamente debió sentir algo por esa muchacha, de lo contrario no aceptaría casarse con ella.
Xander no sabía que la persona en sus pensamientos también estaba pensando en él.
- Repíteme lo que pasó luego de que me caí, Marie.
- Yo le empecé a gritar al general, le dije que era un bruto -Luciana empezó a reír-, no se ría señorita, no es gracioso, en cuanto me enteré quien era quería morir antes de que el me pudiera torturar.
- No exageres, parece un hombre amable.
- No lo creo. Pero bueno, cuando se volteo, vi su rostro sin máscara, era horrible, tenía casi la mitad izquierda de la cara quemada, pero luego se la cubrió con una máscara de cuero negro. La levantó y nos trajo a casa. No habló mucho en el camino, sólo preguntó si usted estaba enferma, y le dije que sí, a decir verdad parecía preocupado.
- Fue muy amable al traernos y llamar al médico. Incluso esperó para presentarse.
- Quizá se enamoró a primera vista, no sería raro considerando su belleza.
- No digas tonterías Marie. Dime ¿cómo es su rostro? Es alto, viejo, gordo.
- La mitad de su cara que no está quemada es muy atractiva. Tiene ojos negro muy brillantes, su piel se ve morena por el sol, es general después de todo. Es joven, creo que tiene 25 años, tal vez un poco más. Es alto y tiene la espalda ancha. Camina con mucha clase y elegancia.
- Tiene una voz bonita, ¿no crees? Es muy varonil.
- Señorita ¿le gustó el general?
- No digas esa clase de cosas. No sabemos si está comprometido o casado.
En realidad, a Luciana le agradó mucho el general, se había portado muy correcto con ella. Su voz la había cautivado, y ningún hombre aparte de Gabriel se había acercado tanto a ella. Cuando sintió su mano tomando la suya, se dio cuenta de que debía ser un hombre fuerte, pues sus manos eran ásperas, propias del trabajo duro. Esperaba que algún día se encontraran de nuevo.
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Comments
Gladys Zapata
mmmm interesante
2024-08-11
0
marb
jajaja
2024-07-13
0
Flor Rui3
los sentimientos de ellos dos ya están a flor de piel wooooo
2024-03-13
1