...Capítulo II...
Los piratas, nos llevaron a uno de sus barcos, en donde habían más hombres armados, nos ingresaron en cabinas por grupos, de la misma forma en que nos sacaron, (niñas, adolescentes y mayores de 25 años).
Flor estaba muy asustada y no paraba de llorar, yo también lo estaba, pero luego de presenciar la muerte de mi padre, quedé en shock, caminaba y hacía todo lo que ellos me pedían en modo automático, como si mi espíritu, hubiera abandonado mi cuerpo.
Nos obligaron a sentarnos en el suelo, flexionando nuestras rodillas y apoyando la cara en ellas, dos hombres armados nos custodiaban y solo nos daban agua y arroz, para ir al baño, teníamos que hacer en cubetas, delante de las demás personas, obviamente en ese tiempo, nadie supo lo que era, darse una ducha.
¿Se imaginan tener que hacer sus necesidades delante de otras personas?, es humillante, pero era la única manera que teníamos de sobrevivir, seguir todas las órdenes, sin rechistar, esa era la única carta que podíamos jugar, para poder seguir respirando.
La verdad, no se cuantos días pasaron, ya que en la cabina donde estábamos, todo estaba cubierto y no entraba ni un Rayo de sol, pero de lo que estoy segura, es que fueron más de dos días.
En ese tiempo que nos tuvieron en cautiverio, mi mente solo divagaba, ¿Qué estará pensado mi madre?, ¿estará preocupada?, ¿cómo reaccionará cuando se entere de la muerte de mi padre?, ¿pensará que yo también estoy muerta?, ¿soportará la pérdida de los dos?.
Esas preguntas rondaron por mi mente un buen tiempo, pero aún corría sangre por mis venas y tenía que hacer todo lo posible para salir de ahí con vida.
Es en esos momentos, en donde te das cuenta de cuánto aprecias tu vida y cuán importante es tu familia para ti, solo cuando te ves al borde de la muerte es que comienzas a valorar la vida.
El barco se detuvo por un tiempo y varios hombres nos sacaron de la cabina, yo pensé que habíamos llegado a tierra firme y en mi mente me di aliento, en lo que viera una oportunidad, debía escapar, eso era en lo único que pensaba.
Sin embargo; para mi decepción, aún estábamos en medio del océano, solo salimos, porque nos trasbordaron a otro barco.
Al pisar el tercer barco, nos dimos cuenta que habían más mujeres adentro y ya los piratas que nos habían asaltado, no estaban con nosotras, ahora eran otras personas, lo peor de todo, es que estos hombres estaban doblemente armados y tenían más seguridad.
A todas las mujeres nos llevaron a darnos una ducha, nunca antes en mi vida había disfrutado tanto de una ducha, en esos momentos es cuando te das cuenta, que solo extrañas las cosas y la disfrutas, cuando éstas, están ausentes.
Me llamarán loca, pero mientras me duchaba recordé la canción de: — Passenger - Let her go—.
"Solo necesitas la luz cuando se está consumiendo, solo echas de menos el sol cuando empieza a nevar, solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar.
Solo sabes que has estado bien (alto, en una buena racha), cuando te sientes de bajón, Solo odias la carretera cuando echas de menos tu casa, solo sabes que la quieres cuando la dejas marchar y la dejas marchar".
Creo que esa canción describía a la perfección lo que yo estaba sintiendo y experimentando en ese momento, " Extrañaba darme un buen baño, solo porque tenía días sin hacerlo, extrañaba a mi familia, porque no sabía si la volvería a ver, me aferraba a la vida, solo porque sabía que estaba en peligro".
La ducha terminó y nos llevaron a una sala gigante, en ese lugar, todas usaban batas blancas y habían tres médicos y dos enfermeras, cuando vi lo que estaba frente a mí, mi cuerpo se estremeció, obviamente al ver médicos, pensé lo peor, ' Nos van a matar, venderán nuestros órganos', eso era lo que pasaba por mi mente en ese instante.
Pero lo que yo no sabia, es que éramos más útiles, viva que muertas, estando con vida, haríamos más dinero para ellos.
En el lugar habían 10 camillas y íbamos pasando de diez en diez, el médico me realizó un examen de sangre y luego comenzó a revisar todo mi cuerpo, primero me mando a quitarme la bata Blanca, yo obviamente no quería hacerlo y por instinto me abrace a mi misma, uno de los hombres armados se acercó y me dijo en Inglés. —Haz lo que te dicen—.
Como yo aún estaba sorprendida, no reaccioné a sus palabras y me quedé parada inmóvil, a lo que él volvió a hablar pero esta vez en español.
—Quítate la bata y acuéstate en la camilla—. Lo más seguro, era que pensaba que yo no entendía lo que me decían.
Cuando lo escuché hablar en español, fue que caí en cuenta de lo que me estaba diciendo, así que, hice lo que me dijo y me quité la bata, automáticamente quedé completamente desnuda delante de todos, aunque yo no era la única, las chicas en las otras camillas, estaban igual.
El médico me dijo que me acostara en la camilla, esta vez, el doctor también habló en español, luego de acostarme, comenzó a revisar todo mi cuerpo y a anotar en un cuaderno, yo no tenía ni la remota idea de lo que estaba haciendo.
Lo peor y lo más vergonzoso, fue tener que abrir mis piernas para que revisara mis partes íntimas, aunque estaba acostada y no lo podía ver, sentía como me tocaba la vagina, nunca nadie lo había hecho aparte de mí, yo nunca había estado con un hombre en mi vida, mis lágrimas comenzaron a rodar por mi mejilla, volteé mi rostro y vi como a Flor le estaban haciendo lo mismo.
Pude notar como el doctor le pasaba un hisopo por su vagina, por lo que supuse, que a mi también me estaban haciendo lo mismo, cuando vi la cara de Flor, me di cuenta que ella estaba llorando igual que yo.
Lo que ambas no sabíamos en ese momento, era que esas lágrimas, no eran nada en comparación con lo que iba a suceder después.
Al terminar la revisión, nos llevaron a otra cabina, en ese lugar a todas nos vistieron con short y playera blanca, las mujeres eran diferentes, ya no estaba con solo adolescentes, estaba con niñas, mujeres mayores de 25, aunque de esta edad no habían muchas, la mayoría eran niñas y adolescentes, mi único consuelo, era que por lo menos Flor estaba conmigo, era una cara conocida.
Flor no paraba de llorar y me susurró al oído. —Creo que nos van a prostituir—.
Yo solo me quedé callada, no era que yo no lo sospechara, eran obvias las señales, pero no me atrevía a decirlo, en mi mente solo estaba la idea de conseguir la primera oportunidad para huir.
La incertidumbre, el temor y el desespero que se sienten en ese tipo de situaciones, es una de las cosas más espantosas que pude experimentar, no obstante; en ese momento yo solo estaba en pañales, el verdadero infierno aún no había llegado.
Muchas veces durante el cautiverio pensé, en como sería si pudiera regresar el tiempo y no insistir en ir con mi papá a Trinidad y Tobago, mi padre se hubiera ido en avión y en esos momentos estaría trabajando, yo por otro lado; estaría con mi familia, ayudando a mi madre y preparándome para entrar a la universidad.
Pero ahora estaba allí, lista para ser entregada como una mercancía, de igual forma, ya no valía de nada arrepentirse, si tuviéramos el poder de regresar el tiempo, nada malo pasaría en nuestras vidas, ¿cierto?.
El barco por fin llegó a tierra firme, cuando nos sacaron de la cabina, afuera todo estaba oscuro, no podía saber que hora era, pero por el cielo, se notaba que era de madrugada y pues era más que evidente que ese tipo de contrabando lo harían a esa hora.
Con mi vista empecé a escudriñar el lugar para poder escapar en cualquier momento, cualquier oportunidad que encontrara, saldría corriendo hasta encontrar ayuda, no sabia como, cuando, o a donde ir, lo único que podía observar en esos momentos, era que estaba en un puerto, pero lo que si sabia era que debía huir de allí lo más rápido posible.
A todas nos escoltaron a un bus vans de color gris, mi primera oportunidad de escapar había pasado, era imposible salir corriendo con todos esos hombres armados siguiendonos la espalda.
Inmediatamente después de subir a la vans, nos colocaron capuchas negras en la cabeza, no podíamos ver nada, lo único que podíamos hacer era escuchar el ruido se la carreta y uno que otro llanto.
Por más que intenté ver, a través de la capucha, no lo logré, era demasiado oscura, por lo tanto; no sabía dónde estaba, podíamos estar en China y no lo sabía, porque no podía ver ni un simple letrero.
Yo pasé mi viaje en silencio y volvía a repetir en mi mente, ' encuentra una oportunidad y sal corriendo lo más lejos que puedas, pide ayuda, solo una oportunidad necesitas, solo una'. Ya saben, la fe es lo último que se pierde y en esos momentos, yo tenía la mía en un cien por ciento.
Cuando la vans se detuvo, a todas nos bajaron aún con las capuchas puestas, no nos la quitaron hasta estar adentro del lugar.
En el momento en que mis ojos se acostumbraron a la luz, por primera vez a lo largo de ese horrible viaje, vi algo hermoso, no puedo negarlo ni mentirles, el lugar, era realmente una belleza.
En el medio, había una gran sala con un piso de madera reluciente, estaba tan limpio que podías ver tu reflejo, el salón estaba al aire libre, no habían paredes, el techo estaba sostenido por cuatro columnas que estaban en cada esquina, dichas columnas eran gruesas y con un diseño al estilo romano, así que por un momento pensé, '¿Será que estamos en Italia?'.
Sin embargo; más adelante descubrí, que las columnas y decoración al estilo romano, era por otra cosa muy diferente a lo que yo me imaginaba.
Siguiendo con la descripción del lugar, les puedo decir que el salón que les acabo de mencionar era bello, pero nada comparado con sus alrededores, definitivamente el que construyó el sitio, era un genio, espero que no haya sabido, para que iba a ser utilizado.
El salón estaba rodeado de hermosos árboles y plantas de muchos colores, las plantas, arbustos y árboles se veían muy bien cuidados, el color verde de la grama, era muy vivaz y aunque no lo crean, nada más de ver el lugar, transmitía paz.
No solo contando con eso, a lo largo se veía una hermosa cascada, el agua que bajaba era cristalina y desembocaba en un pozo.
El flamante jardín, también tenía caminos y asientos de madera, para que pudieras recorrerlos y descansar, sin necesidad de pisar la hermosa grama, o bueno, en esos momentos eso era lo que yo pensaba.
El jardín era muy amplio, tanto así, que con solo mirarlo desde el salón no podías verle fin, en ese momento pensé, ' ¿Que habrá al final del jardín?, ¿si salgo corriendo podré escapar?'.
Por supuesto que en ese instante no iba a salir corriendo, si lo hubiera hecho, era más que seguro que me iban a asesinar, el lugar estaba muy custodiado, yo solo tenía que esperar la oportunidad de estar sola y huir.
En medio del salón, estábamos paradas, quince chicas y ocho hombres armados, las chicas que estaban a mi lado debían tener entre unos 14 y 28 años, las niñas menores de 13 se la habían llevado a otro lugar.
Yo estaba perdida en mis pensamientos, cuando un hombre con un traje negro, de aproximadamente unos 50 años se acercó, no podía ver su rostro, ya que tenía puesto una máscara, pero por su voz, su cabello y sus manos, calculé que era mayor de cuarenta años.
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Comments
Martha Padilla
Que espantosa experiencia 😢😢😢
2022-03-16
3
Farfan Vallejos Elizabeth Gloria
malos hombres 😭😔😢😭😭😔😢😭😔😢😭😭😔😢😭😔😢😔😭😭😔😢😭😭 eso se. llama trata de blanca
2022-02-15
3