Capítulo 12: Auroras

Habían transcurrido tres días desde el altercado, y Jordan se encontraba sumido en la incertidumbre, no había recibido ninguna notificación de despido y su agenda laboral permanecía intacta, por lo que se dirigió al edificio de Evan una vez más, cumpliendo con sus labores asignadas. En la antesala se sintió tenso, sus propios pensamientos y emociones hacían que el ambiente se sintiera pesado y la espera demasiado larga.

Finalmente, Evan emergió, su presencia alterando inmediatamente el equilibrio de la habitación. Sus ojos se encontraron brevemente con los de Jordan, una mirada cargada de intensidad, antes de que, en un gesto evasivo, Evan desviase la vista para cerrar la puerta detrás de él. Sujetando los lentes en la mano, pasó junto a Jordan en dirección al ascensor. Jordan sintió el impulso y la oportunidad; era ahora o nunca. Con un movimiento que era tanto firme como sorprendentemente suave, tomó la muñeca de Evan.

Evan se detuvo, sorprendido, su mirada fija en Jordan, buscando respuestas en su rostro. La pausa que se instaló entre ellos fue decisiva. Jordan, nervioso, pero determinado, soltó delicadamente la muñeca de Evan y empezó a hablar.

- Evan –la profundidad de su voz hizo que Evan sintiese un ligero escalofrío-, quiero ofrecerte una disculpa por lo del otro día…

Evan, todavía aturdido, escuchaba atentamente.

- Sé que no debí hablarte de esa forma -continuó Jordan-, ni siquiera te conozco realmente, y te dije esas cosas... Además, tampoco era mi asunto, estuve fuera de lugar. Lo siento mucho.

Evan inspeccionó el rostro de Jordan en busca de alguna señal de engaño, pero solo encontró culpabilidad y honestidad. Lo que lo tomó con la guardia baja.

- Ah, sí... Está bien -puso una expresión despreocupada- Acepto tus disculpas.

Hizo ademán de dirigirse hacia el ascensor, pero se detuvo.

- Oye, yo no pensaba pedir que te despidieran por eso, ni nada. Igual ellos habrían ignorado mi petición. Pero no importa, me han dicho cosas mucho peores, ¿sabes?

Su risa, aunque pretendía ser desenfadada, no logró ocultar una sombra de tristeza que Jordan captó de inmediato.

- No se trata de eso -expresó Jordan con voz firme-, no me importa si me despiden. Es que no debí decirte esas cosas. Ni yo ni nadie más debería tratarte así.

La sorpresa se instaló de nuevo en los ojos de Evan, intimidado y sobrecogido, apenas asintió aceptando la disculpa.

- Sí, bueno... Está bien... Estamos bien –se encaminó hacia el ascensor- Se hace tarde, vámonos.

Evan se puso las gafas y avanzó. Jordan lo siguió, y juntos descendieron en el ascensor en un silencio que, por primera vez, no resultó incómodo. Aunque ninguno lo expresó, ambos sintieron que, de alguna manera, un peso considerable se había levantado de sus hombros.

Al día siguiente, el ambiente en el auto era notablemente diferente. Mientras Basil conducía en dirección al estudio, Evan observaba por la ventana con una ligera sensación de optimismo.

- Oye... uno noventa dos se disculpó conmigo ayer.

- Ah, ¿sí? –Basil miró al asiento trasero a través del retrovisor.

Evan se inclinó hacia adelante, incapaz de ocultar la curiosidad.

- Tú le dijiste que lo hiciera, ¿no? No me mientas.

- No –Basil habló con un tono sereno- Yo lo recriminé un poco, sí. Pero lo de disculparse fue su idea.

La respuesta dejó un espacio de silencio, una brecha para que Evan procesase esta información. Evan reflexionó en voz alta, una mezcla de confusión tiñe sus palabras.

- Es raro... la gente no acostumbra a disculparse… y menos lo esperé de él.

Basil ofreció una perspectiva que Evan no había considerado antes.

- Bueno, es que en verdad no lo conoces de nada.

- No –insistió Evan-. Él me mira así como si yo fuera estúpido, y como si todo sobre mi vida fuera estúpido y superficial.

- Eso es lo que tú crees -desafió Basil, plantando la semilla de la duda en la mente de Evan.

Con una voz que mezclaba duda, vulnerabilidad y esperanza, Evan preguntó:

- ¿Piensas que quizás no es tan gruñón… o que no me odia?

Basil, con una paciencia forjada en la empatía, concluyó:

- Pienso que tal vez ustedes dos se malinterpretaron muy pronto. Creo que deberían empezar otra vez.

Evan se recostó en el asiento, repasando todas sus interacciones con Jordan. Recuerda su primera impresión sobre él, como creyó que parecía amable, que encontró que era muy guapo, que le gustaba lo ancho de su pecho y, sobre todo, su estatura. Recuerda como le dolieron algunas de sus palabras, su indiferencia y las miradas que le daba. Cómo falló en su intento de acercarse a él, piensa que es por su propia personalidad poco agradable, que es su culpa. Pero, aun así, la idea de la malinterpretación se asentó en su mente, siguió pensando en eso sin imaginar que, al otro lado de la ciudad, Jordan se encontraba en la misma situación.

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