Quimey choca contra el suelo, su cuerpo se desparrama inerte, aún sigue con vida, pero está muy malherida.
Maritza, parada junto a ella, ríe a carcajadas, la observa sumergida en dolor, casi agonizante, entonces, levanta la pierna y posa un pie en la cara de la muchacha, lo alza algunos centímetros y, con la fuerza de todo su peso, lo estampa en el rostro de ella, lo hace una y otra vez.
Quimey deja que la sangre se escurra por la mejilla, que caída de su nariz, y se acumule en el suelo, ella solo atina a observar el cielo en los momentos en dónde los zapatos de la bruja no le obstruyen la vista.
Maritza ríe aún más fuerte, y levanta el pie más alto, como si de un juego se tratara, entonces, como último golpe, posiciona el talón, para cerrar el telón de la vida de la chica, y dice -tu poder se viene conmigo chiquilla-.
En ese momento, Celeste aterriza en el pecho de la bruja con ambas piernas para adelante, la empuja varios metros hacia atrás rodando por el pavimento.
Celeste se agacha junto a Quimey, la zamarrea, observa signos de vida, luego siente algo en su bolsillo, mete la mano, se sorprende, y saca una parte del talismán, aquella que portaba Sophie, entonces sonríe y la une con la que cuelga del cuello de Quimey… ambas partes se aferran, como si se funcionarán, y comienzan a llenar el cuerpo de la chica, de energía. -el talismán cuida de su portador, solo resistí, deja que la magia haga su trabajo-, dice, Celeste, acaricia su frente, luego se levanta, y enfrenta a la bruja.
Maritza se pone de pie, palmea sus ropas, para quitar el excedente de tierra, mira a un costado, allí donde mora el cuerpo de su hermana, y le dice -soberbia hasta el día de tu muerte-, luego gira la vista y encuentra a Melina en llanto, esta ya no tiene las piedras que le impedían moverse, pero el dolor de haber visto morir a Sophie, la mantiene tirada en el suelo, -¿Por qué tanto llanto?-, pregunta Maritza.
La chica alza la mirada, luce un rostro demacrado, y contesta -nuestra hermana está muerta…-, repasa su nariz, y sigue -la vi sufrir mucho…-.
La bruja gesta una mueca, no de sonrisa, sino de enfado, y exclama -ese es el destino que ella eligió… fue la única que creía en las falacias de un mundo mejor que propone Kaedrou, y eso la llevó a esto…-, se agacha junto a Sophie, la mira y concluye -en cambio, yo… hace tiempo cambie el curso de mi historia-, entonces estira su mano, lo posa a centímetros del cuerpo de su hermana y comienza a absorber su energía, su esencia.
Melina se petrifica y grita -¿Qué estás haciendo?-.
-forjando mi destino…-, contesta Maritza mientras concluye la extracción, luego se pone de pie, gira su cuerpo en dirección a Quimey y dice -ahora solo me falta la esencia de la Sangre Dracónica-, pero encuentra a Celeste que se posiciona entre ambas, entonces acota -pero primero tengo que deshacerme de ella-.
Celeste se sienta junto a sus hermanos, Tobías, Isaac y Carlo, todos rodean un pequeño charco de lodo, se hacen preguntas, como adivinanzas, y el que contesta incorrectamente, es cubierto de barro por los demás. La niña luce unos siete años, es la menor, es por ello, que sus hermanos la cuidan tanto.
La madre de los niños sale al patio de la casa acompañada de un hombre un tanto extraño, este lucía un traje de cuero hasta el suelo, unos borcegos sumamente pesados, y caminaba erguido, era joven, en su rostro se dibujaba una sonrisa, con ella transmitía cierta paz que los niños podían percibir.
-vengan, todos-, dice Elene, la madre.
Los niños se levantan y corren de frente a ella, se paran y observan al extraño hombre.
Elene, que aferraba la mano, de él con la suya, dice -su nombre Kaedrou, un amigo, vino a conocerlos-, señala la otra mano de su acompañante, dónde llevaba algunas golosinas y les guiña un ojo.
Kaedrou se agacha, les sonríe, se lo ve feliz, quizá un tanto nervioso por el momento, pero feliz… -Hola niños, un gusto conocerlos-, y sigue sonriendo.
Los pequeños devuelven el saludo sin perder de vista las golosinas.
Kaedrou alza la mano, la abre, y les dice -¿quieren algunos dulces?-.
Los niños toman caramelos y chocolates, agradecen, y comienzan a degustarlos.
Kaedrou se levanta, los observa, y abraza a Elene.
6 años más tarde…
Elene da un salto de la cama, zamarrea a Kaedrou, quien también despierta agitado, ambos se encuentran sorprendidos por fuertes gritos en la casa. Kaedrou se levanta, abre la puerta, y se encuentra con los tres varones asustados.
-algo le sucede a Celeste-, dice Carlo, el mayor.
Tobías tapa sus orejas con ambas manos e Isaac lo abraza.
Los gritos inundan la casa de temor.
Kaedrou corre hacia la habitación de Celeste, abre la puerta, y la encuentra sentada en la cama, de rodillas, con todo el cuerpo cubierto de pelo.
Ella lo mira, con sus ojos cubiertos de lágrimas, y pregunta -¿qué soy?-...
2 años después…
-¡vamos!, una vez más y descansamos-, grita Kaedrou en un extremo.
-¡Muy bien!-, contesta Celeste, enfrentándolo, luego, comienza a respirar profundo, como si canalizara toda su energía, como si se preparara para algo, acto seguido, la transformación… su cuerpo crece en musculatura, sus ojos se alargan, mejorando la visión al extremo, todos sus sentidos se agudizan, mientras su piel entera se cubre de pelo, pues tenía una extraña y única condición de licantropía, que a esta edad, y con ayuda de Kaedrou, podía dominar a la perfección.
Cuando la transformación está alcanzada, ambos luchan entre sí, entrenando sus destrezas. Rutina que llevaban a cabo todas las tardes. Al finalizar preparaban algunas tostadas con dulce y un jugo de durazno, el preferido de ella, mientras apreciaban el atardecer en familia.
3 años más tarde.
Elene y Celeste se abrazan en su casa, mientras intentaban encontrar información en las noticias de lo que sucedía en la capital.
El cielo se volvió oscuro por tres días, las lluvias no cesaban, la humanidad se enfrentaba a su destino. Kaedrou, junto con las hermanas del caos, buscaban tomar el dominio del mundo, para intentar acabar con la explotación de la naturaleza, pues, entendía que, el agotamiento de estos recursos, llevaría ambos mundos a la destrucción, el planeta tierra y el mundo de los dragones, ya que ambos se alimentan del mismo núcleo.
-¿Qué es lo que sucede?-, pregunta la madre.
-no lo sé-, contestó la muchacha, y acota -solo espero que mis hermanos estén bien-...
La batalla duró días enteros, tanto los guardianes, como los conquistadores, estaban preparados para enfrentarse con todas sus fuerzas.
3 Días después…
La lucha concluyó… ambos bandos lucían bajas… Keadrou había sido derrotado por la manipulación del poder divino por parte de Javier. La madre de Quimey murió en batalla, pero pudo dar a luz a su hija antes de partir, junto a ella, muchos Guardianes cayeron, entre ellos, los tres hijos mayores de Elene, hermanos de Celeste…
El silencio se vuelve aterrador, casi insoportable, cuando uno espera un milagro… Elene y su hija se funden en un abrazo de felicidad al ver en la tele que la tempestad estaba cesando, pues, entendían que los Guardianes habían triunfado.
La mujer endurece, siente un escalofrío que le recorre el cuerpo entero, entonces, suelta a Celeste, y camina hacia la puerta, cierra los ojos, siente presión en su pecho, se agita, suelta el aire, observa la perilla, tiene miedo, pues sabe que del otro lado alguien la espera…, entonces, abre la puerta…
Kaedrou la observa del otro lado, con su cuerpo lastimado, se arrodilló ante ella, y en sus brazos… los cuerpos de sus tres hijos varones.
Elene grita, su corazón se destroza, cae en agonía contra el suelo, se desliza como puede hacia ellos, los agarra, los abraza, los llena de lágrimas, no deja de gritar, besa sus mejillas, aprieta sus cuerpos inertes…
Kaedrou se levanta, sus ojos brillan, la observa con una mirada culpable y dice -su destino se cruzó con el mío… y este fue el resultado-, deja caer lágrimas al compás de los gritos de Elene, y sigue -salvaron el mundo… lo salvaron por ustedes dos-, agacha la cabeza, se da la vuelta y desaparece.
Celeste observa la escena desde la puerta, su corazón presiona de tal forma que casi explotaría, luego de un rato, se arrodilla junto a su madre a llorar por sus hermanos caídos.
El presente…
Una gota de lágrima es recibida por la tierra, los ojos de Celeste se condensan, recuerdan una historia, su historia, y se tornan rojos, enfurecidos, entonces su cuerpo entero comienza la transformación, crece en tamaño y fuerza, con el paso del tiempo perfeccionó su técnica, y cuando finaliza, cuando alcanza la cima de su poder, dice -voy a matarte bruja-.
Maritza sonríe, rasca su mentón, también se prepara, y contesta -veamos de que estás hecha, hija de Kaedrou-.
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