XX. Invitación

En mi profundo sueño siento como dos brazos me abrazan por atrás. Me remuevo en la cama y aspiro su colonia. Aún con los ojos cerrados, su tibio aliento golpea mi cuello y los recuerdos de la noche anterior retumban en mi mente. El nudo en mi garganta crece, impidiéndome hablar. No deseo hablar de nada de lo que pasó, él no tiene recuerdos. Que argumentos me dirá si su mente esta nublada.

— Cariño ¿por qué no dormiste a mi lado? — susurra en mi oído y deja un beso sobre mi cuello. Paso saliva y esa inmensa carga desea salir de mi pecho —. Te extrañé...

Deposita otro beso mucho más húmedo que el anterior. Mi piel vibra y me veo en la obligación de abrir los ojos.

— ¿Te sientes bien? ¿No te duele la cabeza? Ayer te golpeaste duro — digo y siento como huele mi piel.

— Un poco, pero ya tome el medicamento ¿Qué haces aquí? — insiste y suelto el aire.

El frío de anoche me pasó factura, y no me estoy sintiendo muy bien que digamos.

— No quise molestar, y de verdad que necesitabas descansar — me gira rápidamente y sus ojos hacen contacto con los míos... luce diferente.

— ¿Molestar? ¿De cuando acá dormir con mi esposa es una molestia? — deja un beso sobre mis párpados y me aferro a las sábanas. No quiero llorar más — No vuelvas a dormir lejos de mí.

Dice y pienso que esas palabras son por obligación.

— Sherman dijo que debes descansar. Además que anoche trabajé hasta tarde — miento y se echa hacia atrás un poco. Escanea mi rostro y frunce el ceño.

— Se te ve algo cansada — une nuestros labios y el ardor en la garganta se incrementa —. Ve a darte un baño, haré el desayuno.

Se levanta con un sonrisa y se va, dejándome con miles de preguntas. Cierro los ojos y me levanto. Tomo la ducha más larga de mi vida; el agua cae y cae golpeando mi cuerpo. No quiero salir nunca de aquí, no quiero enfrentarme a la maldita realidad. Estoy luchando contra la corriente, yo sola... y el cansancio ya se esta apoderando de mi cuerpo. Las lágrimas se mezclan con las gotas de agua, y por más que sea fuerte; llega ese punto donde todo explota.

El volcán hace erupción de manera catastrófica, y no quiero caminar entre los escombros, recogiendo los pedazos para volver a construir mi vida. Le he dado todo a Gregory, no por obligación, no por qué me toque. No, se lo he brindando por amor, por qué es el hombre con el que me casé. Es el amor de mi vida y así como le juré amor, le he jurado estar con él en los mejores y peores momentos...

— ¿Emma? Llevas mucho ahí dentro — los toques en la puerta me hacen abrir los ojos. El vapor nubla mi vista y cierro la llave del agua —. Voy a entrar.

— No hace falta — digo abriendo la puerta. Paso por su lado y se ve sumamente confundido —. En un momento bajo para que vayamos a la clínica. Recuerda que te van a realizar el TAC.

— Bueno... — musita y abro la puerta del armario. Agarro un vestido cualquiera y me seco el cuerpo —. ¿Que pasa contigo?.

— ¿Podrías dejarme sola? Por favor — pido dándole la espalda.

— Emma...

— Déjame sola.

Se queda en silencio y escucho como la puerta se cierra.

Solo Dios sabe cuanto me duele el pecho ser de aquella manera con él...

Me visto y me hago una cola alta en el cabello. Me miro en el espejo, y estúpidamente me estoy comparando con aquella mujer; ella es rubia, yo soy castaña, sus ojos son de color azul, los mios verdes, ella es mucho más delgada y sus curvas podrían decirse que son perfectas... yo soy delgada, pero siento que me falta carne en algunas zonas de mi cuerpo.

— ¿Qué te pasa Emma? Jamás te habías sentido inconforme con tu cuerpo — me digo a mí misma viendo mi propio reflejo en el espejo.

Dejo todos esos pensamientos de lado y salgo de la habitación. Bajo las escaleras y Greg esta centrado viendo por la ventana.

— Ya estoy lista, vamos.

— No vas comer — afirma sin darme la cara.

— No hay tiempo. Llegaremos tarde a la clínica. Vamos.

Agarro la chaqueta y salgo de la casa sin esperar respuesta. Abro la puerta del auto y entro en el. Gregory sube con el ceño fruncido y en completo silencio llegamos a la clínica.

— Buenos dias, pasen por aquí....

— ¡Gregory! — exclama esa voz a nuestras espaldas. Mi cuerpo se tensa y miro a Greg que también lo hace —. Que casualidad...

— Sí — dice y lo noto nervioso.

— Ya que los veo, me gustaría invitarles a una cena este fin de semana. Será una pequeña celebración por mi regreso y dije; Greg debe estar allí, ha sido mi mejor amigo...

— Emma, Gregory — se calla Sherman al ver a la mujer. La mira de arriba abajo y la ignora completamente —. Ya esta lista a sala, vamos.

— Bueno — contesta mi esposo sin apartar sus ojos de la víbora. Ahora entiendo por qué Frank le dice así —. Jess, allí estaremos...

Si antes me sentía una completa imbécil, ahora me siento como una estúpida pared. Ni siquiera fue capaz de decirle, que lo íbamos a pensar. Además, le dijo "Jess"...

Él la recuerda... y no sé si de buena o mala manera...

— Perfecto — sonríe y lanza un guiño a mi esposo. Da la vuelta y se pierde por las puertas.

— Vamos — digo molesta y me adelanto. Escucho sus pasos detrás mio, pero no es capaz de decirme nada.

Todo esto esta muy mal...

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