Naranjas

Al día siguiente, Karina y Elena me reclamaron por no ayudarles con la limpieza de los salones, me disculpé y para contentarlas les hice unos gatitos con naranjas partidas en la clase de cocina, Karina me perdonó al instante, Elena solo después de terminarse la fruta. No quería que pensaran que soy una aprovechada, así que me ofrecí a limpiar el doble de aulas esa vez.

Terminé casi a las 6 de la tarde, las chicas ya estaban haciendo sus tareas regulares y Anna vino al salón de pintura para acompañarme de regreso a los dormitorios.

—Cinthia dijo que no estuviéramos solas, ¿recuerdas?, ¿cómo te dejaron así, Elena y Karina? ¡Son malas amigas!

—Anna, ellas no tienen la culpa, Elena ha estado muy alterada por el evento y todas sus actividades del club y Karina la apoya mucho, además, ya les debía limpieza extra.

—Como sea, debieron esperarte un rato.

Anna estaba muy molesta, nunca la había visto igual de angustiada.

—De todas formas… todas estamos ocupadas, no te preocupes, nadie me va a hacer nada y tampoco te enojes con las chicas.

—¿Ya terminaste, verdad? vamos, te ayudo a llevar las cosas a la conserjería y de ahí a los dormitorios.

—Solo deja que enjuague este trapo, vuelvo rápido.

Me dirigí a los baños para llenar una bandeja con agua limpia y en cuanto entré, la puerta se cerró detrás de mí. Sentí un brazo rodeando mi cintura y pronto una mano me cubrió la boca.

—No grites, no grites —susurró Fernanda en mi oído.

Aunque, por un momento, me paralicé del susto, un calor dentro de mi cuerpo me hizo reaccionar, intenté zafarme, brinqué y luego me deslicé hacia abajo para liberarme de ella, pero tenía suficiente fuerza como para mantener su mano en mi boca y con la otra sostuvo mi cabeza, en unos segundos ya me tenía en el piso.

—Por favor, por favor, por favor, no grites — seguía susurrando con rapidez —, te voy a explicar lo que ha pasado, en serio, pero no grites, ¿está bien?

Asentí con la cabeza y me soltó lentamente, agarré aire y sin pensarlo levanté la voz.

—¡¿Qué crees que haces?!

Fernanda se abalanzó de nuevo sobre mí y después de un rato forcejeando también hablé bajando el volumen.

—Dime que quieres —dije con un tono cortante —, hace tiempo que tú y yo no somos nada, todo el cariño que te tuve se ha ido, yo…

—Déjame explicarte, por favor, sé que hice mal las cosas, pero no tenía opción, Daniela es demasiado…

—Daniela es tu familia, lo entiendo, te avergüenzas de mí, eso pasó.

—No, no es así, Alicia, ella tiene demasiado poder.

—Basta, tus ganas de competir en la escuela son de un monstruo, eres una falsa, una mentirosa, ¡yo nunca te importé!…

—¡No! me importas, Alicia, me importas mucho, pero no puedo estar contigo porque Daniela podría hacer algo…

—O sea que una chiquilla mimada y estúpida es más importante que lo que teníamos, ¡y digo “teníamos” porque ya te encargaste de enterrarlo!

—En serio, Daniela tiene a todo el salón en sus manos, no podía quedarme atrás.

—Deja de echarle toda la culpa a tu prima, tú eres quien terminó esto.

—No, Alicia, esto va más allá, te lo juro.

—¿Qué tan lejos puede llegar una estudiante?

—Escucha, Daniela les prometió becas del 50% al salón entero si la hacen destacar en todos los eventos de la escuela y cuando Margaritas y Rosas se enfrentaron esto se puso más serio…

—No me hagas reír, las bromas no se te dan, Fernanda, una adolescente no tiene el poder para eso.

—Es que es mi tío, él se meterá como candidato en 1994, está ganando terreno y Daniela se aprovechó de eso para prometerle becas universitarias a las chicas que le caigan mejor.

—¡Qué tontería! ¡Cómo van a creer tanto en tu prima!

—Pues todo el salón confía en ella y están haciendo lo posible por quedar bien, piensa, es difícil entrar a la universidad. Allá están como locas queriendo ganar un espacio.

—¿Y eso qué tiene que ver con cómo me trataste? ¿Tú también quieres caerle bien? Vaya familia.

—No, no es así, es que no puedo — Fernanda suspiró y continuó —... ella es demasiado habladora, es capaz de acusarme con mis padres y…

—Ya veo… es por eso… no quieres que tu familia sepa que eres…

—¡No lo soy!

Su mirada estaba llena de terror, me dolió su reacción, me dolió saber que fui parte de un secreto vergonzoso, pero la entendí, yo también tendría miedo de contarle a mis padres porque lo poco que me dan se podría convertir en asco o en miedo y no sabría su reacción. La comprendo todavía y aún así duele.

—Debes entenderme, Alicia, si mis papás se enteran…

—Está bien, lo sé, ya déjame en paz. ¿Es todo lo que me ibas a decir? — volteé la cara hacia otra dirección para tratar de ocultar las lágrimas que se me habían juntado en los ojos, a punto de derramarse sin control.

—No. Sé que me porté mal contigo, solo quería alejarte de mí, pero en algún momento… Daniela se obsesionó contigo y no sé cómo pararla… cuando vi que Anna se acercó demasiado a ti me puse celosa, Alicia, no soporto verla rondándote como una abeja ruidosa y… ¡molesta!

—Al menos me tendió la mano. Pudiste haberme explicado y terminar aquello de otra manera… y… y ¡¿cómo te atreves a estar celosa si tú misma querías que me alejara?!

Me levanté empuñando las manos a los costados, como si estuviera exprimiendo mis propios sentimientos para no romperme a llorar; sabía que si flaqueaba podría cometer algún error, después de todo, siempre soy yo la que sale perdiendo y ya no quiero eso.

Para mi sorpresa, Fernanda se arrodilló frente a mí abrazando mis pantorrillas y soltó una palabrería que jamás creí que escucharía de su boca.

—Por favor, perdóname, Li, perdóname, te lo ruego, no me dejes, ahora podemos estar juntas en secreto y te liberas de esa estúpida guerra entre Rosas y Margaritas, Li, déjame estar contigo otra vez, yo te protegeré de Daniela, no sé cómo, pero voy a hacerlo, por favor, ¡te amo!

Sus ojos apuñados dejaron salir ríos transparentes que terminaron en el piso, en su falda arrugada y en mis calcetas, sentí a Fernanda aferrarse a mí como si me estuviera yendo al otro lado del mundo. Por un momento pensé en abrazarla, acariciarla y llenarla de besos diciéndole que todo estaría bien entre las dos, que haría lo que fuera por ella, porque entiendo lo que es no sentirse amada por nuestra propia familia, pero también recordé los dos meses de soledad, frustración, humillación y desilusión.

Fernanda no es lo que creí que era. Sus modales, su porte elegante, sus caricias, todo eso estaba muerto, verla allí tirada, implorando perdón me hacía acordarme de lo bien que actuaba en el club de teatro, cuando dijo que tenía ganas de intentarlo y le di ánimos; yo me uní a ese club para ordenar y pintar escenarios, nunca para participar en obras porque no es lo mío y la vi muchas veces cumplir de manera impecable, hasta que vio que yo no estaba interesada, que prefería pintar y por eso decidí unirme al club de pintura, en ese instante a ella dejó de importarle actuar y entró conmigo en pintura, pero cada vez que me señalaban lo bien que iban mis bocetos ella se ponía triste, como si el hecho de que yo fuera mejor que ella en algo fuera un insulto. Esas ocasiones se distanciaba de mí y yo intenté ayudarla a mejorar, pero eso no era lo importante, lo importante para ella siempre ha sido ganar, ¿cómo no me di cuenta antes?, porque la quería, la amaba, pero ella misma se ha encargado de romper la ilusión.

—Deberías volver a “Teatro”, se te da excelente.

De pronto dejó de llorar y me miró a los ojos confundida. Eso solo me hizo devolverle una sonrisa de aceptación.

—No vuelvas a acercarte a mí.

Logré soltarme aprovechando su perplejidad y salí del baño con el trapo todavía sucio y la bandeja vacía, pero con mi dignidad repuesta.

Anna me estaba esperando nerviosa en el salón.

—¡Te tardaste demasiado! —gritó y corrió a abrazarme — ¿estás bien?

Supongo que notó mis ojos enrojecidos y que las manos aún me temblaban. No pude evitar corresponder a su abrazo.

—Estoy bien, Anna, estoy bien.

Un dar de lágrimas me traicionaron, pero las pude secar con la manga de mi camisa y por alguna milagrosa razón, me sentí liberada y a la vez llena de energía, como si hubiera ganado un maratón.

—¿Quieres naranjas? Me guardé unas de la cocina para el postre, en realidad quería dibujarles caritas.

Dije sonriendo y sacando un par de jugosas frutas de mi mochila.

—¡Me encantaría!

Caminamos agarradas del brazo, como si hubiera sido el día más relajado de mi vida.

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Comments

Maria Fernanda Fernanda

Maria Fernanda Fernanda

por fin se sacudió 👏👏👏👍

2024-03-27

1

Maria Fernanda Fernanda

Maria Fernanda Fernanda

Ali ni se te ocurra creerle 🙄 quien sabe que está tramando con Daniela 🤔🤨

2024-03-27

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