Capítulo 16: Destello

Después de varios días sin ver a Evan, Jordan se dirigió a su edificio para recogerlo y llevarlo a una fiesta. Al llegar a la puerta, tocó suavemente. Evan apareció en el umbral ligeramente despeinado pero sonriente.

- Me he retrasado un poco -se disculpó-. Aún tardaré, pero puedes pasar y esperar adentro si quieres.

Jordan aceptó la invitación movido por una leve curiosidad. Al entrar, sus ojos fueron captando cada detalle: la amplitud del lugar, la decoración, los colores de las paredes, las texturas, los muebles dispuestos con cuidado.

Cuando Evan se retiró brevemente, Jordan permitió que su mirada se desplazara por el espacio. El apartamento de Evan era un lugar lleno de contrastes: amplio pero acogedor, sofisticado pero sencillo; todo en armonía. El lugar reflejaba una parte de Evan que Jordan aún estaba descubriendo. Se detuvo ante un gran ventanal, el horizonte de la ciudad extendiéndose en un espectáculo de luces y sombras frente a él. Se sintió inesperadamente cómodo.

Evan regresó de la habitación, mientras se ajustaba el reloj.

- ¿Quieres un café mientras termino?

Jordan aceptó la oferta, apreciando el gesto. En la cocina, mientras Evan preparaba las bebidas, Jordan observó la organización del lugar. La calidez del ambiente contrastaba con la frialdad de su imagen pública. Evan se retiró nuevamente a la habitación y Jordan se quedó disfrutando calmadamente del momento.

Cuando Evan regresó, vestía un conjunto que captó la atención de Jordan inmediatamente. Jordan lo examinó, permitiendo que su mirada se demorara justamente lo necesario para apreciar los detalles, notando cómo los colores contrastaban con su piel; la luz realzaba los contornos de su figura y la chaqueta se amoldaba perfectamente a sus hombros, dándole un aire de autoridad.

- ¿Qué opinas? -preguntó Evan con una mezcla de confianza y vulnerabilidad- ¿Crees que esto se ve bien?

Jordan, atrapado en la contemplación, respondió casi sin pensar:

- Sí, te ves increíble.

A pesar de la respuesta afirmativa, Evan parecía buscar algo más en sus palabras. Jordan, queriendo aliviar cualquier duda, añadió con sinceridad:

- Los tonos resaltan tu mirada y el corte de la chaqueta… es perfecto para tu complexión, resalta tu porte.

Evan, captando el tono genuino, ofreció una sonrisa que iluminó la habitación y hubo un evidente cambio en su semblante. Le agradeció, y regresó animadamente a finalizar sus preparativos. Jordan, mientras tanto, se permitió una sonrisa privada. En ese pequeño intercambio, algo sutil cambió entre ellos.

Mientras avanzaban en el auto, Jordan se sintió impulsado por una curiosidad repentina y una creciente confianza; observó a Evan, quien miraba por la ventana, y decidió romper el silencio habitual entre ellos.

- Evan, ¿conoces a la hija de Basil desde que nació?

- Sí, aunque solo la he visto en persona una vez cuando era más pequeña… expresó con un gesto de pena. Bajó la voz- Me gustaría verla de nuevo.

Jordan percibió el tono inesperadamente melancólico de Evan.

- Basil te contó sobre la fiesta y aceptó tu regalo, ¿pero no te invitó? Es muy extraño de su parte –preguntó consternado.

- Ah, sí, eso es mi culpa. -Evan miró hacia abajo, jugueteando con algo invisible en sus manos-. Una vez, en el primer cumpleaños, él me invitó, pero yo no asistí. Así que creo que ahora no me invita porque cree que no querré ir, y que me voy a sentir comprometido o forzado.

Jordan frunció el ceño, intranquilo ante la revelación.

- ¿Y por qué no le aclaras que no es así y que quieres que te invite?

Evan desvió la mirada.

- Es complicado… -agitó la mano con un gesto de desdén, pero su voz conservaba el tono melancólico- no quiero molestarle.

Ahí, en ese instante, algo se aclaró para Jordan. Comprendió algo fundamental sobre Evan que no había captado antes: su aversión a causar inconvenientes. Se dio cuenta de que Evan, a pesar de su fama y su presencia dominante, llevaba consigo una reticencia a ser la causa de preocupaciones ajenas, a ser el centro de atención fuera de las luces y las cámaras. Era un patrón de conducta, un hilo que conectaba muchas de las interacciones que había observado. Su impulso de protección se hizo aún más profundo.

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