Sombras del duque

La primera luz del amanecer apenas se filtraba entre las altas ventanas del castillo cuando Alaric despertó de un sueño inquieto. Las sombras de su pasado parecían susurrarle al oído, recordándole que, a pesar de su lealtad hacia Seraphina, llevaba una carga que no podía ignorar. La imagen de su hermano, sentado en el trono que alguna vez él mismo pudo haber ocupado, volvía a atormentarlo. La envidia y el dolor que había sentido cuando su propio hermano le arrebató el poder que le correspondía estaban enterrados, pero no olvidados.

Vestido con su habitual traje oscuro, salió de sus aposentos sin despertar a los sirvientes. Caminó por los pasillos en penumbra, el eco de sus pasos resonaban en el vacío, hasta llegar a la biblioteca. Aquella biblioteca era su refugio, un lugar donde podía ahogar sus pensamientos y buscar un respiro de las constantes intrigas de la corte. Allí, entre los muros de piedra y los estantes llenos de antiguos libros, se permitía enfrentar las sombras que había intentado dejar atrás.

Mientras hojeaba un libro antiguo de tratados de guerra, su mente vagaba hacia su infancia. Recordó a su hermano, el joven y ambicioso emperador. De niños, habían sido inseparables; Alaric había sido tanto su protector como su mentor, guiándolo en las artes de la diplomacia y la estrategia militar. Pero con el tiempo, la ambición de su hermano se transformó en una sed de poder voraz, hasta el punto de apartar a todos los que podían representarle una amenaza, incluyendo a Alaric.

El sonido de pasos le devolvió al presente. Cerró el libro, alzando la vista hacia la puerta. Seraphina estaba allí, observándolo con una expresión mezcla de preocupación y curiosidad. Era temprano, y Alaric no esperaba verla despierta, pero su sola presencia lo tranquilizó.

"¿No has podido dormir?" preguntó ella, acercándose con pasos ligeros.

Alaric sonrió levemente. "La noche tiene sus propios fantasmas, y a veces no se pueden ignorar." Su tono era ligero, pero Seraphina percibió el trasfondo de sus palabras.

"Todos tenemos demonios, Alaric," respondió ella. "A veces enfrentarlos puede resultar más difícil que cualquier enemigo visible."

Alaric la miró por un momento, dudando si compartir sus pensamientos. Pero Seraphina había llegado a ser más que una simple aliada.

"¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida si hubieras tomado decisiones distintas?" preguntó en voz baja pero llena de emociones reprimidas.

Ella asintió. "Constantemente. Pero creo que cada paso nos lleva a quienes debemos ser, aunque el camino esté lleno de dolor."

Él suspiró, observando el suelo. "En mi caso, siempre me he preguntado qué hubiera pasado si hubiera reclamado el trono. Si hubiera enfrentado a mi hermano y desafiado su poder. Pero elegí no hacerlo. Elegí la paz, o al menos eso me repetía a mí mismo para justificar mi decisión. Ahora no estoy tan seguro de si fue cobardía o prudencia."

Seraphina dio un paso hacia él, con los ojos llenos de empatía. "Elegiste proteger el reino de una guerra fratricida, Alaric. No fue cobardía. Fue una muestra de tu fuerza y de tu lealtad a algo más grande que tú mismo."

Él la miró con gratitud, pero también con tristeza. "Esa decisión me ha llevado a donde estoy ahora, sin lugar en esta corte, sin hogar en mi propio reino. Y en este tiempo, mientras te veo luchar y mantenerte firme, me doy cuenta de que he vivido demasiado tiempo en las sombras de mi propio miedo."

Hubo un silencio profundo entre ellos, y Alaric sintió que el aire se volvía más ligero.

Seraphina levantó la vista hacia él, sus ojos brillaban con una determinación hacia Alaric. "No es tarde para tomar un nuevo camino, Alaric. Quizás las sombras de nuestro pasado siempre estén con nosotros, pero podemos elegir cómo enfrentarlas. Tu fuerza y tu lealtad no son invisibles para mí, y sé que aún tienes el poder de cambiar tu propio destino."

Alaric sintió una calidez en su pecho ante sus palabras. Quizás ella tenía razón; quizás todavía había tiempo para redimirse, para tomar las riendas de su vida y recuperar aquello que había perdido. Y en ese momento, sintió que la lealtad hacia Seraphina era su primer paso hacia ese cambio.

"Te seguiré, Seraphina. Si tú puedes enfrentar a tus demonios, yo también puedo enfrentar a los míos," dijo, con una firmeza en su voz que no había sentido en años.

Ella sonrió, y por un instante, Alaric sintió que aquella sonrisa iluminaba la habitación, disipando cualquier oscuridad que pudiera haber en su corazón. "Entonces enfrentemos juntos estas sombras. Nuestra alianza no solo es para enfrentar a nuestros enemigos en la corte; también es para ayudarnos a ser quienes deseamos ser."

Con aquellas palabras, se comprendieron mutuamente, sin necesidad de más explicaciones. Seraphina se despidió con una ligera inclinación de cabeza y se retiró, dejándolo a solas en la penumbra de la biblioteca.

Alaric se quedó un rato, reflexionando sobre todo lo que había compartido. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía capaz de enfrentar sus propios temores, de desafiar el resentimiento que había sentido hacia su hermano, y de tomar decisiones sin dejarse arrastrar por las sombras de su pasado.

Poco después, salió de la biblioteca y caminó hacia los jardines. El día estaba comenzando, y sentía que aquel amanecer tenía un nuevo significado. Con cada paso que daba en el jardín, la carga en su corazón parecía aligerarse, y la lealtad que había jurado hacia Seraphina le daba un nuevo propósito.

Aquel día, Alaric decidió que no volvería a permitir que el dolor de sus decisiones pasadas lo consumiera. Su alianza con Seraphina le daba la fuerza para forjar un camino propio, uno donde pudiera enfrentar a sus propios demonios y encontrar la paz que tanto había buscado.

Mientras caminaba por los jardines, una nueva determinación crecía poco a poco en su pecho. Protegería a Seraphina, no solo de las amenazas externas, sino también de las sombras que intentaran arrebatársela.

Hola a todos, perdón por desaparecer tanto tiempo, la verdad tenía exámenes en este periodo y como ya terminé continuaré actualizando, espérenlo 💕

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