Capítulo 5: Vaivenes

El tiempo transcurrió rápidamente; las primeras horas de la mañana fueron ocupadas en una sesión fotográfica, una serie de charlas informativas y la presentación de nuevos productos. Mientras tanto, los invitados se entretenían con bebidas y aperitivos, creando un ambiente relajado y agradable. Jordan observaba todo, asimilando la dinámica de estos eventos, y la curiosa forma en la que se entrelazaban los negocios con el placer.

Cuando el reloj se acercaba al mediodía, Evan, con un gesto discreto pero claro, indicó a Basil que era hora de partir. Basil, siempre atento, comunicó la decisión a Yoel y Jordan, preparándolos para la salida. Evan, por su lado, se dirigió hacia la anfitriona del evento, la misma mujer que lo recibió a su llegada. Evan, lamentándose por tener que irse, le agradeció nuevamente por la invitación. La mujer insistió instándolo a quedarse para el almuerzo. Evan mostró una inclinación y expresó sentirse tentado ante el ofrecimiento, pero declinó educadamente, mencionando compromisos laborales previos. Su expresión, ligeramente fastidiada al tener que rechazar la oferta, sugirió un deseo honesto por prolongar su estancia. Tras una breve negociación de cortesías, Evan se despidió con un beso en la mejilla de la anfitriona, extendiendo su despedida a otras personas con las que había interactuado.

Al abandonar el evento, Evan y su equipo se encontraron nuevamente con la insistencia de la prensa. Un par de periodistas lograron interceptarlos. Uno de ellos, con un tono que mezclaba curiosidad y provocación, abordó el tema del aparente desinterés de Evan hacia el accidente del pasado y, yendo aún más lejos, especuló sobre los rumores de una nueva relación. La respuesta de Evan no se hizo esperar; descartó rápidamente la pregunta con una sonrisa leve y un tono sarcástico:

- Vaya, ni siquiera mi madre me pregunta algo así.

La réplica fulminó cualquier intento de diálogo. Se apresuraron a subir al auto, dejando atrás las voces y los flashes. Ya en la seguridad del vehículo, Evan no ocultó su irritación por el encuentro, sus comentarios sobre los periodistas expresaron frustración y molestia; los calificó de entrometidos e incompetentes, y cuestionó su insistencia por dar largas a un asunto que ya era parte del pasado. Esta reacción incrementó en Jordan la percepción de que Evan era una persona frívola e indiferente a las emociones ajenas.

De vuelta en el edificio de Evan, Yoel decidió acompañarle hasta su apartamento. Antes de separarse de Basil, Jordan, movido por la curiosidad, le preguntó sobre los planes de almuerzo de Evan. La respuesta fue esclarecedora: Evan no tenía intención alguna de quedarse; su mención a un compromiso previo no era más que una excusa para retirarse.

Esa misma noche, Jordan estaba repasando las páginas de un libro intentando mantener la concentración. El clima fresco le proporcionaba na sensación de sosiego, por lo que se sentó cerca de la ventana para sentir el viento. Pero su tranquilidad se vio interrumpida por el sonido del teléfono. Al contestar, se encontró con la voz de Evan quien le solicitó que lo recogiera en su apartamento. Siendo la primera vez que Evan lo contactaba directamente, Jordan, un tanto impresionado, se apresuró a explicar que, debido a la distancia, le tomaría algo de tiempo llegar. Evan, con un tono pragmático, demandó:

- Intenta no tardar, toma un taxi o algo.

Después de colgar, Jordan se levantó un poco fastidiado. Frente a esta petición inesperada, empezó a arreglarse con una paciencia intencional. Se tomó su tiempo eligiendo un atuendo y vistiéndose, contrastando directamente con la urgencia transmitida por Evan.

Tras encontrar un taxi y hacer el viaje hasta el edificio de Evan, Jordan ascendió hasta la antesala donde se encontró con Susan e Ian, miembros del equipo de Evan a quienes ya había conocido. Intercambiaron un saludo y, de inmediato, Ian anunció su llegada tocando a la puerta. Evan salió del apartamento oculto una vez más tras sus gafas oscuras y, enseguida, señaló la tardanza de Jordan con un comentario punzante.