Muestras de amor

Después de la comida, Salazar Wolf llegó a la mansión del Duque Martell buscando a su sobrino, y lo conducieron a un pequeño parque tras unos árboles, y ahí vio a su sobrino sentado con la espalda recargada en un árbol y leyendo en voz alta, con una hermosa joven de cabello cobrizo acostada en el pasto y la cabeza sobre las piernas del hombre. Era una escena maravillosa.

- Buen día, disculpen la interrupción -dijo el hombre-, mi nombre es Salazar, y he venido en busca de mi sobrino Xander.

Luciana se sentó rápidamente y Xander la ayudó a levantarse, luego la condujo cerca de su tío.

- Querida Luciana, te presento a mi tío, es Salazar Wolf. El ha cuidado de mi desde que era niño, y ha velado por mis intereses desde que me fui de la capital -luego se dirigió a su tío-. Tío, esta es mi prometida, Luciana Martell.

- Mucho gusto en conocerla señorita. Es mucho más hermosa que los rumores.

- El gusto es mío, Xander habla muy bien de usted -dijo Luciana con una sonrisa suave-. Supongo que viene a hablar de negocios con su sobrino. Yo me retiro.

- No es necesario que te vayas, puedes escuchar cualquier cosa que mi tío tenga por decir -Xander abrazaba a Luciana, no quería apartarse de su lado.

- Entonces tomemos asiento, por aquí tío.

Salazar se quedó sorprendido por la expresión de la chica al tratarlo como un familiar, se notaba que su relación estaba progresando más rápidamente de lo esperado, y Xander estaba feliz de que esa preciosa joven tratara bien a su familiar más querido.

- Xander, te he traído algunos papeles para que revises los ingresos recientes de tus negocios. Y respecto a los cambios que solicitaste en la mansión, hay una lista de los gastos estimados por todo, revisalo primero para ver si te parece adecuado la cantidad destinada o quieres extender el presupuesto.

- Incrementa el presupuesto. No quiero nada de mala calidad, todo debe quedar perfecto. Por cierto tío, el padre de Luciana dijo que hay un mago en las Montañas de Sal que puede curar la ceguera de Luciana, envía a alguien a investigar sobre él, y si es necesario que vayamos a verlo o si el puede venir. También quiero conocer el costo de su tratamiento.

- Muy bien, enviaré a alguien en cuanto vuelva. Todo para la fiesta del sábado está listo, las invitaciones fueron enviadas y el menú ya está establecido, sólo necesitas comportarte medianamente sociable ese día y todo saldrá perfecto.

- Tío, esa noche me la pasaré bailando con Luciana, no quiero hablar con esos terribles políticos.

- Es un mal necesario para tu nueva posición. Además sólo necesitas asentir a lo que te digan y decir lo mucho que estás interesado en sus opiniones.

- Luciana, debes ayudarme esa noche, no dejes que esos hombres codiciosos me absorban por completo -dijo Xander a Luciana.

- Eres muy irresponsable -dijo la joven sonriendo-, creo que debes decirles que disfruten de la fiesta, y que estarás encantado de compartir una amena charla en un momento más adecuado, por que en ese momento necesitas atender a otros invitados, tu serás el anfitrión, por lo que no te pueden entretener por mucho tiempo.

- Tienes razón, sobrina, pero Xander no está acostumbrado a las sutilezas de la sociedad. Traje a los guardias que solicitaste y a un par de doncellas entrenadas. Les puedes dar órdenes más tarde.

- ¿Doncellas entrenadas? -preguntó curiosa Luciana.

- Sí, para que te sirvan a ti y a Marie. Saben defensa personal y tienen conocimiento básico de medicina. Serán muy útiles en caso de emergencia -Luciana asintió ante la respuesta de Xander.

- También te traje una carta exprés que te llegó a la mansión mientras iba de salida. Y Simon me preguntó por el nombre del cachorro.

- Se llamará Bell, dile a Simon que lo entrenen en la mansión. ¿De quién es la carta?

- De Joseph Martell.

- ¿Mi hermano? Porque Joe te manda una carta, ¿son amigos?

- Le mandé una carta luego de mi última visita, avisándole sobre nuestro matrimonio e invitándolo a mi mansión. Le mencioné por supuesto que no estás siendo forzada y que mi objetivo es tu felicidad. Espero que su respuesta sea favorable y no me odie por robar a su hermana.

- No te odiará. Estoy segura.

- Bueno jóvenes, me retiro para que sigan disfrutando su día. Xander, los guardias trajeron una maleta con algunas de tus pertenencias. Cualquier cosa que necesites no dudes en mandar a buscarme o enviarme un recado. Hasta pronto, señorita.

Cuando Salazar se hubo ido, Luciana le pidió a Xander que leyera la carta de su hermano en voz alta, y el aceptó.

...****************...

...^^^Inestimado General Xander:^^^...

...Yo a usted no lo conozco de nada, y no conciento su matrimonio con mi dulce hermana. Estoy seguro que el Duque Martell se revolcará en el oro que de como precio de novia, pero a mi no me engaña con su riqueza, conozco su reputación de sanguinario y su desprecio abierto a las mujeres. No se con que clase de trucos sedujo a mi hermana para aceptar su mano en matrimonio, pero estoy seguro que no es nada bueno....

...En este mismo momento estoy empacando mis pertenencias para evitar el sufrimiento de mi hermana en sus manos, si es necesario yo le pagaré el precio de novia de mi hermana, así que no se le ocurra tocar un sólo cabello de Luciana, y créame cuando le digo que soy lo suficientemente rico y poderoso como para hacer el resto de su vida difícil si llegara a hacerle daño a mi hermana....

... Estimo llegar tres días después de recibida esta misiva....

...Con profundo desprecio: Joseph Martell...

...****************...

- Vaya, eso fue, intenso -Xander parecía incómodo.

- Bueno, el siempre a sido sobreprotector, el me cuidaba cuando aún vivía en esta casa, así que no te lo tomes personal, haría lo mismo con cualquier pretendiente mío. Se fue a vivir sólo desde los 13 años para hacerse rico y sacarme de aquí, no lo culpes demasiado. En cuanto te conozca y vea lo feliz que soy, cambiará de idea. Y cuando sepa que estas dispuesto a curarme, el te querrá como a un hermano.

- No te preocupes amor mío -Xander besó la mano de su prometida-, estoy acostumbrado a esa clase de reacciones, se que no tengo buena reputación, me lo he ganado a pulso, pero te mentiría si te digo que no me duele. Se que tu hermano es muy importante para ti, y no me gustaría que nos separámos por nada del mundo, pero tampoco me gustaría ponerte en una situación donde tengas que escoger entre los dos.

- Xander, me harás enojar. No soy una niña, puedo elegir por mi misma lo que quiero, y lo que quiero es casarme contigo, con o sin mala reputación. Mi hermano no me convencerá de dejarte. Nunca.

- ¿Estas segura? -Xander acarició el rostro de la dama.

- Estoy segura. Ya quiero que seamos esposos y me digan señora Wolf, y poder besarte y abrazarte a la hora que se me dé la gana.

- Eso lo podemos hacer ahora, Marie está preparando algunos bocadillos en la cocina, y no hay nadie cerca de aquí, así que, ¿qué dices pequeña Luciérnaga?

Luciana se abalanzó sobre los labios de Xander, y lo besó con intensidad, le gustaba sentir los fuertes brazos del hombre envolviendola y acariciandola. Su calor le hacían querer más de él. En un momento, ella acariciaba su cabello y nuca, mientras que él llevaba sus manos de la espalda baja hasta las caderas, y un gemido escapó de sus labios.

- Luciana, hay que parar -Xander no podía dejar de pensar en el hermoso cuerpo de Luciana bajo el camisón de esa mañana, y el calor se apoderaba de él.

- Pero a mi me gusta, y se que a ti también.

- Por eso mismo, me gusta demasiado. No quiero propasarme contigo, ¿o no quieres esperar hasta la noche de bodas? -Xander le hablaba con voz ronca a Luciana, quien se sonrojó de inmediato ante lo dicho.

- ¿Quieres decir que justo ahora quieres hacer eso?

- Sí. Justo ahora y aquí mismo.

- Xander, pero es de día -Luciana estaba cada vez más avergonzada, pero le gustaba esa nueva sensación que surgía en su interior.

- Lo se, y cuando seamos esposos, podremos hacerlo cuantas veces quieras y a la hora que quieras. Pero ahora, debemos esperar. No quiero darle más motivos a tu hermano para que me odie.

- Está bien -Luciana le dio un último beso suave, metiendo la punta de su lengua en la boca de Xander.

- Luciana... ¿Cuando te volviste tan atrevida?

- Es tu culpa. Desde que pusiste tus manos en mi cuerpo esta mañana, así es como reacciono, no lo puedo evitar.

- Es mi culpa, lo admito, te veías muy hermosa en camisón.

- Pero dijiste que no se veía nada.

- Bueno te mentí.

- ¿Qué? Eres un tonto.

Las risas de los enamorados se podían escuchar por todo el parque, y un par de ojos codiciosos anhelaban estar en los brazos de Luciana. (

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