Hojas

26/10/1992

Terminando las clases regulares me dirigí al salón de instrumentos junto a Anna y las demás chicas. De pronto, la prefecta me llamó y dijo que fuera a la dirección, las chicas quisieron acompañarme, pero les dije que se fueran, que no perdieran el tiempo. Al final, Anna, con la necedad de siempre, me acompañó; la rechacé, aunque no pude hacer nada ante su insistencia.

Ya en la dirección recibí una bochornosa noticia. Mis padres les habían solicitado encarecidamente al profesorado que me integraran de nuevo a todos los clubes donde me uní alguna vez, incluyendo Teatro.

—Señorita Alicia Del Valle, sabemos que usted se ha destacado notablemente en cada club al que ha asistido, para nosotros es un honor tenerla de nuevo integrada en las actividades del año escolar.

—Pero no pueden obligarme a estar en todos esos clubes, ¿o sí?

—Sus padres nos solicitaron que la registráramos en cada uno de ellos, no se preocupe, los asesoramos para que escogieran solo los clubes anteriores, no podemos obligarla como tal a unirse a todos los clubes, pero sí podemos fomentarla a regresar, piense en su futuro, así tendrá un expediente rico en artes. Confiamos plenamente en que usted tiene las capacidades para cumplir con todas las actividades de manera excepcional.

Humillante. No pude decir nada, solo acepté que me inscribieran y llené los formularios pertinentes.

Tuve que tomar un respiro y me fui con Anna a los jardines a platicar de lo sucedido.

—Eso es algo que de por sí estaba planeando, ahora mis padres me ven como una floja, ¡eso soy para ellos! yo estaba esperando a que terminara el evento de día de Muertos para unirme de nuevo, ¡pero eso no es todo! ¡Me han metido al club de Teatro! ¡Qué voy a hacer ahí! ¡Odio ese club! No es que sea malo, es que…

—No me digas, ¿ahí está Fernanda?

Asentí y suspiré profundamente. Nos acomodamos en un par de sillas metálicas, alrededor de una de las mesas de cristal que se mantienen siempre sobre césped fresco y bien podado, bajo una amplia sombrilla blanca.

—Me la topé el viernes entrando a ese club mientras Elena, Karina y yo limpiábamos el de al lado. No sé qué voy a hacer, falta muy poco para el evento y todos ya han avanzado con sus actividades, ¡cómo voy a cumplir de “manera excepcional” si estamos a unos días!

—No te fuerces, Ali, puedes preguntarles en qué ayudar, aunque no sea algo importante, como una asistente, solo para que te anoten cuando pasen lista… digo…

—Y luego Fernanda… La he evitado en los ensayos de violín, pero ahora…

—Ali, estamos en el mismo colegio, en el mismo grado, es imposible que no te encuentres con ella, no digo que sea fácil olvidar lo que te hizo, pero estamos las chicas y yo contigo para apoyarte. Podremos sobrevivir el año juntas, ¿no crees?

Noté sinceridad en su voz y le dirigí una sonrisa.

—Gracias, Anna, de verdad — Luego apoyé los codos en la mesa de vidrio que teníamos enfrente y puse mi cara sobre mis manos intentando relajar mis nervios—, pero en Teatro —dije llevándome ambas manos hacia las orejas, tapándolas por instinto al no querer escuchar lo que yo misma iba a decir— estaré sola, ahí no estás tú, ni Karina, ni Elena y tampoco quiero que ustedes se unan ahí, como si no tuvieran suficiente estrés con los preparativos, como si no pudiera defenderme yo misma.

—Lo siento, olvidé eso… pero sé que hay otras compañeras — Sonrió y me tomó de las manos, juntándolas en las suyas —, puedes acercarte a ellas, son cercanas a Cinthia, seguro que no te dejarán sola.

—Por lo menos tengo una buena noticia.

—Excelente, ¿qué noticia?

—Me van a suspender el castigo de limpiar los clubes para que pueda participar en todos los eventos, además solo me faltan dos semanas, dijo la directora que si hago todo bien considerará reducir el periodo, una semana o por completo, depende de mí.

—¡Eso suena muy bien! — Anna se puso de pie en un instante y vi cómo brillaban los ojos de emoción.

—Casi, porque de todas formas estaré saturada de actividades — me paré instintivamente, creo que quería correr en ese instante.

—Vamos, Ali, mira el lado bueno, además, no eres una novata como yo, que apenas puedo controlar mis dedos para tocar la flauta, en serio, todo va a mejorar.

—Eso espero…

Volví a suspirar y la abracé. No pude evitar sentirme como una carga para las chicas, como una niña pequeña y la causante de todo este lío, todo parece mi culpa. Sin embargo, decirle a Anna no mejoraría las cosas, además, también tengo miedo de estar sola. Odio tener sentimientos encontrados, en cualquier momento explotaré o algo…

—Puedo pasar por ti cuando esté libre.

—¿Sabes qué? — Me separé de ella y empecé a caminar hacia el comedor —, se me antoja un caramelo.

Sin pensarlo caminé rápido por los pasillos hasta llegar a la cafetería sin darme cuenta de que Anna seguía hablando detrás de mí. Estuve distraída desde entonces. Se me metió la idea de hacer algún plan de escape, solo por si las cosas salieran mal.

Me comí un par de chocolates de la minidulcería de la escuela. Anna se sentó conmigo en el comedor común, hablaba sobre tareas y el clima, pero no le puse mucha atención. Entonces vi el enorme reloj amaderado que se encontraba en la entrada y mis piernas comenzaron a temblar. Ya era hora de entrar al club.

—Te acompaño a la puerta.

Tenía miedo y agarré su mano con fuerza. Me sentí patética. Ya he enfrentado a Fernanda, era un miedo irracional… hasta que recordé que Daniela también está ahí, me di cuenta desde antes de mi castigo, mientras buscaba a Fernanda para que me explicara su actitud, antes de entender que no debería haberme acercado.

Cuando llegamos al salón de Teatro me giré hacia Anna y le dije que estaría bien.

Al entrar miré alrededor, es mucho más amplio que los demás salones, aunque también tienen las mismas cortinas aterciopeladas de color vino que hay en todo el colegio, estas estaban cerradas, así que estaba iluminado con las lámparas. Siempre mantienen utilería amontonada en una esquina y hojas de papel regadas en el piso, es una costumbre que Karina, Elena y yo señalábamos con fastidio cuando nos tocaba limpiar ahí.

Tres alumnas estaban concentradas recitando sus diálogos, otro par de chicas intentaban memorizar todo a pesar del ruido, una chica parecía estar dormida encima de una mesa y otras más allá, entre unos percheros escogían atuendos extraños.

No vi por ningún lado a la maestra encargada y tuve que levantar la voz, para mi mala suerte.

—Busco a la maestra p…para que me anote la…la asistencia, ¿no ha llegado?, ¿alguien puede decir… me?

De pronto dejaron de hacer sus cosas y se me quedaron viendo, reconocí algunas caras, casi todas eran del salón de las Rosas y al hablar tartamudeé de nuevo.

—S…Si fueran tan amables d…de decirme dónde está la ma…maestra o qué debo hacer p…para ayudar…

Una chica alta, de pelo largo y trenzado, la que estaba memorizando sus líneas, se acercó a mí. No sé si era su plan intimidarme, pero lo había logrado, sentí la garganta seca y creo que por unos segundos dejé de respirar.

—La ma-má, maestra está en el auditorio con las protagonistas para confirmar algunos detalles en el escenario, Ma-margarita.

Todas comenzaron a reír. En definitiva, esa chica quería intimidarme. Quería salir corriendo pero por fortuna, mi cerebro logró conectar las ideas en un esfuerzo por sobrevivir y entendí la probabilidad de que Fernanda y Daniela fueran protagonistas, así que me quedé ahí parada, como si hubieran pegado mis pies con cemento.

—¡Puedes ayudarnos con la utilería!

Gritó una chica de pestañas largas y rizadas desde el rincón.

—Ayúdanos a pegar unas plumas —dijo con voz autoritaria mientras caminaba hacia a mí —, luego tenemos que coser algunas flores de papel y ponerlas en guirnaldas.

Mi alma se sintió más aliviada al reconocerla: Marta, una de las amigas más cercanas de Cinthia, sus mejillas redondeadas le daban una apariencia simpática y tierna, pero definitivamente no era así, pues enseguida me mostró con brusquedad cómo hacer mi trabajo con las enormes plumas de colores, indicándome cuánto silicón usar, la posición correcta, la cantidad, la variedad de colores, etc., se notaba que era amiga de Cinthia, muy entregada a su trabajo. Ni siquiera se presentó, ni me hizo plática durante la hora.

Al principio creí que todo era muy repetitivo y aburrido, pero pronto me acostumbré y sentí que el tiempo pasó volando, mi mente logró ponerse en blanco y eso fue tan liberador.

Tal vez no me vaya tan mal en el club de Teatro.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play