Capítulo 2: Contrastes

La mañana encontró a Jordan Soler despertando con una sensación de resignación ante la jornada laboral que le esperaba. No estaba particularmente entusiasmado por su nuevo empleo como guardaespaldas de Evan Batista, pero tampoco se dejaba abrumar por el pesimismo.

Mientras se preparaba, sus pensamientos se deslizaron hacia la extensa reunión del día anterior con Vera, repasando mentalmente los detalles: Vera había enfatizado en la variabilidad de los turnos; habría días intensos llenos de actividad, y otros en los que no serían necesarios. Esta irregularidad se debía a la diversa agenda de Evan, que incluía ensayos, conciertos, entrevistas o eventos. Algunos días, simplemente no habría nada que hacer, ya que Evan permanecería en casa. En ocasiones se requeriría la presencia de todos, pero otras veces, solo sería uno o dos. A pesar de esta cambiante demanda, la compañía se esforzaría por distribuir equitativamente las horas de trabajo entre los guardaespaldas.

Vera también había subrayado la importancia de la disponibilidad total. En caso de imprevistos, deberían estar listos para acudir sin demora. Además, aunque cada uno había afirmado tener habilidades de conducción, se requería un entrenamiento especializado para los autos de lujo que manejarían. Se programarían clases específicas para familiarizarse con estos autos, además de otras sesiones de orientación e inducción, incluyendo el encuentro con otros miembros del equipo.

Los viajes también podrían formar parte de su agenda, y se les notificaría con antelación. Todos los gastos relacionados, incluyendo viáticos y trámites necesarios como visas o seguro médico internacional, serían cubiertos por la compañía. También, recibirían instrucción en el uso de armas, aunque no sería una práctica constante portarlas.

Vera había asegurado una compensación justa por horas extras, y había mencionado beneficios adicionales como seguros y bonificaciones, junto con un pago adicional para cubrir gastos de transporte, como taxis o servicios como Uber. En cuanto a la flexibilidad, si algún miembro del equipo necesitaba un permiso en un día específico, solo tendría que notificarlo con anticipación para reorganizar los turnos. La compañía también proveería un vale para adquirir ropa, ya que debían adherirse a un código de vestimenta (ropa oscura) y tener atuendos adecuados para diferentes situaciones. En caso de enfermedad, los días de ausencia serían pagados y respaldados por el seguro médico, siempre y cuando se documentara y certificara adecuadamente.

Jordan repasó toda esta información, reconociendo que, a pesar de los desafíos que conllevaba, el empleo representaba una oferta laboral prometedora. Considerando la atractiva remuneración que Vera había mencionado también, le ofrecía la posibilidad de reunir dinero y, tal vez, de explorar otras opciones en el futuro, como un viaje o un trabajo más cómodo. Era una buena oportunidad, aunque estuviera teñida de incertidumbre.

De nuevo, se dirigió diligentemente a la dirección que se le había brindado, sin tener mucha idea acerca de en qué consistirían sus funciones del día. Se encontró una vez más frente a un edificio, aunque este era más discreto. Se reportó, subió por el ascensor hasta llegar al cuarto piso, como se le había indicado. Ahí se encontró con Basil, el hombre que lo recibió el día anterior; él lo saludó de forma cordial y le dijo que debían esperar a que Evan terminara un ensayo, para luego proceder a explicarle que él se encargaría de la inducción inicial. Jordan asintió recordando que Vera les había manifestado que Basil llevaba varios años en la organización, y que deberían seguir atenta y estrictamente sus indicaciones. Mientras esperaba, Jordan cavilaba sobre la variedad y la imprevisibilidad de sus tareas futuras.

La puerta finalmente se abrió, y Evan emergió, una figura transformada por el esfuerzo físico. Vestía ropa deportiva, húmeda debido a la transpiración, y su cabello, tan impregnado de sudor como su ropa, era sostenido por una bandana. Sin embargo, la imagen no era en lo absoluto desagradable. Asombrado, Jordan no pudo evitar mirar con atención a Evan. Había algo en la manera en que la ropa se adhería a su cuerpo, delineando su figura, y en cómo el sudor realzaba el brillo de su piel; la tela se transparentaba en la zona del pecho, mientras él caminaba de forma danzarina contoneando la cadera. Intrigado por la vitalidad y energía que Evan irradiaba en ese momento, Jordan se preguntó si esa apariencia saludable era el resultado de haber crecido en un entorno privilegiado.

La voz de Basil le hizo volver en sí. Frente a él, dos personas más jóvenes le miraban sonrientes. Basil se los presentó como Ian y Susan, y le explicó que eran dos miembros del staff. De pronto, Evan se acercó y, sin decir nada, antes de ponerse unas gafas oscuras, le pasó un bolso a Basil. Él lo recibió y siguió a Evan hacia la salida. Jordan fue tras ellos, mientras caminaba observaba el cuello de Evan y un pensamiento cruzó por su mente: “algo tan bello por fuera, como horrible por dentro”.

Ya frente al auto, Basil abrió la puerta para Evan, y le indicó a Jordan subirse junto a Evan en el asiento trasero, mientras él se acomodaba en el puesto del conductor. El viaje se desarrolló en un silencio incómodo. Jordan sintió una mezcla de irritación y curiosidad; observó a Evan reposando la cabeza en el asiento con los ojos cerrados, respirando apaciblemente mientras el viento rozaba su piel. De repente, Evan lo sorprendió con una mirada directa.

- Sé que es una vista agradable, pero puedes mirar hacia la ventana, ¿sabes? –e inmediatamente volvió a cerrar los ojos.

Basil los observó por el retrovisor, y Jordan volteó a mirar hacia la ventana sintiendo sus emociones anteriores intensificadas.

De vuelta en el apartamento de Evan, Basil cruzó la puerta para dejar la maleta en una mesita pequeña, y se despidió de Evan, quien con un ligero movimiento de cabeza le dio las gracias, antes de lanzar una mirada rápida a Jordan para después proceder a cerrar la puerta.

Mientras se alejaban, Jordan pensó acerca de lo que acababa de pasar. “Gracias”, eso lo tomó desprevenido. Era un destello de cortesía que no esperaba del cantante, no obstante, se dijo a sí mismo que una muestra mínima de decencia humana no debería sorprenderle. Pero el pensamiento siguió en su mente por un largo rato; no era una gran revelación, pero, de forma apenas consciente, empezó a concluir que Evan Batista no era, al menos, tan predecible como pudo suponer.

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Comments

Anonymous

Anonymous

No era que no se dejaba impresionar? jajsja este ya cayó 🌚

2024-03-07

4

Emma

Emma

Cada vez que leo tus palabras, me siento transportada a otro mundo 🌍

2024-01-15

1

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