Enredo en la sociedad

Las palabras del emperador aún rondaban en la mente de Seraphina mientras los días transcurrían con una calma superficial. Su propuesta de cortejo, aunque rechazada de manera sutil, seguía siendo una amenaza latente, como una espada pendiendo sobre su cabeza. Sabía que su negatividad había sido bien recibida por el momento, pero también que el joven emperador no dejaría de insistir. Sin embargo, la sociedad tenía sus propios ritmos, y Seraphina sabía que cada movimiento debía ser calculado.

Una mañana, mientras desayunaba en los tranquilos jardines del ala este de su mansión, Amelia se acercó con una expresión seria en su rostro.

"Mi señora," comenzó la doncella, bajando la voz, "he escuchado rumores esta mañana que podrían interesarte."

Seraphina alzó una ceja, dejando su taza de té sobre la mesa. "¿Qué has escuchado, Amelia?"

Amelia echó una rápida mirada a su alrededor, asegurándose de que no había oídos indiscretos cerca. "Se dice que algunos nobles están descontentos con el emperador. Hablan en susurros sobre reformas y sobre cómo su manejo del reino no está siendo bien recibido por ciertos sectores. No es algo que se mencione abiertamente, pero hay un creciente malestar entre algunos de los miembros más influyentes de la corte."

Esto confirmaba lo que Seraphina había empezado a notar desde el baile. Había un descontento palpable, pero hasta ahora solo había captado fragmentos de conversaciones en los pasillos, murmullos entre sirvientes y cortesanos. Ahora, con la información de Amelia, sabía que no era solo su imaginación.

"¿Algún nombre en particular ha surgido en esas conversaciones?" preguntó Seraphina, queriendo conocer a los jugadores clave.

"Lord Harrington es uno de los nombres que he escuchado con más frecuencia. Y también el marqués de Bellmore. Ambos parecen estar en desacuerdo con algunas decisiones recientes del emperador. Al parecer, están reuniendo apoyo discretamente."

Seraphina meditó sobre la información. Lord Harrington ya estaba en su radar, un noble astuto y experimentado con quien había intercambiado palabras en el pasado. El marqués de Bellmore, por otro lado, era un hombre que aún no conocía bien, pero sabía que tenía una considerable influencia económica y social en la corte. Si él estaba descontento, otros lo seguirían. Este era un tema que no podía ignorar.

"Gracias, Amelia," dijo Seraphina con una sonrisa tranquilizadora. "Tu información es valiosa como siempre."

Amelia hizo una reverencia antes de retirarse, dejándola sola con sus pensamientos. Seraphina se recostó en su silla y dejó que el suave aroma de las flores la rodeara. Los juegos de poder dentro de la corte siempre habían sido complejos, pero ahora, con su conocimiento del pasado y su perspectiva más clara, podía ver las tensiones como hilos enredados que debía desatar con cuidado.

Sabía que, si quería sobrevivir y cumplir con su venganza, no solo debía evitar al joven emperador, sino también manejar las intrigas que se cocían a su alrededor. Estos nobles descontentos podían ser útiles, pero también peligrosos si no los manejaba adecuadamente.

Decidida a obtener más información, Seraphina decidió asistir a una de las reuniones más exclusivas de la corte: el té organizado por la marquesa de LeVierre. Esta marquesa, aunque no particularmente cercana al poder político, era conocida por ser una mujer con oídos en todas partes. Sus eventos eran una mezcla de chismes inofensivos y secretos velados, y Seraphina estaba segura de que, si jugaba bien sus cartas, podría captar detalles cruciales sobre las intrigas en desarrollo.

La marquesa de LeVierre la recibió con una sonrisa brillante cuando Seraphina llegó al salón esa tarde. Era una mujer encantadora de mediana edad, vestida con un exuberante vestido de encaje crema que contrastaba con su piel oscura y sus cabellos salpicados de plata.

"Lady Seraphina, qué placer verte por aquí," dijo la marquesa, estrechando su mano con entusiasmo. "Por favor, toma asiento y únete a la conversación."

Seraphina sonrió con cortesía y se acomodó en uno de los sillones dispuestos alrededor de una mesa adornada con finas porcelanas y dulces. El ambiente era relajado, pero debajo de las risas y los comentarios amables, Seraphina podía percibir una tensión palpable. Varias damas y algunos caballeros conversaban en pequeños grupos, pero siempre con un ojo en el resto, midiendo cada palabra.

Mientras avanzaba la reunión, la conversación derivó hacia temas más serios. Lady Whitmore, una mujer conocida por su franqueza, mencionó en voz baja las recientes decisiones del emperador con respecto a los impuestos. "No es ningún secreto que algunos no están contentos con las reformas fiscales," comentó, dirigiéndose a la marquesa de LeVierre. "Ciertos nobles sienten que sus fortunas están siendo saqueadas en nombre de la estabilidad del reino."

Seraphina aprovechó la oportunidad para intervenir con cautela. "He oído algunos murmullos similares. Parece que el malestar está creciendo en ciertos círculos."

La marquesa de LeVierre asintió con gravedad. "Es cierto, querida. El marqués de Bellmore ha sido especialmente vocal en privado sobre su descontento. Es un hombre que valora su riqueza y su influencia, y siente que está siendo menospreciado."

"¿Y qué hay de Lord Harrington?" preguntó Seraphina, fingiendo desinterés mientras tomaba un sorbo de su té. "Él siempre ha sido una figura influyente. ¿Tiene alguna opinión al respecto?"

Lady Whitmore soltó una risa discreta. "Oh, querida, Lord Harrington siempre tiene una opinión. Pero esta vez parece que está siendo más cuidadoso de lo habitual. Solo se alinea con aquellos que pueden ofrecerle algo en retorno."

Seraphina asintió, procesando la información. Era evidente que el malestar en la corte no se limitaba a unas cuantas voces aisladas. El emperador estaba perdiendo el control sobre ciertos sectores clave, y estos nobles descontentos podían volverse una amenaza si se organizaban correctamente. Esto podía jugar a su favor, pero debía ser cuidadosa. Aliarse demasiado pronto o con las personas equivocadas podía resultar en su ruina.

A medida que la tarde avanzaba y los invitados comenzaron a despedirse, Seraphina se sintió más segura de su próximo movimiento. Necesitaba acercarse más a Lord Harrington y al marqués de Bellmore, entender mejor sus intereses y motivaciones. Si lograba manipular a estos hombres a su favor, tendría una red de apoyo dentro de la corte que podría utilizar para desestabilizar al emperador, y eventualmente, cumplir con su venganza.

Sin embargo, también sabía que no podía confiar completamente en nadie. La lealtad en la corte era una moneda de cambio, y cualquier alianza era frágil. Con esa certeza en mente, salió del salón de la marquesa de LeVierre.

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Mónica Aulet

Mónica Aulet

Cuánto teje y maneje en las cortes

2024-10-06

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