El rugido de los motores resonaba en el interior de las robustas camionetas blindadas mientras Aleksander, Alexei, Vladimir y Ras se dirigían con determinación hacia su territorio. El trayecto estaba marcado por una tensión palpable, cada uno sumergido en sus propios pensamientos sobre la inminente confrontación con la banda rival de los lobos.
El cielo, teñido de tonos anaranjados por la puesta de sol, anticipaba la llegada de una noche intensa. Dentro de las camionetas, la luz tenue del tablero iluminaba rostros tensos y miradas fijas en el horizonte. La radio apenas rompía el silencio, dejando que el sonido de los motores y el crujir de la carretera fueran la banda sonora de su travesía.
En el asiento del conductor, Aleksander mantenía la vista fija en la carretera, su expresión seria reflejaba la carga de liderar a su familia en una empresa que prometía ser arriesgada. A su lado, Alexei, con la mandíbula tensa, sostenía el volante con firmeza, listo para cualquier escenario que se presentara.
Vladimir, en el asiento trasero, repasaba mentalmente el plan de acción. Cada detalle estratégico era esencial para recuperar el territorio que les pertenecía. Ras, el hombre de confianza, ocupaba el asiento trasero opuesto, su presencia imponente destacaba su papel como protector y estratega en la misión.
A medida que se acercaban al territorio disputado, la tensión se intensificaba. Se percibía la electricidad en el aire, como si la naturaleza misma anticipara el enfrentamiento inminente. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, recordándoles que estaban adentrándose en un escenario donde las leyes eran dictadas por la fuerza y la astucia.
La comunicación entre los hermanos era mínima, las miradas y gestos discretos transmitían más de lo que las palabras podrían expresar. Cada uno confiaba en el otro, sabiendo que la familia Tarásov se mantenía unida incluso en los momentos más difíciles.
Al llegar al borde de su territorio, la tensión alcanzó su punto álgido. Las luces de la ciudad se reflejaban en las miradas decididas de los hermanos, quienes intercambiaron una última mirada antes de adentrarse en la oscuridad que se cernía sobre su destino. La batalla por el territorio estaba a punto de desatarse, y los Tarásov estaban listos para defender lo que era suyo.
La calle, conocida como Nevsky Prospekt, se extendía majestuosamente ante los ojos de los cuatro hombres de los Tarásov. Sus luces destellaban sobre el pavimento húmedo por la reciente lluvia, añadiendo un brillo especial a la atmósfera nocturna. Las sombras de los edificios históricos se proyectaban sobre la avenida, testigos silenciosos de los tiempos tumultuosos que habían vivido.
Bajo la imponente presencia de la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, los hermanos Tarásov descendieron de las camionetas blindadas con una determinación visible en sus rostros. Aleksander, el líder indiscutible, rompió el silencio alzando la voz sobre el sonido de la ciudad que nunca dormía.
"¿Todos saben bien lo que tienen que hacer?", preguntó, sus ojos recorriendo las miradas de sus hermanos. La respuesta fue un coro unísono de afirmaciones decididas, confirmando que estaban listos para afrontar los desafíos que les aguardaban en las sombras de Nevsky Prospekt.
La estrategia se desplegó entre ellos, coordinando movimientos y acciones con precisión militar. Cada hermano tenía su papel definido en este ajedrez urbano, donde las calles eran el tablero y las piezas se movían con la elegancia de la mafia rusa.
Con el plan en marcha, avanzaron con paso firme hacia el corazón de la calle concurrida, donde las luces de la ciudad bailaban sobre el pavimento empedrado. La tensión se mantenía en el aire, pero la confianza entre los Tarásov era palpable.
La Catedral de Nuestra Señora de Kazán se erigía como un monumento silente ante la inminente batalla que se avecinaba. Los hermanos, unidos por lazos de sangre y lealtad, avanzaron decididos hacia el desafío que les aguardaba en la oscuridad de Nevsky Prospekt.
Aleksander, como líder imponente de la mafia roja, avanzaba con determinación por las adoquinadas calles de Nevsky Prospekt, portando un par de pistolas Colt M1911, símbolos de autoridad y precisión en sus manos expertas. Sus ojos fríos y calculadores escudriñaban el entorno, mientras su imponente figura imponía respeto a quienes se cruzaban en su camino.
Ras, el cerebro táctico del grupo, permanecía resguardado dentro de la camioneta, rodeado de monitores y dispositivos electrónicos. Era el escudo protector detrás de las redes, listo para desplegar estrategias y coordinar movimientos con precisión milimétrica.
Alexei, el hijo mayor y heredero aparente, llevaba sus armas sin mostrarlas abiertamente, un juego de cuchillos de arrojar cuidadosamente oculto en su gabardina. Su presencia era intimidante, pero sus manos hábiles y sigilosas se mantenían listas para la acción cuando la situación lo exigiera.
Osito, apodado así por su ferocidad en combate, sostenía una ametralladora AK-47 con un porte que revelaba su destreza con el arma. Cada paso que daba resonaba con la seguridad de quien sabe que su función es la de proteger a sus hermanos con fiereza.
Vladimir, el típico empresario ruso en apariencia, llevaba consigo una pistola Walther PPK escondida elegantemente en un bolsillo interno de su traje. Su aspecto distinguido ocultaba la maquinaria de un hombre preparado para la acción, con equipos resguardados estratégicamente para el inminente enfrentamiento.
En el caos que se desató en el restaurante más famoso de Nevsky Prospekt, Aleksander, con su rostro imperturbable, disparaba a sus enemigos directo a la cabeza sin previo aviso. El sonido de los disparos resonaba en el lujoso establecimiento, tornandolo de rojo interrumpiendo la tranquilidad de los comensales que disfrutaban de sus platos exquisitos.
Alexei, siguiendo los pasos de su padre, secundaba la ofensiva, apuntando con destreza a aquellos que intentaban esconderse tras las mesas. Cada disparo era una afirmación silenciosa de la supremacía de los Tarásov en su territorio.
Vladimir, hábilmente disfrazado entre la multitud, utilizaba su portafolio como camuflaje para su arma, disparando con precisión quirúrgica a sus objetivos. La aparente normalidad de un comensal se desvanecía ante la brutalidad de la mafia rusa, miéntras su equipo esperaba indicaciones.
Mientras tanto, Ras, desde la seguridad de la camioneta, dirigía la operación a través de los micrófonos en las orejas de los hermanos. Las cámaras de calor proporcionaban información vital sobre la ubicación de los enemigos, permitiendo una coordinación eficiente.
A pesar del caos, los Tarásov mantenían su código de honor mafioso: los civiles estaban fuera de peligro. El restaurante se convertía en el escenario de una demostración de poder, donde los Tarásov dejaban claro que su territorio no era lugar para desafíos.
En medio del caos controlado, Aleksander, líder indiscutible de los Tarásov, emergió del restaurante llevando consigo al jefe de la banda rival como un trofeo de guerra. La escena se desenvolvía con una frialdad calculada, nadie más había quedado vivo de aquella banda, así que Aleksander y Alexei salieron del establecimiento como si nada hubiera sucedido.
Antes de abandonar el lugar, Aleksander dejó un portafolio lleno de billetes sobre la mesa del dueño del restaurante, acompañado de una nota concisa: "Para compensar los daños ocasionados". Era una muestra de que, aunque su llegada fuera abrupta y violenta, los Tarásov siempre cumplían con su palabra, incluso cuando se trataba de reparar los estragos causados.
Vladimir se mantuvo en la escena del crimen, expectante. Su atención estaba centrada en Ras, aguardando la señal que indicara que su padre llevaba el preciado cargamento a su destino seguro. La maquina de la mafia rusa operaba con precisión, cada miembro desempeñando su papel en esta danza mortal.
Vladimir se comunicó con su selecto equipo, compuesto por dos hombres de su máxima confianza, Sergei y Dimitri guardias de fiar, cuyos nombres resuenan en los oscuros pasillos de la mafia rusa. Estos leales subalternos, conocidos por su eficacia y lealtad a los Tarásov, son expertos en limpiar. Vladimir había demostrado en más de una ocasión ser el mejor limpiador en la organización. Su habilidad para eliminar rastros y solucionar problemas de manera discreta le otorgaba el apodo de "Sombra Silenciosa". La reputación de este destacaba por su capacidad para desvanecer cualquier rastro incómodo, garantizando que los asuntos de los Tarásov permanecieran en las sombras, lejos de miradas indiscretas.
En un restaurante ahora vacío de civiles inocentes, Vladimir lideraba a su selecto equipo compuesto por Dmitri y Sergei, los hábiles limpiadores de la mafia rusa. Con precisión quirúrgica, comenzaron su tarea meticulosa para borrar cualquier rastro del inesperado ataque de los Tarásov.
Dmitri, se movía con agilidad y destreza por el lugar, deshaciéndose de evidencias y asegurándose de que no quedara ni un solo indicio de la presencia de la mafia. Sergei, por su parte, se encargaba de limpiar cualquier rastro digital, manipulando hábilmente las cámaras de seguridad y eliminando registros que pudieran vincular el evento al temido nombre de los Tarásov, junto con Ras.
Vladimir, como líder indiscutible, supervisaba cada movimiento con una mirada aguda y un control preciso. Su habilidad para mantener la calma en medio del caos, combinada con una astucia innata, le valió el título de "Sombra Silenciosa", demostrando por qué era temido en los círculos de la mafia rusa. Con pasos sigilosos, cada miembro del equipo cumplía su función, asegurando que la intervención de los Tarásov pasara desapercibida para el mundo exterior.
Vladimir, con su porte imponente y gestos seguros, se acercó a su equipo. —"Dimitri, Sergei, asegúrense ya de que no quede nada", ordenó con voz firme. Mientras Dimitri y Sergei trabajaban con los últimos detalles, Vladimir se comunicaba con las autoridades a través de un canal seguro, con el nombre en clave "Aguila Roja". Estas autoridades, conocidas como "Guardianes de la Noche", eran sus contactos dentro del sistema. La cuenta regresiva comenzó, y en el décimo segundo cero, el restaurante quedó en silencio antes de que cada miembro del equipo se desvaneciera en la oscuridad de la noche rusa.
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Updated 49 Episodes
Comments
Lorena Larios
muy buena la historia
2024-06-16
0
Maria Hernandez
me encanta demasiado tu historia está rebuenisima
2024-03-17
4