12/11/1992
Cuando la maestra dio los resultados del examen dijo que yo había tenido la puntuación más alta en todo el grado, solo obtuve un error, en ese instante, las chicas de todo el salón aplaudieron. Karina inició una porra y la maestra hizo que se detuviera porque había otra compañera que había sido seleccionada para representar el colegio. La chica se llama Olivia Santos, es un poco bajita, morena y de ojos muy redondeados, cuando escuchó la noticia puso una expresión graciosa, abrió tanto los ojos que creí que se le saldrían. Todas comenzaron a reírse.
—¡Una razón más para alegrarnos! ¡Alicia y Olivia, las mejores Margaritas! —gritó Karina con entusiasmo.
Después de un rato gritando la maestra nos calmó para despedirse y me pidió a mí y a Olivia que asistiéramos al club de literatura para aclarar los detalles del proceso.
Alrededor de las cinco de la tarde, todas las chicas y yo nos reunimos en mi cuarto. De nuevo estábamos apretadas y algo incómodas, pero emocionadas.
—Ali, ¿qué te dijo la profesora de literatura? —preguntó Karina sacando de su mochila más frutos secos y chocolates de bolita para invitarles a las compañeras.
—Que lleve mi bote lleno de agua, que desayune bien, que duerma bien y que partiremos a las seis, mañana temprano.
—¿Y a dónde van a llevarlas? —preguntó Elena.
—No lo sé, pero eso no importa mucho ¿o sí?
Las chicas se vieron entre sí con picardía.
—Oli, Ali, chicas, ¡ustedes van a ir a una escuela mixta! ¿Saben lo que significa? —exclamó Karina, poniéndome una mano sobre el hombro y la otra en el hombro de Olivia.
—¡Verán chicos! —chilló una chica desde la esquina, se notaba tan emocionada que sus mejillas se habían enrojecido.
—Ah… eso —contesté sin interés y tomé un puñado de fruta y dos chocolates para llenarme la boca con ellos casi al instante.
—Chicas, eso no es tan importante —señaló Cinthia, tenía las manos reposando sobre su regazo, con delicadeza; de verdad parecía que no le importaba, así que agradecí en silencio que no les diera más cuerda a sus fantasías —. No es por presionarlas, Alicia, Olivia… pero les recuerdo a todas que seguimos compitiendo contra las Rosas. Necesito que estudien antes de ir para que puedan tener buenos puntajes, debemos superar a la Rosa que también fue seleccionada…
—Pero Cindy —interrumpió Karina.
—Cinthia —la corrigió al mismo tiempo que le dirigía una de sus miradas de indignación. La admiro por responder siempre tan calmada, manteniendo el control de sus emociones, como una verdadera señorita de sociedad.
—Perdón. Cinthia, te decía… ¡Ya tenemos a dos guerreras en la batalla!
—Aún así no hay que confiarse, la Rosa podría quedar en una mejor posición. Recuerden que el trato fue que ganaría el salón con la alumna que llegara más lejos, no por cuántas Rosas o Margaritas participan.
—Es cierto, chicas, estudien, por favor —rogó Elena.
—Yo no sé si pueda hacerlo, perdónenme si no paso el siguiente examen —Olivia juntó sus manos y agachó la cabeza.
—¿Por qué lo dices? Solo estudia de nuevo las normas y lee, no debe ser tan difícil para ustedes… —respondió Cinthia ladeando la cabeza.
—Es que yo ni siquiera estoy en el club de literatura, ni había tenido un puntaje tan alto antes… creo que solo fue suerte.
—Anímate, puedes lograrlo —dijo Anna recostada en mi cama… con los zapatos puestos. pensé en reclamarle, pero no era el momento.
—Lo digo en serio, fue suerte, ¡no sobreviviré a las Olimpiadas!
Las chicas comenzaron a intentar animar a Olivia y ella no dejaba de pedir perdón por adelantado; sus ojos se veían aún más grandes por el brillo de las lágrimas que amenazaban con derramarse, no se veía que estaba mejorando, así que le dije que fuéramos al baño, así se distraería un poco.
—¡Voy con ustedes! —gritó Anna.
—¡No! — agarré a Olivia y la ayudé a levantarse para irnos —, regresaremos rápido.
Mientras caminábamos a los baños Olivia se veía bastante nerviosa y para aliviar la tensión intenté hacerle plática, pero solo me contestaba con frases cortas. Al llegar le dije que se echara agua en la cara, que eso me ayudaba a calmarme y ella lo hizo, aunque dudaba al principio.
—Tienes razón, me siento fresca.
—Si quieres, te ayudo a estudiar para que estés más segura mañana…
—Gracias. De todas formas, no pasaré el examen.
—No te rindas antes de luchar, cuando menos sientas ya habrá pasado todo, te lo prometo — No sé porqué sentí como que me estaba tragando mis propias palabras —. Verás que no es tan importante.
—Cinthia y las chicas sí hablan en serio… muy en serio. ¡Habrá un castigo para todas si tú y yo no tenemos el lugar más alto!
—Lo sé… pero ya no hay vuelta atrás. De verdad, esto pasará, el año apenas empieza, no creo que se enojen contigo por no ganar.
—¿Segura?
—Muy segura.
Olivia suspiró y se volvió a echar agua en la cara.
—Creo que me siento mejor… ¿todavía quieres que estudiemos juntas?
—¡Claro! si tú también quieres…
—Está bien… voy a intentar dar mi mejor esfuerzo…
Justo cuando nos íbamos, Fernanda nos bloqueó el paso recargándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
—Lindo discurso —dijo en tono burlón.
—¿Y ahora qué quieres?
—Calmada, solo quería felicitarte por haber sido seleccionada. Si no hubiera sido por esos dos pequeños errores hubiera estado contigo en el autobús de mañana.
—Así es la vida, a veces se gana y a veces…
—No estoy aquí para pelear, Alicia — se acercó un paso hacia mí, quedando a unos cuantos centímetros —. ¿Puedes dejarnos solas? Necesito hablar con ella.
Olivia me miró esperando una respuesta.
—No te preocupes, espérame afuera.
—Está bien…
—¿Ya cambiaste de novia? —me preguntó en cuanto Olivia salió del baño.
—Ya dime, ¿qué quieres? —dije cruzando también los brazos y alzando la barbilla por instinto.
—Se llama Martina. Te pido que tengas cuidado con ella, no sabes lo que podría hacer. — Comenzó a caminar alrededor de mí, como una hiena acechando a su presa.
—¿Perdón? No trates de amenazarme…
—La compañera que irá con ustedes. Es bastante cercana a Daniela, es probable que intente hacerte daño… —me susurró al oído justo al pasar por mi espalda.
—Tenemos un acuerdo, eso implica que no…
—¡No sabes lo que puede hacerte mientras están lejos del colegio, Alicia! —exclamó mientras me rodeaba con sus brazos por detrás. Sentí escalofríos e intenté zafarme, pero no pude hasta que ella misma decidió soltarme.
—Por cierto… ¿por qué ya no llevas tu pelo suelto? extraño ver tus rizos —dijo agarrándome la trenza —, te veías mejor antes.
—Tú hiciste que me cortara el cabello… —reclamé aguantándome las ganas de darle un puñetazo o una cachetada.
—¡Deja de tocarme!
—Nos vemos, Li.
Salió y en ese momento llegaron todas las chicas del salón.
—¿Algún problema, Alicia? —preguntó Cinthia poniendo sus manos en la cintura, sin despegarle la mirada a Fernanda.
—Yo ya me iba. Sugiero que no hagan un escándalo o…
—Vete. O llamaremos a la prefecta y no vuelvas a acercarte a Alicia —sentenció con la autoridad de una verdadera líder.
Fernanda resopló y se alejó lentamente, con gracia, como si su dignidad siguiera en la cima del mundo. Enseguida, Anna se acercó a mí y me rodeó con un brazo por el hombro.
—¿Estás bien?
—S…sí, e…estoy bien. Vámonos.
Karina, Elena y yo regresamos a mi cuarto a terminar de comer frutas secas.
—Para el susto, amiga — me dijo Karina, extendiendo su mano con un par de bolitas de chocolate.
—Gracias — Los tomé con gusto y me los empecé a comer.
—Solo a tí te gustaron, las chicas solo comieron de las otras… —señaló Karina ofendida.
—Es que el chocolate saca granos, amiga… —contestó Elena.
—Solo prueba uno, ¡ándale!
Karina la miró suplicante y le puso un montoncito en la mano.
—Está bien, nada más porque ya están conmigo.
Echó las bolitas en su boca, pero después de masticar un rato empezó a arrugar la cara. Nos quedamos viendo confundidas, a excepción de Karina, quien se veía divertida.
Elena agitó las manos y a buscar algo en el cuarto, pronto encontró una hoja de papel en el suelo y escupió en ella una pasta negra llena de saliva.
—Iug, te pasaste —comentó Anna arrugando la nariz.
—¡Tienen pasas! ¡Qué asco! —gritó y empezó a darle manazos en la espalda a Karina.
—¡Lo siento!, ¡lo siento! —repetía sonriendo. Sin duda, lo hizo a propósito.
Esa situación me hizo olvidar por un buen rato lo que había pasado en el baño.
A las siete de la noche fui a la biblioteca con Olivia y sacamos libros con reglas de ortografía para repasar. Al principio se veía nerviosa, pero después se concentró en aclarar las dudas que tenía, escribimos algunos textos de práctica y luego de dos horas, cada quien se fue a su habitación.
En mi perilla había una bolsa con manzanas y chocolates. Como siempre, le acompañaba una nota de Anna.
“Sé que te va a ir muy bien, Ali, cuídate de la Rosa espinosa y regresa sana y salva. ¡Te quiero!”
Me sentí aliviada de tener gente que me apoya, leí y releí la nota una y otra vez, admirando la caligrafía, un poco descuidada, de Anna, las letras se marcaban al otro lado de la hoja y pasé mis dedos por los pequeños relieves. Decidí que conservaría la nota, así que la puse en la esquina de mi tocador, pero entonces, una corriente de aire la hizo volar directo al bote de basura, corrí a rescatarla y me encontré el papel con chocolate masticado de Elena. Era una nota antigua de Anna. No sé cómo llegó al piso y porqué estaba tan arrugada desde antes de que Elena la agarrara.
En fin, mañana tendré otro día intenso. Espero que las palabras de Anna se cumplan y todo salga bien.
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