Capítulo 6

La travesía en el taxi me lleva a reflexionar sobre cómo mi destino se enlazó con la propiedad de uno de los restaurantes más refinados y lucrativos del país. El inicio de esta historia se tejó en el tejido oscuro de una misión. El anterior dueño del terreno estaba inmerso en las sombras de la trata de personas y, lamentablemente, decidió cortar su propia historia cuando no halló escapatoria. La recompensa por esa misión, cifrada en asombrosos 30 millones de euros, casi me hace padecer un paro cardíaco al enterarme. Pero esta no sería la última sorpresa. Como agradecimiento, el terreno pasó a ser mío.

Me encontré de repente con una suma cuantiosa y un terreno en mi posesión, sin saber qué rumbo tomar. El coronel alias mi tío, en su sabiduría, me sugirió emprender un camino diferente, y así decidí erigir un restaurante con los fondos obtenidos. Este establecimiento se convirtió rápidamente en el refugio predilecto de la alta sociedad, convirtiéndome en una figura destacada en el mundo empresarial. Con las ganancias acumuladas, adquirí dos hoteles de cinco estrellas y seis tiendas en el corazón comercial de la ciudad, diversificando mis inversiones. Esto me catapultó a convertirme en la empresaria más joven y enigmática del país, ya que, desde la academia, orquesto mi imperio sin salir en público, incrementando aún más el misterio que me rodea.

Mis padres, dedicados a criarnos y enfrentar las penurias de la vida, aceptaron con recelo mi oferta de hacerse cargo de una de las tiendas cuando mi padre perdió su empleo. Ahora, con ellos en un profundo sueño inducido por la vida, retomaré las riendas de ese negocio.

El conductor del taxi me devolvió al presente al anunciarme que habíamos llegado. Agradecí y pagué antes de descender del vehículo. Una vez dentro del restaurante, me topé con Liliana, la recepcionista, una de las primeras personas que contraté cuando inicié este proyecto.

"Hola, Liliana", la saludé.

"Hola, jefa", respondió con una sonrisa.

"Sabes que no es necesario llamarme así", le recordé, aunque ella solo volteó los ojos por el apodo.

"Gracias", expresé antes de dirigirme hacia la sala 5, donde había citado a Martin.

Al llegar, me encontré con Martin, un hombre de alrededor de 30 años, de cabello negro corto y ojos cafés, realmente atractivo. Observé también a una mujer con cabello negro azabache y unos intensos ojos azules, con una pequeña barriga. A su lado, una niña con el cabello de su padre y toda una mini copia de su madre. Intentaban hacerla sonreír, pero sus ojitos denotaban tristeza. Tal vez sabía sobre su enfermedad. La imagen de la niña me recordó a mi pequeña prima, y al recordar su pérdida, renové mi juramento de ayudar a quien lo necesitara.

Sacudí la cabeza para apartar esos pensamientos y me acerqué a ellos. La niña fue la primera en notarme, seguida por los adultos. Saludé a Martin con un beso en la mejilla y centré mi atención en su esposa.

- Cielo, permíteme presentarte a Thalía. Ella está siendo mi ángel en el asunto del tratamiento para nuestra pequeña –me presenté– Thalía, estas dos preciosuras son mi esposa, Lorena, y mi pequeña Anahí.

- Un placer, Lorena. He oído a tu esposo hablar maravillas de ti –dije mientras la abrazaba– Estaba emocionada por conocerte –confesé, soltando una risita.

- El gusto es mío. Cuando mi esposo llegó contándome que conoció a una chica maravillosa que se ofreció a cubrir los gastos del tratamiento de nuestra pequeña Anahí, me sorprendí mucho. Y más al enterarme de que fue el mismo día que te conoció. De verdad, muchas gracias –comenzó a llorar.

Me acerqué, le sequé las lágrimas y le esbocé una sonrisa. Después, dirigí mi atención a la pequeña, que aún mostraba una expresión triste. Me arrodillé para estar a su altura.

- Hola, princesa. Me alegra mucho conocerte finalmente –dije sonriéndole.

- Hola –respondió en un susurro tímido.

Sonreí y volví mi mirada a sus padres.

- ¿Ya decidieron qué van a ordenar? –pregunté y negaron con la cabeza. Tomé asiento en la mesa y los demás me imitaron– ¿Entonces, ¿Qué se les antoja? –pregunté. Revisaron el menú y optaron por ensaladas. Al revisar, noté que era la opción más económica– ¿Algún tipo de alergia que debamos tener en cuenta? –pregunté.

- Mi esposa es alérgica al pescado, la pequeña al maní, y yo no tengo alergias –dijo– ¿Por qué la pregunta?

Justo cuando iba a responder, entró Liliana. Sí, la persona que siempre me atendía cuando venían, por mi petición.

- Buenos días, mi nombre es Liliana, pero me pueden llamar Lily. Seré su camarera. ¿Ya decidieron qué pedirán? –preguntó, y todos asentimos.

Martin iba a hablar, pero lo interrumpí.

- Liana, ¿Cuál es la especialidad de la casa este mes? –pregunté.

- Este mes, la especialidad es el pollo a la brasa –respondió.

Vi cómo la expresión de mis invitados cambió, y al parecer a todos les encantaría probarlo.

- Perfecto, entonces todos optaremos por eso –dije, mirando a la familia que me observaba con los ojos bien abiertos– Liana, por favor, no se demoren mucho. Estoy muriendo de hambre –dije.

- Claro, jefa. En unos minutos estará listo –dijo y se retiró.

Miré a la familia que me observaba con los ojos bien abiertos.

- ¿"jefa"? –preguntó Martin sorprendido, y yo asentí con una sonrisa– ¿El restaurante es de tu familia? preguntó.

- No –los vi confundidos– es mío –añadí.

- Tienes un futuro prometedor. Mira lo joven que eres y ya tienes tu propio restaurante, además, el mejor del país –dijo.

- Gracias –sonreí–. Mis padres lucharon mucho con mis hermanos y conmigo. Desde que tuve la oportunidad de abrir mi propio negocio, no lo dudé, aunque tuve ayuda. Mi idea era que no tuvieran que volver a trabajar, pero se negaron a escucharme –sonreí nostálgica.

- Cierto, ¿Qué te dijeron de tus padres? –preguntó.

- Están en coma. El médico dijo que pasaría mucho tiempo antes de que despierten –dije–.Parece que el accidente fue más grave de lo que pensé.

- Lo siento –escuché a Martin decir.

- Lo bueno es que siguen vivos –sonreí.

- ¿Y tu hermano? –preguntó Martin.

- Tendrá que venir conmigo a Toronto. Tomará clases virtuales y solo vendrá algunos fines de semana para los exámenes –conté–. Pero prefiere eso a quedarse con la hermana de mamá, aunque de todos modos no le hubiera permitido quedarse –respondí, y todos rieron.

- Tengo una pregunta –intervino Lorena, captando mi atención– Al principio mencionaste a tus hermanos, pero ahora solo hablas de uno. ¿Qué ocurrió con el otro? –preguntó, notándose un tono de curiosidad en su voz– Claro, si no es problema que pregunte –añadió, algo apenada.

- Se llama Ares –respondí tras unos segundos de reflexión–. Es mi hermano mayor. Cuando tenía 19 años, decidió seguir su sueño de dedicarse a la música. Nuestros padres se opusieron, considerando que no era un camino prometedor. Esto generó un conflicto, y Ares, molesto, abandonó el hogar. Antes de marcharse, me prometió que regresaría cuando alcanzara sus metas. Desde ese día, no he vuelto a verlo, pero estoy segura de que ha logrado sus sueños. Ahora es un cantante reconocido, aunque lo he buscado sin éxito. Aún mantengo la esperanza de volver a encontrarlo –traté de expresar con una sonrisa.

- Lamento haber preguntado, no era mi intención incomodarte –se disculpó Lorena.

- No te preocupes, ya no me duele que no esté conmigo. Sé que cumplió sus sueños y es feliz –respondí con tranquilidad.

La pequeña Anahí seguía en silencio, con la mirada baja.

- Pequeña Anahí –la llamé– ¿tienes algún tío o tía? –indagué con interés.

- No –contestó tímidamente, sonrojándose.

- ¿Qué te parecería si me convierto en tu nueva tía? –le di unas palmaditas amigables– Permíteme decirte que soy una tía bastante consentidora –añadí, logrando

arrancarle una sonrisa–. Pero qué linda te ves sonriendo. Deberías hacerlo más seguido. Anda, muéstrales esa hermosa sonrisa a todos –le sugerí, provocando un

nuevo rubor en sus mejillas.

- Gracias –respondió con timidez.

- Qué tierna eres. Ya te he encontrado un apodo, te llamaré "Dulce". ¿Te gusta? –le pregunté, y ella asintió– Muy bien, nadie más que yo te llamará así –añadí con una risa.

- Está bien –respondió, riendo junto conmigo.

Dejé de reír y la observé con una sonrisa, notando la alegría en sus padres. Parecía que Anahí no se divertía mucho.

En ese momento, mi teléfono empezó a sonar, era Damián.

Durante la llamada:

- ¿Hermana, ¿Dónde estás? –preguntó con urgencia– Estoy en casa y no te veo por ninguna parte.

- Apuesto a que solo me llamas porque no tienes quién te cociné y estás hambriento –escuche su risa nerviosa– Estoy en el restaurante. Toma algo de dinero y toma un taxi aquí. Estoy en la sala 5 –informé antes de colgar.

Fin de la llamada.

-Disculpen, mi hermanito tuvo un ataque de histeria porque no encontró comida y tiene prohibido entrar a la cocina –me disculpé riendo.

- ¿Por qué? –preguntó Anahí, curiosa.

- La última vez provocó un incendio en la cocina –expliqué entre risas– Ahora cuéntenme más sobre ustedes –dirigí la mirada a los adultos.

- Yo estudié informática y administración en la universidad, pero actualmente estoy desempleada –compartió Lorena.

- Y yo me especialicé en contabilidad y negocios, pero lamentablemente no he conseguido trabajo desde que me despidieron –añadió Martin, concluyendo su historia.

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Comments

Any Canseco

Any Canseco

yo me llamo Anahí 🤗😍🥰

2024-02-17

1

María

María

vi la imagen de Martin y yo le doy y no consejos /Doge/jajajaja

2024-01-03

1

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