Un rumor extraño llegó a oídos de Seraphina como un susurro en la penumbra de los pasillos de su mansión. Estaba acostumbrada a las intrigas de la sociedad, a los secretos que corrían como ríos ocultos bajo la superficie brillante de los salones reales. Sin embargo, lo que escuchó esta vez no se trataba de una alianza traicionera o de un noble ansioso por ascender en el poder. No, este rumor tenía un nombre conocido: Isabella, su hermana menor.
Seraphina e Isabella siempre habían sido muy diferentes. Desde pequeñas, la frágil belleza de Isabella la había colocado en el centro de atención. Mientras Seraphina había sido criada para ser la heredera de la familia, con toda la responsabilidad y el peso que eso conllevaba, Isabella había sido libre de hacer lo que quisiera. Su dulzura y gracia le permitían moverse entre la nobleza como una joya brillante.
Sin embargo, tras renacer en el pasado y recordar la brutal traición que había enfrentado en su vida anterior, Seraphina no podía mirar a su hermana con los mismos ojos. Sabía que, de alguna forma, Isabella había estado involucrada en su muerte, aunque los detalles eran aún confusos. Hasta ahora, había asumido que su hermana había sido manipulada por el emperador, una víctima de las ambiciones de otros. Pero si el rumor que acababa de escuchar era cierto, Isabella no era una simple pieza en el tablero. Podría ser una jugadora clave en las sombras.
Intrigada y alarmada, Seraphina decidió averiguar la verdad. Ese mismo día, envió a su doncella de confianza, Elara, a indagar más sobre las actividades de su hermana. No pasó mucho tiempo antes de que Elara regresara con información que sacudió los cimientos de su plan.
"Mi señora," dijo Elara con un tono grave, inclinándose levemente antes de hablar. "He descubierto que Lady Isabella ha estado reuniéndose en secreto con ciertos miembros de la corte. Nobles que no parecen tener un vínculo directo con su círculo habitual. Pero hay algo más…"
Seraphina levantó una ceja. "¿Algo más?"
Elara vaciló un momento antes de continuar. "Algunos dicen que ha comenzado a visitar una casa en las afueras del palacio, una residencia que pertenece a uno de los consejeros más cercanos al emperador. Nadie sabe con exactitud qué hace allí, pero parece que estas reuniones han sido frecuentes en las últimas semanas."
Seraphina sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Las piezas empezaban a encajar, aunque de una manera no le gustaba en absoluto. Si Isabella estaba conspirando con el consejero del emperador, significaba que ya no era solo una figura inocente atrapada en la red del poder. Tenía sus propias motivaciones, sus propios secretos. Y eso la convertía en una amenaza aún mayor.
"Ella también está jugando su propio juego," murmuró Seraphina para sí misma, mientras su mente procesaba lo que había descubierto.
Elara, con una expresión de preocupación, agregó: "Mi señora, sé que esto no es fácil de escuchar. Lady Isabella siempre ha parecido... distante de las intrigas de la corte, pero parece que hay algo más profundo ocurriendo. Algo que tal vez solo ella y el emperador saben."
Seraphina se quedó en silencio, sus pensamientos giraban en un torbellino. Recordaba los momentos de su vida pasada, cuando había confiado ciegamente en su hermana, pensando que, a pesar de todo, Isabella la amaba. Pero al final, ella había sido parte de la traición. Había estado allí cuando el emperador la había asesinado, y su rostro no había mostrado más que una fría indiferencia.
"Debo confrontarla," dijo Seraphina finalmente, con una determinación que sorprendió incluso a Elara.
"¿Estás segura, mi señora?" preguntó la doncella con preocupación. "Si Lady Isabella está involucrada en algo peligroso…"
"Es precisamente por eso que debo hacerlo," interrumpió Seraphina. "Si está tramando algo con el emperador, necesito saberlo. No puedo permitirme confiar en ella. No esta vez."
La decisión estaba tomada. Esa misma noche, Seraphina se dirigió a los aposentos de su hermana, manteniendo la calma exterior, aunque en su interior la ansiedad la corroía. Las luces de las velas proyectaban sombras en las paredes mientras caminaba por los pasillos silenciosos, y cada paso parecía resonar en el eco de sus pensamientos.
Cuando llegó a la puerta, llamó suavemente. Isabella tardó unos momentos en responder, y cuando lo hizo, la recibió con una sonrisa dulce, como si nada extraño estuviera ocurriendo en sus vidas.
"Seraphina," exclamó, abrazando a su hermana con entusiasmo. "Qué sorpresa verte a estas horas. ¿Todo está bien?"
Seraphina mantuvo la sonrisa en su rostro, aunque sabía que sus verdaderas emociones estaban ocultas detrás de esa fachada. "Quería hablar contigo, Isabella. Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos una conversación a solas."
Isabella pareció confundida por un breve segundo, pero rápidamente volvió a su habitual aire despreocupado. "Por supuesto. Ven, siéntate. Siempre tengo tiempo para mi hermana."
Mientras ambas se sentaban en el pequeño salón privado de Isabella, Seraphina observó a su hermana con atención. En su vida anterior, nunca había prestado suficiente atención a los pequeños detalles. Isabella siempre había sido la niña mimada, la que todos querían proteger. Pero ahora, Seraphina notaba la ligera tensión en sus manos, la forma en que sus ojos se desviaban hacia la ventana como si esperara que alguien las escuchara.
"Isabella," comenzó Seraphina, con un tono suave pero firme, "he oído rumores. Rumores sobre tus... actividades recientes."
El rostro de Isabella palideció levemente, aunque intentó ocultarlo con una risa nerviosa. "¿Rumores? No sé de qué estás hablando, hermana. Solo he asistido a las mismas reuniones y fiestas que siempre."
Seraphina no iba a dejarse engañar tan fácilmente. "Me refiero a las reuniones en una casa fuera del palacio. Con un consejero del emperador."
Por un breve segundo, la máscara de Isabella cayó. Sus ojos se entrecerraron y su voz se volvió más fría. "¿Quién te lo dijo?"
"Eso no importa," respondió Seraphina, acercándose un poco más. "Lo que importa es lo que estás haciendo, Isabella. ¿Qué papel juegas en todo esto? ¿Estás trabajando con el emperador? ¿O tienes tus propios planes?"
Isabella se levantó de golpe, su rostro se lleno de ira contenida. "No sabes nada, Seraphina. No entiendes cómo funciona realmente esta corte. Siempre has sido la favorita, la que todos miraban con admiración, mientras yo… Yo tuve que encontrar mi propio camino. Y sí, he hecho cosas que no comprenderías. Pero lo he hecho para sobrevivir."
Seraphina la miró, su corazón latia con fuerza. Su hermana, la dulce y aparentemente inocente Isabella, no era tan diferente de los otros jugadores en este juego mortal. Ella también tenía sus secretos. Y quizás esos secretos serían tan peligrosos como los del emperador.
"Entonces, ¿estás con él?" preguntó finalmente, su voz apenas un susurro.
Isabella no respondió. Solo la miró con una mezcla de desafío y tristeza antes de girarse hacia la ventana. Seraphina sabía que no obtendría más respuestas esa noche, pero había descubierto suficiente.
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Comments
Liliana Barros
Me pregunto si el Emperador la buscó en su vida anterior, solo porque era la heredera de su familia. O había algo más? Quizás notó el interés de su hermano por ella y quiso interponerse. Y su hermana fue una arpía en las sombras y ella no lo notó hasta el último momento.
2025-02-10
1
aline ramos duran
esta historia es muy confusa🤔
2024-12-22
0
Ivon Caraballo
no entendí por qué pudo considerarla una aliada si fue participe de su muerte...aunque no estuviese involucrada estuvo presente es complice
2024-11-25
3