XII. Pequeños fragmentos

GREGORY

¿Por que me siento de esta manera? Por que me molesta que otro hombre le agarre la mano y se la bese, por que me enfada que otros brazos la sostengan y por que carajo tiene que reírse en lugar de darme una explicación. A la vez me siento como un idiota por comportarme de esta manera.

Entro a la casa con la sangre hirviendo, cruzo la sala y me tiro boca abajo en el sillón; el dolor de cabeza retumba en mis oídos. Cierro los ojos y una clara imagen atraviesa mis pensamientos.

°°°°

— Ella es Emma Rogers, y desde el día de hoy va a trabajar con nosotros — digo dirigiéndome a mis empleados. Volteo y la chica castaña esta con el rostro sonrojado y sonríe con nerviosismo.

— Pues bienvenida. ¡Que chica tan preciosa! ¿No es así Greg? — exclama Frank frente a nosotros. Le doy una mirada rápida y sonríe con picardía — Soy Frank, el amor del dueño.

— Mucho gusto, Frank — murmura Emma con su cara de evidente sorpresa. Le doy una mirada fría y sonríe.

Frank me ha ayudado muchas veces a espantar lagartas como él mismo les dice.

— Ve a trabajar, Frank — digo con dientes apretados, asiente y cada uno vuelve a su lugar tratando de ocultar las risas — No le prestes atención, le gusta hacer bromas.

¿Porque me tenía que pasar precisamente con ella? Ahora que va a pensar de mí.

— Oh — suelta una risa y me pierdo en su bella sonrisa —. Yo pensé... bueno.

Se avergüenza y su cara como un tomate me enternece. Aunque ya la había visto así de nerviosa hace un año atrás, no puedo negar que sigue luciendo igual de hermosa. Emma se quedó en mis adentros; su esencia es única y me ha atrapado desde el día que la conocí en el albergue de inmigrantes.

— ¿No estarás pensado que juego en el mismo equipo? — doy un paso al frente y niega —. Te puedo asegurar que mis preferencias son más hacia castañas de ojos verdes.

— ¿Qué? — musita y nuestros ojos se conectan. Que mirada más tierna posee la pequeña castaña —. Sr. Lam...

— Dime Gregory, como cuando estábamos en el albergue. Ven, te enseñaré tu lugar.

Asiente sin decir nada más, camino y siento sus pasos tras de mí...

°°°°

— Greg, no debes porque molestarte por el comportamiento de Frank, él siempre ha sido así — abro los ojos y me incorporo rápidamente en el sillón — Él siempre ha sido así, nuestra amistad nunca pasará de ser nada más que amigos por qué...

— Es gay — completo la frase y me mira estrechando los ojos —. Frank le gustan los hombres, él jamas se metería con mi esposa.

Suelto una risa y Emma se acerca y toma asiento a mi lado.

— Cariño...

— Emma, estoy recordando — digo y abre los ojos. Esa sonrisa aparece en sus labios, la misma que me cautivó desde el día que la vi —. Fue un pequeño fragmento, de cuando llegaste a trabajar en el periódico y Frank bromeaba sobre que él era mi amor.

— ¡Dios mío! — jadea y tapa su boca con las manos —. ¿Recordaste algo más mi amor? Sabía, sabía que volverían tus recuerdos.

— No, solo fue ese momento — respondo y llevo mi mano a la cabeza. Me duele demasiado.

— Vamos a la cama, no luces bien. Llamaré a Sherman — asiento y me ayuda a levantar.

Subimos las escaleras y una vez en la habitación, tiendo mi cuerpo sobre la cama. Emma quita mis zapatos y me coloca una cobija por encima.

— Descansa — dice y la agarro del brazo. Sus ojos brillan mucho más que antes.

— Quedate conmigo — pasa saliva y niega con una sonrisa —. Quiero abrazarte, solo hasta que me duerma.

— Greg — susurra y muerde su labio inferior —. Esta bien.

Levanto la colcha y abro mis brazos para recibirla, quita sus zapatos y se acurruca entre mis brazos; apoyando la cabeza en mi pecho y rodeando con su brazo mi cintura. Nos arropo y la abrazo fuerte. En completo silencio hundo el rostro en su cabello y oliendo su delicioso aroma a jazmín, me quedo dormido en segundos.

*°°°°

— Estoy enamorado de ti, Emma — confieso a la chica que esta debajo de mi cuerpo. Sus mejillas tienen un rojo carmesí único y sus ojos brillan intensamente —. Sé mía, solo mía...

Rozo nuestros labios y la siento temblar bajo mi cuerpo.

— También estoy enamorada de ti. Greg — dice sobre mis labios. Sonrío y me adueño de su boca; esto es el paraíso y saber que corresponde a mi amor, me hace sentir el hombre más dichoso.

— Me he contenido por mucho tiempo, ahora declaro que tus labios son mi mayor adicción — susurro y vuelvo a besarla — ¿Quieres ser mi novia, Emma?.

— Sí, Greg — acepta y sonrío. La abrazo contra mi cuerpo y me quedo oliendo su delicioso aroma a Jazmín.

Entonces siempre fue ella. La mujer que amé y que amo es Emma. La chica de mis sueños y dueña de mis deseos siempre estuvo a mi lado.

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