Mi segundo amor.

...Capítulo IX...

En una de esas fiestas de bacanal, conocí a mi segundo amor, si que me enamorara una vez era extraño, imagínense hacerlo dos veces, pero vuelvo y repito, esa era mi vida en ese momento y cualquier mínima muestra de afecto hacia mí, hacia que yo me aferrara como al único Rayo de esperanza que me quedaba.

El evento comenzó igual, como todos los anteriores, todas las chicas estaban vestidas de blanco, a excepción de las vírgenes que eran la que se subastaban.

Cada vez que se hacían una de estas fiestas, yo no podía evitar mirar hacia el escenario y ver la cara de esas nuevas mujeres y niñas, ese rostro puro, inocente y de terror que yo tuve en algún tiempo, cada vez que veía esos rostros sentía mucha pena por ellas y no podía evitar preguntarme mentalmente: '¿Que estarán pensando?', yo en ese momento pensaba en encontrar una oportunidad para escapar, pero nunca la pude hallar.

'¿Que tan aterrada están?', recuerdo que en ese momento, yo estaba tan asustada que me temblaban las piernas y no dejaba de mirar a los hombres que pujaban por mí. Tampoco pude evitar preguntarme si tenían familia, si estarían buscándola y dónde la habrán secuestrados.

Mientras mi mente divagaba, se me acercó un guardia de seguridad para informarme que habían pedido por mí, como ya le había dicho, en ese momento yo ya era como un elefante de circo, sumisa y obediente, por lo que solo asentí y me dirigí a la habitación R10.

Mi cuerpo se estremeció cuando supe la letra de la habitación.

La verdad, no sabia cuánto tiempo llevaba en ese infierno, pero lo que si sabia, era que las habitaciones de R1 a la R10, eran habitaciones especialmente ambientadas para el sado-masoquismo.

Respiré varias veces antes de entrar y me encontré con un hombre semidesnudo fumando, yo le calculaba como unos 27 o 30 años de edad en ese momento, era de piel Morena clara, su contextura era media, no estaba ni muy Delgado, ni muy gordo, su abdomen no se veía tonificado pero tampoco grasiento, su estatura era como de 1.80 o más, la verdad, era bastante alto.

Como siempre, yo me quedé parada hasta que él me mandara a obedecerle, sin embargo; ya tenía un buen rato de pie, pero él no me decía nada, ya yo me estaba poniendo más nerviosa de lo que estaba, pero no me atrevía a hablarle, tenía un aura que transmitía terror.

Él no me habló, ni me miró, hasta que se terminó su cigarrillo, se detuvo delante de mí, me miró de arriba a abajo y dijo con una voz dominante — Quítate la bata—.

Con mis manos temblorosas desate el nudo y la saqué de mi cuerpo, dejándome completamente desnuda.

Él volvió a mirarme de arriba a abajo y dio una vuelta alrededor de mí, mientras me observaba y tocaba, tocó mis glúteos, espalda, cabello, senos, brazos, abdomen, cuello y por último mi rostro.

— No estás mal, creo que te usaré por un tiempo—. Me dijo, a la vez que con una mano agarraba mi barbilla para que lo mirara a los ojos.

Cuando escuché sus palabras, mi mente pidió ayuda en silencio, todas las chicas sabían que las mujeres que iban muy seguido a las salas R, no duraban mucho, muchas morían en el intento, dependiendo del agresor, ahí te flajelaban, algunos te mutilaban, te ahorcaban, habían penetraciones muy dolorosas que causaban desgarres severos, en algunos casos, habían algunos hombres que daban electroshock, por eso, cada vez que nombraban esa sala, la mayoría de las chicas temblaban de terror.

El hombre me amarró los brazos a una cadena que guindaba del techo, también sujeto mis pies con las correas de cuero que se encontraban en el suelo y me amordazó que estaba hecha con una correa de cuero y una bola de goma roja en el medio, esa bola de goma roja, quedaba dentro de mi boca, obligándome a morderla, a veces era bueno, porque podía morder la goma y drenar un poco el dolor y la frustración, pero cuando se usa por mucho tiempo, la mandíbula empieza a doler, aunque comparado con lo demás, el dolor de la mandíbula era muy leve.

Cuando pensé que había terminado de colocarme todo lo que quería, agarró un collar de cuero con una cadena, colocó el collar en mi cuello y lo apretó, yo gemi de dolor, sentía que no podía respirar, él hombre lo notó y lo aflojó un poco, en ese momento sentí un poco de alivio y di varias bocanadas grande de aire.

Luego de haberme colocado todo, comenzó el verdadero juego, primero prendió una vela roja, la colocó frente a mí para que yo notará como se consumía, cuando empezó a derretirse poco a poco, el hombre caminó y se colocó en mi espalda, dejando caer la espelma caliente en mi piel, al sentir el ardor de mi piel quemándose, mordi la bola roja que tenía entre mis dientes.

Él hombre hizo esto varias veces, pero a diferencia de los demás, este era más callado, no me decía nada, mientras me quemaba con la espelma caliente, comenzó a pasar sus dedos largos sobre mi vagin*.

— Estás muy seca—. Dijo con disgusto, en mi mente solo podía decir, ' Que pensabas maldito, ¿Qué lo disfruto?, ¿acaso no sabes que esto es una violación?'.

Él dejó de tocarme por un rato, hasta que volví a sentir sus dedos otra vez sobre mí, pero esas vez sus dedos se sentían húmedos y fríos, en ese momento con manos y pies atados, yo no podía ni moverme, a duras penas y podía quejarme del dolor, aunque en ese momento no estaba sintiendo ningún tipo de aflicción.

Pasaba sus dedos tantas veces, que inconscientemente comencé a pensar en Robert, lo bien que estaba cuando el estaba conmigo, cuando me cuidaba y no dejaba que nadie a parte de él, me tocara, hasta que llegó su padre y me devolvió a la realidad.

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