Elda despertó con la suave luz matutina filtrándose por las cortinas entreabiertas. Al girar lentamente hacia su lado, se encontró con un hermoso ramo de flores sobre la mesita de noche. La luz del sol hacía brillar los pétalos de las rosas, y un aroma fresco llenaba la habitación.
Entre las flores, una rosa blanca destacaba por su elegancia y delicadeza. Conocida como la "Rosa de Alejandría", era la flor más apreciada en Rusia, simbolizando la pureza y el amor verdadero.
Junto al ramo, una tarjeta llamó su atención. Con emoción, Elda la tomó y leyó las palabras escritas a mano por Vladimir: —"Para la mujer más especial de mi vida, con todo mi amor". Esas simples palabras llenaron su corazón de alegría y ternura, y un dulce calor se extendió por todo su ser.
Después de absorber la belleza del gesto de Vladimir, Elda notó que había una invitación para el día. Vladimir le proponía pasar la tarde juntos, disfrutando de la piscina y compartiendo momentos inolvidables. Le pedía que desayunara y se preparara para el día que les esperaba.
Con una sonrisa de felicidad, Elda se levantó de la cama, agradeciendo en silencio por tener a alguien tan amoroso y atento en su vida. Estaba ansiosa por el día que les aguardaba, lleno de amor y complicidad con Vladimir y por primera vez después de haber perdido a si bebé y el intento de suicidó tenía ánimos de bañarse y vestirse bonita, así que busco lo mejor que llevaba en la maleta.
El vestido verde que Elda escogió para ese día soleado era una verdadera obra de arte, que le regaló su tío. Confeccionado en una tela ligera y fluida, se adaptaba perfectamente a sus cruvas, realzando su belleza natural. El verde esmeralda del vestido resaltaba sus ojos de un verde más oscuros y su cabello rubio, creando un contraste cautivador, pese a que ella todavía le costaba sentirse agusto con su cuerpo.
El diseño del vestido era elegante y femenino, con un escote delicado que mostraba sutilmente sus hombros. La falda, con un suave movimiento al caminar, llegaba hasta la mitad de sus muslos, lo que le confería una apariencia sofisticada y moderna. Detalles como pequeñas flores bordadas en el borde del escote resaltaban más sus grandes senos y una cinta delgada en la cintura añadían un toque de encanto y dulzura al conjunto. Combinado con sandalias de tiras doradas y unos pendientes de perlas muy sencillos que le había regalado su madre en sus 15 años y que siempre cargaba con ellos, así que se coloco brillo labial y vio su reloj contando los segundos para ver a su fuerte novio.
Por otro lado Vladimir se despertó con la mente llena de pensamientos de felicidad sobre el día que tenía planeado para Elda. La noche anterior había sido intensa, llena de emociones compartidas y ahora, con la luz de la madrugada filtrándose por las cortinas, se preparaba para hacerle un desayuno a Elda y demostrarle cuánto la amaba. Sin embargo, todo eso se esfumó cuando el teléfono sonó, interrumpiendo sus reflexiones. Ras, el tío de Elda, le informó sobre una cita inesperada con el nuevo líder de la mafia italiana, Marco Salvatore. Aunque contrariado por la interrupción de sus planes, comprendía la importancia de este encuentro para mantener las relaciones y la seguridad de ellos en Italia y la familia Tarásov en Rusia.
Tras la llamada, Vladimir se levantó con determinación. Le marco a Dimitri ordenando le que consiguiera la Rosa de Alejandría junto con un ramo de rosas y colgó la llamada, de metió a bañar rápidamente. Cuando ya salía dejó una nota para Elda junto al ramo de rosas, de lado de ella sobre la cama, aquella nota le expresó su amor y se disculpó por su repentina partida. Sabía que ella entendería, pero aún así deseaba dejarla con un gesto de cariño antes de partir.
Vladimir salió exactamente a las 6 de la mañana, vistiendo de manera casual pero elegante, con un traje oscuro y una camisa blanca sin corbata, mostrando su estilo impecable. Su presencia era imponente, reflejando autoridad y confianza en sí mismo.
Mientras se preparaba para el encuentro con el nuevo líder italiano, Vladimir repasaba mentalmente su estrategia. Sabía que debía mantener la compostura, solo era una visita para informar lo que aria en territorio extranjero, cosa que l también aria respeta do siempre los acuerdos. Con paso firme y determinado, salió. Mientras tanto, en la camioneta negra, Sergei y Dimitri discutían la estrategia previamente planeada para el encuentro con el nuevo líder de la mafia italiana por telefono. Sabían que debían demostrar control de la situación para mantener el respeto y evitar cualquier intento de provocación por parte de la mafia italiana y proteger a Vladimir.
Dimitri se encontraba en un lugar estratégico en dónde supervisaba la situación cerca de donde sería la cita que le había mandado Vladimir antes de salir de la villa. La vigilancia de Dimitri, era muy discreta había adquirido un dron en forma de abeja que seguía la camioneta de Vladimir, con la finalidad que le proporcionara información en tiempo real y asegurando la seguridad de Vladimir en todo momento. La estrategia incluía mantener una comunicación constante y coordinada entre ellos, estar alerta ante cualquier señal de peligro y actuar con determinación y rapidez en caso de ser necesario. Con Vladimir liderando el camino y su equipo respaldándolo, estaban preparados para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino, pero lo más importante para mantener una buena relación con la mafia Rusa.
Vladimir llegó al lugar acordado, un elegante y lujoso restaurante en el corazón de la ciudad, frecuentado por la élite más adinerada de Italia. El ambiente exudaba opulencia, con suelos de mármol pulido, techos altos adornados con candelabros de cristal y mesas cubiertas de finos manteles blancos. Las paredes estaban decoradas con obras de arte de renombrados artistas italianos, añadiendo un toque de sofisticación al ambiente. A pesar de la ostentosa atmósfera, la seguridad era discreta pero efectiva, con guardias ubicados estratégicamente para garantizar la tranquilidad de los clientes sin perturbar la armonía del lugar.
En medio de este escenario de lujo, se encontraba Marco Salvatore, el líder de la mafia italiana, un hombre de aproximadamente 60 años de edad. Marco irradiaba autoridad y confianza, con una presencia imponente que imponía respeto a su alrededor. Vestía un traje a medida, impecablemente cortado, que resaltaba su figura robusta y su porte distinguido, una ves los dos en la mesa asignada Vladimir saludó cordialmente a Marco Salvatore, mostrando el debido respeto hacia un hombre de su calibre en el mundo del crimen organizado. Aunque ambos eran rivales en el negocio, compartían un entendimiento tácito de la importancia de mantener la cortesía y la diplomacia en sus interacciones, al menos superficialmente.
Vladimir expuso con claridad y detalle el propósito de su estadía en Italia ante Marco Salvatore. Explicó sus negocios y el alcance de su empresa, destacando la transparencia y legalidad de sus operaciones en el país. Marco Salvatore, aunque reservado y cauteloso, aceptó la explicación de Vladimir y extendió su mano en señal de acuerdo, indicando que aceptaba su palabra. Sin embargo, para mantener una sensación de seguridad y control, Marco decidió asignar a uno de sus hombres de confianza para acompañar a Vladimir durante toda su estadía en Italia. Vladimir entendió la precaución de Marco y aceptó la presencia del hombre, reconociendo que tener un apoyo adicional en un territorio ajeno sería beneficioso para él también.
Una vez acordados los términos y establecida la duración de la estadía de Vladimir en Italia, que sería de dos semanas, ambos hombres se despidieron cordialmente y se retiraron por caminos separados. A pesar de sus diferencias y rivalidades, la reunión transcurrió sin contratiempos, demostrando la capacidad de ambos líderes para manejar situaciones delicadas con diplomacia y pragmatismo en el mundo de la mafia.
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