XV. Visita no tan grata

GREGORY

Despierto y lo primero que ven mis ojos es a mi esposa completamente desnuda a mi lado; estas últimas semanas a su lado han sido maravillosas. Emma es una llama de pasión que me enciende en cuestión de segundos. Sus cabellos castaños están desordenadamente por la almohada, su pecho sube y baja con tranquilidad, y sus labios húmedos están medio abiertos. Sin duda alguna es la mujer más hermosa que pueda existir. Me levanto de la cama y me dirijo al baño. Tomo una ducha tranquila y salgo envuelto en una toalla; mi esposa ya ha despertado y al verme, sonríe de aquella manera que pone todo mi mundo al revés.

— Buenos días, princesa — me acerco y me inclino en la cama para dejar un suave beso sobre sus labios —. ¿Has dormido bien?.

— Buenos días, amor — dice un poco adormilada y sonríe —. Dormí de maravilla ¿y tú?.

— Más que perfecto — respondí con una sonrisa, roce nuestros labios y volví a probar del sabor de su boca. Frote mi miembro en su vientre y un gemido se ahogo en mi garganta.

— Mmmm... no, espera Greg, debo asearme primero — murmuró entre el beso.

La tomé de las muñecas y las subí por encima de su cabeza. Profundice el beso enlazando nuestras lenguas. No podré parar hasta no saciarme por completo de mi esposa. Baje mis labios por su barbilla, bajando por su cuello y quedarme un poco oliendo y saboreando su piel. Removí las sábanas hacia un lado, y toque sus redondos senos; apreté y jugué con sus pezones ya endurecidos. Un gemido salio de sus labios al mismo momento en el que deslice mi lengua por la protuberancia. Es una adicción su sabor y cada vez más, quiero estar unido a ella, a ese amor tan puro que me da. Emma es la mujer más dulce y amable que pueda existir sobre la faz de la tierra. De a poco he empezado tener más recuerdos de nuestra relación en el pasado; cuando eramos dos novios y amantes a la vez.

— Greg — gimió y mordí levemente aquel punto tan sensible. Oh, no soporto más, deseo hundirme en sus adentros y quedarme allí para siempre.

Bajo la mano por su plano vientre y dos de mis dedos se esconden en su interior; los muevo en círculos muy lentamente mientras sigo chupando su endurecido pezón. Curvo los dedos y entro más a fondo. Me separo de su seno y vuelvo a probar sus labios. Sus gemidos son más finos que la seda; acarician mis oídos llenándome de placer.

— Me tienes loquito por ti — susurro contra sus labios y muerdo suavemente su labio inferior. Marco un ritmo torturador y acelero cuando me chupa con fuerza —. Emma ¿Te volverías a casar conmigo?.

Una corriente me traspasa en el momento que curva la espalda y estalla en su clímax. Saco los dedos y acaricio suavemente ese botón hinchado. Lamo sus labios secos y sus fluidos me empapan los dedos por completo. Me incorporo un poco y quito la odiosa toalla.

— Sí, mi amor. Me casaría contigo una y mil veces más. No solo en esta vida, si no que en la muerte también lo haría — dice una vez recobra el aliento. Sonrío y me meto entre en sus piernas —. Te amo, Gregory Lam.

— Te amo, Sra. Lam — susurro y me hundo en su interior de a poco.

Beso sus labios hinchados y acaricio cada una de sus curvas, mientras bailo en su interior con fervor. Gemidos y el chapoteo de nuestros cuerpos chocando entre sí, es lo que se percibe en nuestra habitación. Es un despertar glorioso, lleno de amor. Emma se ha incrustado en mi alma una vez máses ¿Es posible enamorarse de la misma mujer dos veces? Por supuesto. Emma lo ha logrado por segunda vez. Sus atenciones, su dedicación, su amor; por cada uno de sus actos, es lo que me ha hecho volver a enamorarme de ella.

No cabe duda que cuando una persona esta destinada para ti, así caigan los cielos, el amor quedará ahí; creciendo y fortaleciéndose con el pasar del tiempo. O como es en nuestro caso, ni la perdida de mis recuerdos ha desecho el amor que mi corazón siente por el de ella.

Cansado y rendido, caigo a un costado de la cama. Emma es la droga que mi cuerpo necesita a cada instante, y a su vez, es la cura de mis recuerdos perdidos. El sol ilumina la habitación por completo, pero el calor de su cuerpo me atrapa a seguir abrazado a ella.

Es domingo, por ende no vamos al periódico. De a poco he empezado a retomar el periodismo. Emma y Frank me han ayudado mucho a retomar mis labores, y esa pasión hacia la carrera que decidí realizar para mi vida; ha vuelto. Es como si mis capacidades nunca se hubieran ido.

Sherman me ha realizado varios estudios y mi memoria va por buen camino, según él, puede que la recupere por completo dentro de poco. Me da un tiempo de un mes, y eso es mucho tiempo.

— Muero de hambre — dice Emma con voz ronca, removiéndose entre mis brazos —. Amor, hemos pasado toda la mañana en la cama.

— Me gusta estar así contigo — respondo y dejo un beso sobre su hombro desnudo —. Pero si la reina tiene hambre, pues le daré de comer.

Ríe y se levanta de la cama para perderse en el baño, a los pocos segundos escucho correr el agua. Sonrío y me levanto de la cama. Me coloco una sudadera y una camiseta gris y bajo al primer piso. Mientras estoy preparando algo de comer el timbre de la casa suena haciendo eco en el silencio. Frunzo el ceño; Emma no me dijo nada de que alguien venía. Limpio mis manos con una toalla y Emma grita:

— ¡Yo abro! — no respondo y sigo untando la mantequilla en el pan tostado —. ¿Ustedes que hacen acá?.

Dejo todo sobre la mesa y camino hacia la sala principal. El tono de voz que uso Emma salió borde.

— No es obvio, vinimos a visitar a nuestro hijo — zanja una mujer completamente desconocida para mí. Lo que quiere decir es que estas dos personas frente mío son mis padres —. ¡Mi niño, que bueno que estés bien!.

— Vaya, después de un año sin aparecer, ahora si les preocupa como esta su hijo — Emma esta furiosa mientras sostiene la puerta con fuerza —. ¿Qué paso con eso que me habían dicho por el teléfono hace un año cuando les avisé? Hagan memoria.

El hombre y la mujer de edad avanzada se miran entre sí, sin embargo, no son capaces de afrontar a mi bella esposa.

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