Llegué a la escuela acaparando la mirada de todas las chicas, incluso algunos chicos no apartaban la vista. Era lo mismo de siempre, yo era el centro de atención y me gustaba serlo.
¿Por qué ella no me veía? Ella no era tan importante, ni siquiera entendía porque me preocupaba. Yo podría tener a la mujer que quisiera, entonces ¿Por qué me siento de esa manera?
—Hola, ¿Qué tienes? —Lucas se pegó como siempre, a él le gustaba rodearme por los hombros con su brazo.
—Hola, Lucas. Nada, necesito hablar contigo y los demás. —Le comenté yendo a mi asiento y él puso una expresión confusa.
Las horas estaban pasando muy lentas. Mientras el maestro explicaba álgebra, yo me centré en escuchar las hojas de los árboles moviéndose por el viento. Y la observé, su cabello estaba trenzado y llevaba un listón en la punta de color rojo. La brisa entró por la ventana despeinando su hermoso peinado. Ella se arregló un mechón detrás de la oreja y yo sonreí inconscientemente.
—¿No hablaron de ese tema el otro año? —La voz de Lucas me sorprendió. Su asiento estaba detrás del mío. —¿Recuerdas?
—Creo, no sé. —Respondí con algo de cansancio en la voz. —¿A dónde se fue Chris? —Miré el asiento vacío, Lucas hizo una expresión de duda, «¿hum?».
—En el baño. —Evan se metió a la conversación. —Se fue a follar a una golfa. —Se burló. Arrugué las cejas, no estaba contento por su forma de hablar pero, también me sentiría como un hipócrita si lo regañaba por eso.
—García, Vera y los demás, hagan silencio. —El maestro nos llamó la atención y ellos se acomodaron mejor.
En el receso, Jonathan estaba sentado frente a mí, últimamente, se había viciado de un nuevo juego y no soltaba el teléfono por nada del mundo.
—¡Cierto! ¿De que querías hablar con nosotros? —Lucas me preguntó.
—No haré la apuesta. —Ellos se sorprendieron. En ese momento llegó Chris, con la ropa mal abotonada. Y marcas en el cuello.
—Hombre, vamos. ¿En serio vas al lado contrario?
—Mierda, olvídenlo. —Me molesté horrible. —Solamente, me parece horrible jugar con una chica de esa manera. No tengo hermanas pero, mierda, que horrible sería si se lo hicieran a una hermana mía o algo. ¡Entiendan! —Me levanté y los dejé solos en la mesa.
No era tan difícil de comprender, esas chicas realmente se enamoraron de ellos pero, yo… también era igual que ellos. Mis anteriores parejas apenas duraban un mes. Ni siquiera tenía derecho de llamarlo una relación, era la misma mierda que esos encuentros casuales.
Miré abajo, las personas se veían como unas hormigas. Me encontraba en la azotea, cansado, aburrido de todo lo que me pasaba, sentía que había fallado. Fracasé por completo.
—Me gustas. —Me giré sorprendiéndome al verla parada ahí, viéndome con una expresión indescifrable. Una mirada extraña y aparentemente nerviosa.
—¿Qué? Te dije que no tenías que ayudarme. —Me alejé del borde y me acerqué a ella.
—No es una broma. —Ella sonrió mientras yo me quedaba pasmado, confuso, no entendía nada. ¡Qué giros! Estaba mareado con las vueltas que daba el destino, sí, tenía que ser el destino.
—No juegues con eso. —Le dije. Iba a irme pero, ella me sostuvo la mano.
—No, no estoy jugando. —Me soltó y luego dijo. —Seamos amigos.
Ah, se refería a eso. Me sentía peor ahora.
—Está bien.
La dejé en la azotea y fui a abrir la puerta que llevaba a las escaleras. Halé y ellos cayeron frente a mi, ¿me siguieron?, ay, no.
—Hasta a mí me dolió. —Jonathan dijo, luego levantó su cara del suelo.
—Cállense. Estoy molesto con ustedes.
Pasé de ellos y bajé las escaleras sintiéndome avergonzado. ¿Por qué ella era así? Me subió hasta arriba y me dejó caer desde lo alto, ¿O subí solo y me dejé caer pensando que habría un trampolín?
Las últimas horas me las pasé en mi propio mundo, ni siquiera había notado que Amy me estaba hablando hasta que gritó mi nombre, causando que yo diera un brinco algo sorprendido.
—¿En qué piensas Ethan? Te llamé varias veces. —Su mirada era tierna, dulce y un poco coqueta. Supongo que el beso la había dejado más interesada en mí, pero, ahora no buscaba una relación. Tuve muchas experiencias que terminaron en una ruptura, y aunque fuera difícil de creer, esas rupturas me dejaron mal por un buen tiempo. Obviamente, fingí que nada de eso me afectaba.
—Solo meditaba sobre algo, no es tan importante.
—Entiendo… ¡Te invito esta noche a una salida! —Ella se escuchaba muy emocionada, y me miraba con una sonrisa. No quería rechazarla pero, tampoco debía aceptarla.
—Creo que paso, no me siento tan bien para salir esta noche. —Su mirada perdió el brillo, parecía que iba a llorar en cualquier momento y eso me apretó el corazón un poco.
—Oh, entiendo. —Ella se dio la vuelta, salió casi corriendo del aula. Ella se veía avergonzada, con mucha razón pues la había rechazado frente al grupo de chicas que a veces la acompañaban.
Lucas entró al aula a buscar sus cosas y miró con las cejas arrugadas la dirección por la que se había ido Amy.
—¿Qué hiciste, hombre?
—No preguntes, no tengo ganas de responder.
Tomé mis cosas, salí con el deseo de llegar rápidamente a casa. Estaba cansado y ahora algo molesto, a veces ni yo entendía mis sentimientos.
—¡Hermano! —Atan me abrazó la cintura, su cabeza quedó exactamente sobre mi ombligo. ¿Cuántos años tenía? Me daba curiosidad saberlo al ver su tamaño. —Ven, quiero enseñarte lo que hice en la escuela.
Asentí mientras dejaba que él me guiara sosteniendo mi mano. Entramos a su habitación y él fue a buscar algo en un cofre.
La habitación de Atan estaba decorada como un barco pirata, su cama hasta tenía un timón en la cabecera. Su escritorio tenía un mapa dibujado en el y tenía un cofre del tesoro para guardar sus juguetes.
—Por cierto, ¿Cuántos años tienes?
Atan se detuvo un momento de su búsqueda y me mostró una mano indicándome su edad, tenía cinco años. Me sorprendí, Atan era muy alto para su edad.
—¿Cuánto mides? —Me arrepentí de mi pregunta. Él tan solo era un niño de cinco años.
—No sé, creo que mamá dijo un metro y treinta centímetros. —Atan se acercó feliz, guardando algo detrás de su espalda. —¡Mira!
Era un muñeco hecho con arcilla, tenía el pelo oscuro, los ojos verdes y traía una especie de sudadera. ¿Era yo?
—Era para una tarea, ¿Cómo quedó?
—¿Y las cejas? —Pregunté y él hizo una expresión de sorpresa. —Me hiciste guapo, —confesé.
—Eres guapo, mamá lo dijo. —Atan dijo dejándome impactado. —¿Cómo son tus cejas?
Me miró mientras adoptaba la pose de meditar sobre algo. Daba la impresión de ser alguien mayor, un viejo sabio se podría decir. Me impresionaba su madurez y su educación.
—Gruesas, creo. —Le respondí.
—Bien, las haré así más tarde, ahora quiero jugar. —Sonreí por como él se me hacía adorable.
—¿Tienes muchos amigos en la escuela?
Le pregunté mientras me sentaba en el suelo, él acomodó el monopolio sobre la alfombra. Repartió el dinero y tiramos los dados para ver quien empezaba el juego.
Me sentí mejor pasando el rato con Atan, olvidé los pensamientos que me estaban haciendo deprimirme más. No nos dimos cuenta cuando llegó la noche y Sonia tuvo que venir a buscarnos para ir a cenar.
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Comments
Ailisec Riana
mmmhh cargo de conciencia tenía..jajaja
bueno este capítulo como que tuvo una evolución favorable,🤗🤗
2024-08-23
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Ailisec Riana
mmmm niño engreído y egocéntrico...sentiste las puertas del amor abrirás verdad ??
2024-08-23
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Ailisec Riana
uuuu por favor...no eres el último hombre..no te mira porque no tiene interes no todo tiene que ser solo tu...😤😤
2024-08-23
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