El palacio brillaba con el resplandor de miles de velas encendidas, reflejándose en las paredes doradas y los altos ventanales de la gran sala. Aquella noche se celebraba una cena real en honor a algunos de los nobles más importantes del reino y a los oficiales de la guardia, quienes recibían reconocimientos por su lealtad y servicio. La nobleza había acudido con sus mejores galas, y el ambiente en el salón era una mezcla de sutiles tensiones y disimuladas miradas entrecruzadas.
Seraphina, envuelta en un vestido de un tono azul profundo que realzaba la blancura de su piel y sus ojos brillantes, entró al salón con una elegancia que hizo que muchas cabezas se volvieran hacia ella. Sabía que la corte la observaba con una mezcla de curiosidad y respeto, y no podía permitirse el lujo de dar un paso en falso. Su plan de venganza avanzaba, y cada una de sus apariciones en eventos importantes como este debía reforzar la imagen que deseaba proyectar.
Su mirada se encontró rápidamente con la del joven emperador, quien estaba rodeado de sus consejeros. Le dedicó una ligera inclinación de cabeza en señal de respeto, pero sin la menor sombra de calidez. Su frialdad fue recibida con una sonrisa desafiante por parte de él, quien parecía estar disfrutando de las miradas y rumores que su evidente interés por Seraphina había desatado en la corte.
Sin embargo, esa noche Seraphina no tenía intención de prestarle demasiada atención al emperador. Su verdadera motivación estaba en observar y evaluar a cada uno de los nobles presentes, identificar las alianzas y las miradas cargadas de resentimiento o de apoyo. Sabía que una cena como aquella, repleta de sonrisas y cumplidos falsos, siempre escondía bajo la superficie intrigas y traiciones.
Casi de inmediato, notó a Lord Edmund, el consejero de aspecto severo que ya había comenzado a mostrar ciertas dudas hacia el emperador. Lord Edmund, pese a su discreta expresión, le lanzó una mirada breve que Seraphina captó al instante, como un saludo silencioso, una confirmación de que sus palabras y dudas habían comenzado a surtir efecto en él.
Cuando se acercó a su lugar en la mesa, Seraphina fue recibida con una inclinación de cabeza por el duque Alaric, quien, como siempre, proyectaba una serenidad que a ella le resultaba intrigante. Su presencia se distinguía por la calma en medio del bullicio. Su expresión, aunque amable, era indescifrable. Cuando ella tomó asiento junto a él, él le sonrió con una suavidad que contrastaba con las expresiones tensas de otros nobles.
“Lady Seraphina,” la saludó Alaric en voz baja, apenas audible por encima del murmullo de la sala. “Hoy parece estar brillando con más fuerza que de costumbre.”
Ella sonrió, devolviendo la cortesía. “El duque es demasiado amable. Aunque, debo admitir que es un placer encontrarme en su compañía. La corte parece estar... particularmente viva esta noche.”
Alaric dejó escapar una risa baja. “Así es. Es como si todos estuvieran esperando algo, ¿verdad?”
Antes de que Seraphina pudiera responder, las puertas del salón se abrieron para permitir la entrada de Isabella. Ella entró con una sonrisa encantadora y un vestido blanco que resaltaba su belleza inocente. Sin embargo, Seraphina, tras su reciente descubrimiento sobre los secretos de su hermana, ahora la veía con otros ojos. Isabella era un personaje enigmático, alguien que jugaba su propio juego en la corte, y aunque aparentaba ser la hermana menor y dulce, Seraphina sabía que sus intenciones podían ser peligrosas.
Los murmullos aumentaron mientras Isabella se acercaba al emperador, quien le sonrió de una manera que no pasó desapercibida. Seraphina sintió una punzada de irritación al ver cómo la atención de la corte se deslizaba hacia ellos dos. Era evidente que el emperador estaba interesado en Isabella, y ella, con una sonrisa complaciente, no hizo nada por rechazar sus avances. Aquella escena, aunque aparentemente inocente, despertó sus sospechas y avivó el fuego de su venganza.
Durante la cena, los discursos y las alabanzas al emperador y a sus oficiales llenaron la sala. Cada noble ofrecía sus palabras de gratitud con una formalidad bien ensayada, pero Seraphina prestaba atención a cada detalle, cada expresión y cada susurro. Ella sabía que, bajo esas palabras de lealtad, algunos de los presentes ocultaban descontento o ambiciones ocultas.
La conversación en su mesa giraba en torno a los asuntos del reino y las campañas recientes en las fronteras, temas que los nobles discutían con seriedad. Seraphina aprovechaba para lanzar preguntas astutas y comentarios neutrales, midiendo las reacciones de los consejeros. Alaric, que la observaba con detenimiento, parecía intuir que cada palabra de ella estaba cuidadosamente calculada.
“Lady Seraphina,” dijo Alaric en un momento en que la conversación se volvió más privada. “No puedo evitar notar que observa a cada persona con una intensidad que pocos se atreverían a mostrar. ¿Acaso está buscando algo en especial esta noche?”
Ella sonrió, sus ojos reflejaban un destello de misterio. “En esta corte, duque, siempre es prudente prestar atención a los detalles. Nunca sabemos quién puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo.”
Alaric asintió, su mirada denotaba una aprobación que a ella le resultó intrigante. “Tiene razón. Sin embargo, pocos nobles se atreven a mirar más allá de lo que el emperador les permite ver. Usted, en cambio, parece dispuesta a observar y a cuestionar.”
Sus palabras le confirmaron a Seraphina que el duque no solo era consciente de su astucia, sino que, quizás, estaba dispuesto a colaborar en sus intrigas. Sin embargo, decidió no revelar más de lo necesario. El juego apenas comenzaba, y aunque sentía una creciente confianza en Alaric, aún era pronto para confiar plenamente en él.
Mientras la cena avanzaba, la atención de todos se centró nuevamente en el emperador e Isabella. La conversación en la mesa del emperador parecía cada vez más animada, y algunos de los presentes intercambiaban miradas de complicidad o de desagrado. Seraphina captó fragmentos de la charla entre el emperador e Isabella, quienes discutían sobre temas culturales y del futuro del reino, en un tono tan cercano que resultaba casi indecoroso para la corte.
Los murmullos de los consejeros y de algunos nobles aumentaron cuando el emperador hizo un brindis en honor a Isabella, agradeciéndole su “compañía inestimable” y el apoyo que le brindaba. Los gestos de algunos nobles mostraban sorpresa, y otros, especialmente los que apoyaban a Seraphina en secreto, intercambiaron miradas de preocupación.
Alaric, sentado junto a ella, murmuró con voz baja, “Parece que el emperador está decidido a hacer de su hermana una figura importante en la corte.”
Seraphina no respondió, pero su mirada se endureció al observar a su hermana y al emperador. Aquella velada estaba revelando más de lo que muchos querían admitir, y era evidente que, tanto el emperador como Isabel, no tenían reparos en hacer públicas sus intenciones.
Cuando la cena concluyó, Seraphina se retiró de la sala acompañada de Alaric. Mientras caminaban hacia el jardín exterior, él se inclinó hacia ella y, en un tono cauteloso, susurró: “Lady Seraphina, si algún día requiere de un aliado con el que pueda contar de verdad, no dude en buscarme. En la corte, las alianzas son tan importantes como las promesas, y no siempre es fácil saber en quién confiar.”
Seraphina lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud, reconociendo en sus palabras una oferta de apoyo. No respondió de inmediato, pero, tras una pausa, le dedicó una sonrisa que reflejaba tanto agradecimiento como astucia.
“Lo recordaré, duque,” respondió con suavidad. “A veces, los aliados más inesperados son los que nos ayudan a cambiar el curso del destino.”
Esa noche, cuando finalmente regresó a su mansión se dirigió a sus aposentos, Seraphina sabía que aquella cena había cambiado algo en la corte. Las tensiones y alianzas se habían hecho más evidentes, y tanto el emperador como Isabella ya no parecían estar ocultando sus intenciones. Sin embargo, ella también había ganado algo valioso: el apoyo de Alaric y una nueva confirmación de que sus planes avanzaban en la dirección correcta.
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Comments
Sandra Ocampo
seraphin ,quiere venganza y los demás ,de q se trata la trama .q quieren lograr o conseguir ,por q luchan ,por q son importantes seraphin y su hermana ,se supone q seraphin ya se sabe todo lo q va a pasar ,por q la mataron,q i influencia tiene ,q la ase destacar ,cuál es su trabajo? etc
2024-12-22
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Mariela De Los Angeles Serrano
Es algo confusa la historia. Sobre todo porque inició con su regreso en el tiempo y no especificó ningún detalle de porqué llegaron a ese punto.
2024-12-28
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Berenice Cruz
estoy algo confundida, ella vive en el palacio, no entiendo, la historia te confunde con los personajes
2025-04-14
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