¿Qué es shipear?

Facundo no había notado las flores que habían brotado en el suelo, de la sangre que escupió. Había cerrado los ojos intentando no mirar. Algunas veces, la sangre le daba un poco de impresión, incluso la suya. Así que luego de succionar el veneno y soltarlo abrió los ojos y solo se concentró en Leandro para ver si estaba bien. Al escuchar el tono de voz calmo, al decirle que se encargaría de la carpa y que fuera a buscar ramas, lo tranquilizó temporalmente, por lo que decidió seguir con las indicaciones de Leandro. Al comienzo lo miró un segundo corroborando que realmente estuviera bien. Leandro le devolvió una sonrisa así que, más tranquilo, se fue a recoger ramitas para la fogata. Le dijo a Leandro, antes de voltear a buscar, que sería mejor que descanse, que no tenía por qué hacerse cargo de la carpa solo, qué además había visto a su abuela hacerlo y podría ayudarlo. Que cuando se recobrara, lo harían juntos y fijó su vista en ramas y leños que fue recogiendo poco a poco.

Mientras Facundo se dedicaba a las tareas que Leandro le había asignado, éste que estaba en excelente forma, ya que la serpiente no era venenosa, se levantó de un salto sigilosamente, recogió una de las flores rojas que habían brotado del suelo y se puso detrás de Facundo. Las flores tenían cinco grandes pétalos rojos y un centro amarillo que iba en degradé hacia los bordes como una antorcha. Leandro esperó pacientemente parado detrás de Facundo mientras recogía las ramas. Cuando Facundo levantó la mirada tenía a Leandro al frente suyo parado con una flor en la mano.

Facundo se sonrojó al instante y dejó caer las ramas por su sorpresa. Leandro lo miraba fijamente.

—Parece que a Afrodita le ha gustado lo que has hecho por mí— Dijo Leandro con una voz bastante tranquila—. Te regalo mi sangre hecha flor. La diosa me dio la idea. Es mí agradecimiento por salvarme de la serpiente. Parece que una olímpica más juega de nuestro lado, o... Al menos le gusta vernos juntos.— Agregó Leandro con una sonrisa pícara, aún extendiendo la mano con la flor.

Facundo se ruborizó aún más. Miró a Leandro. Tendría probablemente su misma edad, unos 15 años. ¿Cómo era tan arriesgado? Además él era otro varón. Su piel era cobriza por el crepúsculo y era un poco más alto qué él. Sus ojos verdes lo miraban fijamente sin titubear ni un momento. Su cuerpo era mucho más atlético que el suyo y parecía una escultura de piedra que sostenía aquella flor. Era... Hermoso pero terriblemente intimidante.

Leandro se sorprendió de que Facundo se quedara mirándolo en lugar de recibir la flor. Quizá se estuviera precipitando nuevamente así que comenzó lentamente a bajar la mirada y la mano pero Facundo lo detuvo poniendo su mano debajo de la suya para recibir la flor.

—Esto... Gracias. Ja.—Facundo hizo una breve risa nerviosa—. En tu mundo... ¿Es normal hacer esto? O sea... Regalarle una flor a otro varón, y que brote de tu sangre. O sea los dioses ¿Nos shipean?, algo sádicamente teniendo en cuenta la serpiente y la sangre... ¿No estabas recuperándote? ¿Cómo te levantaste tan rápido?

Facundo llevaba puesta una camisa y puso la flor en su bolsillo delantero como un adorno. Leandro le sonrió nuevamente y respondió girándose mientras comenzaba con las cosas de la carpa.

—Parece que, a fin de cuentas, aunque el destino juegue con nosotros, algunos quieren que estemos juntos. Si no hubieras estado aquí, habría muerto envenenado. Y los dioses lo reconocen. ¿Cómo no reconocerlo yo también? Los regalos son normales entre amigos y entre amantes aquí, sobre todo a la edad que tengo. ¿Acaso los hombres no son amigos en tu mundo?

Facundo notó que dijo amigos y amantes en la misma frase. Esto le pareció un tanto ambiguo, pero no pidió aclaraciones. Se limitó a responder y a preguntar algo que había despertado su curiosidad desde el comienzo.

—No es que no pase nunca, pero generalmente los hombres le regalan flores a las mujeres... Y ahora que lo decís ¿Qué edad tenés?

—15 años, hace poco. ¿Qué es eso de shipear? ¿Es otra costumbre tuya?

Facundo no se había dado cuenta que había usado esa palabra. Ahora tendría que explicar algo que seguramente haría que se ponga rojo otra vez. Esta vez intentaría decirlo calmadamente. Debía de quedar bien. Interesado pero no desesperado.

—No es que sea mía la costumbre, es algo de la época. Es cuando alguien quiere que... Dos personas sean... ¿Cuál fue la palabra que usaste? Emm... Amantes. Me refiero a que, le gustaría que dos personas fueran pareja. Generalmente no interviene para que pase pero se entusiasma con la idea.

Leandro terminó de armar la carpa y se fue acercando lentamente a Facundo.

—¿Cómo mi abuela cuando nos mandó al mismo cuarto?

Facundo, a pesar de su fallido intento de parecer seguro y tranquilo, iba haciendo pasos cortos hacia atrás mientras Leandro se acercaba.

—Sí. Aunque creo que eso si es una intervención.

—O como cuando los dioses te trajeron a mi mundo justo al frente mío.

Leandro iba dando pasos más largos reduciendo cada vez más la distancia entre ambos

—Quizá. Puede ser. No puedo asegurarlo a ciencia cierta. Pero si es así, es una manera muy explícita de shipear— Respondió Facundo. Su voz se notaba un poco nerviosa y tenía a Leandro sumamente cerca de su cara. Podía notar su respiración cálida frente y el olor a leña que brotaba del griego. No sabía que temperatura realmente hacía a su alrededor, pero sentía mucho calor y sin embargo ya no quería alejarse de Leandro. Lo miró a los ojos clavados en los de él, hubo silencio. No parecía que hubiera más nada que preguntar, miró a los labios de Leandro, apenas más oscuros que el resto de su piel, luego miró a sus ojos nuevamente y parecía que la distancia entre ambos rostros era ya milimétrica.

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