...Capítulo IV...
Cuando sentí su aliento en mi cuello me dio mucho asco, estaba muerta del miedo, tanto así, que no pude responder su pregunta, aunque con solo ver mi cuerpo temblando, era más que evidente que estaba aterrada.
— Responde cuando te hablo zorra—. Volvió a susurrar y me agarró del cuello, obligándolo a mirarlo a los ojos.
Mis lágrimas caían sin parar y en un sollozo, volví a decir — Por favor no me hagas nada—.
— Eso me gusta, sigue rogando—. Dijo el hombre y me bajo la ropa interior, mis piernas se movían sin parar de los nervios.
El hombre se alejó y me miró de arriba a abajo, en sus ojos se veía el placer de verme aterrada, yo levanté la mirada y pude notar que todo su cuerpo estaba lleno de cicatrices, en el pecho, en el abdomen, los brazos, hasta en el cuello las tenía.
— ¿Que miras?, ¿sabes que si me da la gana puedo dejarte así?, o hasta peor, con dinero puedo hacerte lo que me de la gana, tu no vales nada, tu vida no vale nada, maldita zorra, así que quita esa puta cara de una vez—. Gritó el hombre furioso.
Sus palabras me asustaron tanto que inconscientemente baje la mirada, pero eso en vez de calmarlo, lo molestó aún más, — ¿Por qué bajas la mirada?, ¿te doy asco acaso?—. Volvió a rugir molesto.
—No, yo no, yo...—. Fueron las únicas palabras que pude decir.
Pero fueron interrumpidas por el agarre del hombre, con sus manos apretó fuertemente mi quijada y me exigió que le besara y le lamiera las cicatriz.
Yo me quedé paralizada, hasta que el hombre me agarró del cuello y me empezó a ahorcar, en mi desesperación por respirar lo único que escuché fue —Haz lo que te digo o te mato—. Al terminar sus palabras, me soltó y inmediatamente comencé a toser desesperada en busca de aire.
Asustada como me sentía, no me quedo más opción que hacer lo que me pedía, acerqué mis labios temblorosos a su pecho y comencé a besar sus cicatrices.
Aunque no lo veía, podía sentir su mirada imponente desde arriba, en esos momentos quería ser como la chica de las películas, que cuando están en un momento de peligro, llega alguien justo a tiempo a salvarla.
Pero en mi caso, yo no era una chica de película, era una chica de la vida real y lo peor de todo, es que en ese lugar habían cientos de personas, tanto niños como hombres y mujeres de la vida real, que tambien estaban esperando que alguien los salvara.
En un rápido y fuerte movimiento, el hombre me agarró del cabello y me llevó al sillón tantra, me tiró, dejándome boca abajo y con las piernas abiertas, yo solo lloraba sin decir nada más.
Pude sentir como pasaba su pene por mi vagina y me susurró al oído — Si me convences, te dejaré libre hoy, ¿que te parece?—.
En mi dulce ingenuidad, comencé a preguntarle que quería, que haría cualquier cosa que me pidiera, pero que por favor no me hiciera nada.
Ya les había comentado que a él le encantaba el poder, le fascinaba que le rogaran, por lo que mis súplicas solo intensificaron su deseo.
Mientras yo le rogaba, el hombre me penetró sin piedad, sentí un fuerte dolor, fue como si me estuvieran metiendo una puya dentro de mí, ya me habían dicho que la primera vez era doloroso, pero en mi caso el dolor se multiplicó por mil.
El hombre seguía penetrandome con dureza y me volvió a susurrar al oído. — Lo siento, pero no me convenciste—.
En ese momento, yo solo podía llorar y quejarme del dolor, en mi desesperación le pedí varias veces que parara pero nunca lo hizo, en cambio; intensificó sus movimientos.
Luego de un tiempo, el hombre paró, pensé que mi noche de tortura había terminado, sin embargo; el hombre solo estaba cambiando de estrategia.
Me llevó al medio de la habitación y amarró mis muñecas en las cadenas, mi cuerpo quedó completamente suspendido, el hombre agarró mi barbilla con una de sus manos y me obligó a mirarlo.
Me tomó de las caderas, obligándome a colocar mis piernas alrededor de su cintura, aunque yo no quería, tenía que hacerlo, ya que si no, los brazos comenzaban a dolerme.
El hombre volvió a embestirme con la misma furia que la primera vez, no obstante; esta vez era más asqueroso, porque me estaba mirando a los ojos, gozaba con mi dolor, lo excitaba mi sufrimiento.
El ardor que sentía dentro de mí era insoportable, solo quería que parara, pero como yo sabía que no lo iba a hacer y que si le rogaba, él iba a disfrutar más, decidí, quedarme callada, por más que me estuviera muriendo por dentro, decidí no decir ni una palabra más.
A ese tipo de personas, no le da placer el tener sexo, le da placer el poder dominar a alguien mediante el sexo, se sienten poderosos, por eso los excita tanto cuando le piden piedad.
Como el hombre vio que me quedé callada por un buen rato, eso lo irritó, —Yo no pague por una muda—. Gritó, mientras con una de sus manos, me pellizcó el pezón derecho, por más que intente aguantar el dolor, no pude y solté un quejido.
— Deja de hacerte la dura o te haré cosas peores—. Bufó el hombre, penetrandome cada vez más fuerte.
Luego de varias estocadas, sentí como él se estremecía, sacó su pene de mí y se quitó el preservativo, pensé que el infierno había terminado, pero la verdad, es que solo estaba empezando.
El hombre me dejó guindada por un largo tiempo, mientras él se tomaba un trago de whisky, —No pienses que esto ha acabado, pague mucho dinero por ti y este juego apenas empieza —. Dijo riéndose a carcajadas.
Yo lo miré con terror y al ver mi mirada, su risa se intensificó, —¿Me pregunto si el culo lo tendrás igual de estrecho que tu vagina?—. Cuando escuché esas palabras salir de la boca de aquel infeliz, supe de antemano a que se refería con eso.
— No, no, por favor no, haré cualquier otra cosa, por favor, por favor—. Inconsciente y por el terror que sentía, volví a pedir clemencia.
— ¡Ahhh!, ahora si me pides ¡por favor, por favor! ¿no te estabas haciendo la valiente hace rato?, ¿qué pasó?, ¿el León se convirtió en gatito?—. Bufó el hombre, a la vez que imitaba mis súplicas en señal de burla.
El hombre se acercó y me liberó de las cadenas, colocó mis manos en mi espalda y las esposó, él se volvió a sentar en el sillón con su bebida y me obligó a arrodillarme delante de él.
—¿Que esperas?, chupa, si lo haces bien, prometo no tocarte lo que aún tienes virgen—. Dijo el hombre, mientras agarraba su pene con una de sus manos.
Nunca antes había sentido tanto asco en mi vida, pero tuve que aguantar las ganas que tenía de vomitar, me acerqué y metí su miembro en mi boca, aunque no lo había hecho antes, sabía que tenía que mover la cabeza de arriba hacia abajo y eso fue lo que hice.
Él agarró mi cabeza y me obligaba a metermelo cada vez más, hasta que escuchaba las arcadas que hacía por las náuseas que me provocaba.
—Vamos, chupa con más interés, ponle más emoción, no me hagas cambiar de opinión—. Se quejó.
Cada vez que ese hombre hablaba yo me ponía más y más nerviosa, en uno de mis movimientos sentí como él me apartó de golpe.
Me levantó por el brazo y me arrojó boca abajo a la cama, yo caí de un solo golpe, tenía las manos atadas en la espalda por lo que no podía amortiguar el golpe con mis manos.
El hombre levantó mis caderas y comenzó a pasar los dedos por mi vagin*, estaba tan adolorida que cada vez que lo hacía, sentía un inmenso ardor.
Luego comencé a sentir como uno de sus dedos, entraba lentamente en mi ano, yo empecé a moverme desesperada, daba patadas y le recordaba que él lo había prometido.
A lo que él respondió con un tono burlesco, — Niña, como vas a confiar en la palabra de un hombre que no conoces, ¿no te dijo tu mami que no puedes confiar en los extraños?—.
El hombre introducía y sacaba su dedo, mientras yo gritaba y me movía, luego pasó de un dedo a dos, pero lo peor fue cuando introdujo su pene.
El dolor en mi vagina no era nada comparado al dolor que sentía en el ano, el último era literalmente insoportable, eran tan insufrible, que me desmayé por unos segundos.
No sé, cuánto tiempo duré así, pero sé, que no fue mucho, porque cuando desperté el hombre aún seguía penetrandome, puede ser que no lo haya notado o que simplemente lo haya ignorado.
Mi cuerpo se movía con cada embestida y yo solo me quejaba del dolor, en mi mente, solo pedía que todo acabara rapido.
Él acabó y se alejó de mí, se fue directo al baño y yo me quedé ahí en la cama tirada, con mucho dolor y sangrando.
El dolor físico que sentía era insoportable, pero el dolor emocional, no tenía comparación, solo quería morir, desaparecer.
El hombre abrió la puerta y se fue, yo me quedé en la cama con las manos esposadas, hasta que uno de los hombres armados del Edén fue a buscarme, me soltó las esposas y me dio una bata de baño, eso fue lo único amable que hizo alguno de esos hombres por mí y no lo hizo por amabilidad, sino por protocolo.
Me llevaron al área de baño, me di una ducha mientras lloraba y me quejaba del dolor, el piso se llenó de agua y sangre, a la vez que pasaba fuertemente el jabón sobre mi cuerpo, para borrar todo tipo de rastro, huella y olor desagradable de aquel malnacido, el hombre armado que me estaba vigilando, solo miraba fríamente mi desgracia, supongo que está acostumbrado a ver la misma desgracia todo el tiempo.
Al terminar, me llevaron al área de enfermería donde un médico me revisó, le informó al hombre que me vigilaba, que había sufrido desgarre an*l y vagin*l, pero que no era nada grave.
mientras el médico hablaba con el hombre, yo aproveché la oportunidad para escribir en la libreta del medico.
"Ayúdame por favor, llama a la policía". Fue la nota que decidí dejar, sin embargo; cuando el médico se dio cuenta de la nota, la agarró, me dio una mirada entre susto y reproche, luego rompió la nota y la botó a la papelera.
Cuando llegué a la habitación, habían varias de mis compañeras tiradas llorando, flor aún no había llegado, yo no quise decir nada, así que solo pasé a sentarme y a divagar en mis pensamientos a formular preguntas como:
¿Cómo te imaginaste tu primera vez?, ¿lo hiciste con alguien que amabas?, ¿te gustó?, ¿te arrepientes?. Estás son preguntas que seguramente has hecho o has respondido alguna vez. Sin embargo; para mí, todas esas respuestas son negativas en mi vida.
Creo que todas las mujeres piensan en perder su virginidad con el hombre que aman, en entregarle su primera vez a aquella persona que se haya ganado su corazón, yo no era la excepción, yo también quería eso en mi vida.
Culturalmente hablando, en lo mayoría de los países, la primera vez en que tienes relaciones sexuales con alguien, es algo importante, mi madre siempre me decía que la primera vez que estuviera con un hombre, debía amarlo, debía estar segura de hacerlo, debía gustarme y que si me arrepentía, podía detener el acto cuando quisiera y por último que debía cuidarme, ser responsable.
En este caso, lo único que se cumplió en mi vida, fue lo de cuidarme, ya que el hombre usó preservativo en todo momento, esa era una de las reglas del Edén, no podía haber acto sexual sin condón.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 35 Episodes
Comments
Eugenia Venegas Oyarzo
estos Degenerados se olvidan que nacieron de una Mujer, que tienen hermanas y demás Familia y que el Famoso KERMA ..SIGUE 😤🤬😤
2023-05-03
2
𝄟⃝Mary𝄟⃝💞
😭😭😭😭😭
2023-02-24
1
𝄟⃝Mary𝄟⃝💞
desgraciado
2023-02-24
1