El emperador sospecha

La atmósfera en la corte se sentía tensa, como un hilo a punto de romperse. Seraphina caminaba por los pasillos del palacio con la cabeza en alto, consciente de que las miradas de los cortesanos la seguían. Desde la última cena real, los rumores sobre su relación con el duque Alaric habían comenzado a extenderse. Aunque ambos habían sido cautelosos, su conexión era evidente para cualquiera que supiera observar con detenimiento.

En el trono, el joven emperador no estaba ciego a esas señales. Había notado cómo la mirada de Seraphina se suavizaba al estar en presencia de Alaric, cómo sus conversaciones parecían estar cargadas de un significado que él no podía descifrar. Y eso lo atormentaba.

El había decidido actuar. Esa mañana, convocó a su consejero más cercano, el marqués Darius, para discutir sus inquietudes.

"Darius, ¿qué has oído sobre Seraphina y mi hermano?", preguntó, con un tono neutral, aunque sus ojos ardían con una mezcla de celos y sospecha.

El marqués, un hombre astuto y siempre dispuesto a complacer al emperador, inclinó ligeramente la cabeza.

"Majestad, se comenta en los pasillos que la señorita Seraphina ha encontrado una alianza con el duque Alaric. Algunos creen que su cercanía es solo política, pero otros… insinúan que podría haber algo más personal entre ellos".

El joven emperador apretó los puños, conteniendo su ira. La idea de que Seraphina, la mujer que había empezado a cortejar con tanto esfuerzo, pudiera estar interesada en su hermano, por lo que pensó que era intolerable.

"¿Algo más personal?", repitió con un tono gélido.

Darius asintió con cuidado.

"Por supuesto, son solo rumores, Majestad. Pero si permite mi opinión, sería prudente observarlos más de cerca. Si estos rumores se confirman, podría ser… problemático para la estabilidad de la corte".

El joven emperador se levantó de su asiento, caminando hacia la ventana que daba a los jardines del palacio. Desde allí, podía ver a Seraphina conversando con Alaric cerca de la fuente. La escena parecía inocente, pero el leve toque de la mano de Seraphina sobre el brazo del duque hizo que su sangre hirviera.

"Darius, quiero que alguien los vigile. No deben sospechar que estoy observándolos, pero necesito saber la verdad".

"Como desee, Majestad" —respondió el marqués, haciendo una reverencia antes de retirarse para cumplir la orden.

En los jardines, Seraphina notó que la tensión en el aire era más pesada de lo habitual. Aunque intentaba mantener la conversación con Alaric ligera y casual, su intuición le decía que estaban siendo observados. No era paranoia; después de tantos años en la corte, había aprendido a identificar cuando las miradas de los demás tenían un propósito más oscuro.

"Alaric, ¿has notado algo extraño"—preguntó en un susurro, manteniendo su sonrisa para que los espías no tuvieran nada que reportar.

El duque, siempre alerta, asintió levemente.

"El emperador está sospechando de nosotros. Su mirada en la cena fue demasiado intensa. Y su consejero Darius… no es alguien que deje pasar oportunidades como esta".

Seraphina suspiró, entrelazando las manos frente a ella.

"Esto complica las cosas. No podemos permitir que nuestra alianza sea vista como algo más. No ahora".

"¿Algo más?", repitió Alaric con un tono casi juguetón, aunque su mirada era seria. "Seraphina, si el emperador está sospechando, significa que ya hemos cruzado una línea".

Ella lo miró directamente a los ojos, sintiendo un nudo en el estómago.

"Alaric, no me malinterpretes. Lo que compartimos es importante, pero si el emperador cree que somos… algo más, usará eso en nuestra contra".

Él suspiró, bajando la mirada por un momento antes de responder.

"Lo sé. Por eso debemos ser más cuidadosos. Pero quiero que sepas algo: estoy dispuesto a enfrentar las consecuencias. Por ti".

El corazón de Seraphina dio un vuelco, pero no tuvo tiempo de responder. A lo lejos, escuchó el sonido de pasos acercándose. Ambos se giraron para ver a una doncella que se aproximaba rápidamente, con una nota en las manos.

"Señorita Seraphina, el emperador solicita su presencia en la sala del consejo".

Seraphina tomó la nota, su mente trabajaba a toda velocidad. La letra del emperador era clara y directa, pero el mensaje estaba cargado de implicaciones: “Es hora de discutir nuestro futuro.”

Cuando Seraphina entró en la sala del consejo, encontró al emperador esperándola solo. Su postura relajada contrastaba con la intensidad de su mirada. Él la invitó a sentarse, pero ella permaneció de pie, manteniendo la distancia.

"Seraphina, he notado que has pasado mucho tiempo con mi hermano últimamente", comenzó con palabras cuidadosamente medidas.

Ella sonrió, manteniendo su tono ligero.

"El duque Alaric ha sido un apoyo invaluable en estos días. Su experiencia y sabiduría son difíciles de ignorar".

El inclinó la cabeza, observándola detenidamente.

"¿Solo su experiencia y sabiduría?"

La pregunta era directa, y Seraphina supo que debía manejar la situación con cuidado.

"Majestad, mi interés en el duque es puramente estratégico. Como usted bien sabe, mi posición en la corte no es sencilla. Necesito aliados que puedan ayudarme a navegar estas aguas tan turbulentas".

El joven emperador se levantó de su asiento, caminando hacia ella. Su altura y presencia la obligaron a levantar la barbilla para mantener el contacto visual.

"Espero que recuerdes que también tienes mi apoyo, Seraphina. Todo lo que necesitas hacer es aceptarlo".

La declaración estaba cargada de significado, y Seraphina supo que estaba esperando una respuesta que no podía darle.

"Siempre agradezco su apoyo, Majestad. Pero como sabe, soy una mujer que valora su independencia".

La miró por un momento más antes de dar un paso atrás, con una expresión neutral.

"Muy bien. Pero recuerda, Seraphina, en esta corte, las apariencias son tan importantes como las intenciones. No me gustaría que rumores infundados dañaran tu reputación… o la de mi hermano".

Seraphina entendió la amenaza implícita. No solo estaba celoso; también estaba dispuesto a usar esos celos como arma.

"Gracias por su consejo, Majestad. Siempre haré lo que sea necesario para proteger mi nombre y el suyo".

Con una reverencia, salió de la sala antes de que pudiera decir algo más. Su corazón latía con fuerza, pero su mente ya estaba trabajando en los siguientes pasos. Ahora no solo tenía que preocuparse por su venganza, sino también por mantenerse un paso adelante de un emperador que no se detendría hasta obtener lo que quería.

De regreso en sus aposentos, Seraphina se reunió con Alaric para informarle de lo sucedido. Él la escuchó en silencio, su expresión endurecía a medida que ella relataba la conversación con el joven emperador.

"Esto confirma lo que temíamos. Él no solo sospecha; está buscando una forma de usar esto en nuestra contra", dijo Alaric, cruzando los brazos.

Seraphina asintió.

"Debemos ser más cuidadosos. Pero también debemos adelantarnos. Si quiere jugar este juego, no podemos permitir que tenga la ventaja".

"Entonces jugaremos", respondió Alaric, con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. "Pero recuerda, si él intenta dañarte, no dudaré en enfrentarme a él".

Ella le sostuvo la mirada. Sabía que Alaric hablaba en serio, pero también sabía que enfrentarse al joven emperador era un riesgo que ninguno de los dos podía permitirse… todavía.

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