El Poder Del Talismán: Quimey Y Los Sangre Dracónica.
Quimey se mueve inquieta en la cama, como si un mal sueño la estorbara, aun así se esfuerza por seguir durmiendo. De repente, cuando el día estaba comenzando, la casa entera empezó a moverse, como si de un terremoto se tratara. Ella se despierta asustada, mira en todas direcciones, se destapa, busca sus pantuflas y sale de la habitación.
-papa!-, grita, mientras se aferra a la puerta, pero no recibe respuestas, -papa!-, vuelve a gritar.
Quimey comienza a bajar las escaleras hacia el comedor donde intentaría encontrar a su padre, de un escalón a la vez para no caer, pero en un momento, cuando iba recorriendo la mitad de la misma, se encuentra a un enorme ser, un hombre aterrador que levanta del cuello a su padre con la fuerza de un solo brazo.
Ella se asusta y grita -papá!-.
Javier, su padre, gira la cabeza y le responde -Quimey!, corre!, tenés que esconderte-.
El horrible ser saca una oscura espada de su cintura y atraviesa el estómago de su padre. Quimey grita descontroladamente mientras cierra sus ojos para no ver la escena.
El malvado toma el collar que lucía Javier, lo arranca de su cuello, y le dice -al fin el Talismán Dragón es mío-.
Javier, escupiendo sangre, le responde -no vas a poder usarlo idiota, solo los elegidos con la sangre dracónica en sus venas pueden usar el Talismán-.
El malvado le sonríe y dice -no intento usarlo querido amigo, sino… destruirlo-, entonces comienza a apretar con todas sus fuerzas el Talismán hasta separarlo en cuatro partes, -con el talismán destruido, mi destino está cumplido-, luego deja caer a Javier, y camina hacia Quimey. La observa, entristecida y llorando, acaricia su cabeza con ternura y le sonríe, mientras dice, -joven Quimey, yo fui testigo de tu nacimiento, vi como tu madre dio su vida por ti, y si te sirve de consuelo, tu padre fue un gran guerrero y me costó mucho trabajo vencerlo-, luego sale de la casa y desaparece.
Quimey se levanta, asustada, observa en todas direcciones y al no encontrar el rastro del malvado ser, corre a auxiliar a su padre. Se acerca tan rápido como puede, se arrodilla empapándose en su sangre, lo contempla agonizando, luego se recuesta en su pecho y, al son de su corazón, cierra los ojos esperando un milagro.
Se despierta, levanta su cabeza, se encuentra desorientada, intenta armar un rompecabezas para concluir en la situación actual. Sus manos se posan en las sábanas de una camilla de hospital, está sentada en una silla y de frente a ella, su padre con un respirador artificial. Se encuentra en una sala de emergencias, su ropa no es la misma del día del accidente, pero no reconoce cuánto tiempo ha transcurrido.
-Quimey-, se oye murmurar.
Ella se pone de pie y observa a Javier. Rápidamente, su rostro se petrifica y llora, pues entiende que su padre está muriendo.
-Quimey… hermosa Quimey-, exclama en dolor.
Ella seca sus lágrimas y contesta por lo bajo -papa…-.
Él, como puede, le sonríe y dice -hay algo que tienes que saber antes de que me vaya-.
La muchacha rompe en llanto, se le tira encima, lo abraza y exclama -no quiero que te vayas, papá… no lo quiero…-
-tranquila Quimey-, dice Javier mientras acaricia su cabello, -todo va a estar bien-.
Ella aprieta con fuerza, no quiere separarse de él, no puede evitar pensar que sería la última vez que podría abrazarlo.
-Quimey… nuestros ancestros poseían sangre dracónica, a lo largo del tiempo manipularon el Talismán Dragón para mantener el equilibrio en la tierra-, dice Javier, luego tose, y sigue -tú eres la última de nosotros, eres la última heredera de esa sangre y eres la única que puede manipular el Talismán-.
Ella lo suelta, seca sus lágrimas y contesta -no entiendo nada-.
Su papá le acaricia la mejilla derecha y exclama -tienes los ojos de tu madre…-, suspira y sigue, -busca el Talismán… salva el mundo… es tu destino-, luego comienza a cerrar los ojos lentamente.
Quimey se pone nerviosa, lo zamarrea, le grita al oído, pero no logra despertarlo, entonces cierra los ojos, lo hace muy fuerte, tan fuerte como podía, para intentar despertar de esa pesadilla…
Los abre nuevamente y se encuentra de pie frente a una tumba. La lluvia moja su vestido negro, mientras la gente a su alrededor la observa con tristeza, como con lástima. Quimey se acerca a la lápida y observa el nombre de su padre, pues ese era su funeral. Se arrodilla a un costado, toma un trozo de tierra húmeda, respira agitada, y la esparce como sal.
-te voy a extrañar mucho papá-, exclama mientras suelta la tierra, -te voy a extrañar mucho-.
El tiempo se sucede un grano de arena a la vez. Su tía, Eleonor, se mudó con ella provisoriamente para preparar una consecuente mudanza… Los días se vuelven grises, como si nada en ellos atrajera su atención.
Quimey está consumida por la tristeza, intenta encontrar un sentido en cada objeto que guarda en las cajas, pero solo revive hermosos recuerdos con su padre. Se topa con una foto de ambos alimentando una jirafa en la reserva, observa la sonrisa que llevaba aquel día, recuerda el miedo que tuvo cuando su padre fingió que la tiraba en la jaula de los osos, sonrió, luego exclamó una carcajada al recordar el miedo de él al ver las serpientes… se sienta en el suelo y abraza la fotografía, la abraza con mucha fuerza, como si nada importase ya, luego se relaja y la vuelve a observar… sonríe de nuevo… pero en ese momento, sin aviso alguno, la ventana de su habitación explota, ella se echa para atrás del susto, mientras se paraliza al ver entrar un dragón.
Quimey enmudece, sus ojos tiemblan al observarlo.
El dragón, de su estatura y sin cola, se pone de pie, limpia las esquirlas de vidrio que se incrustaron entre sus escamas, luego gira hacia ella, la mira detenidamente, y le pregunta -¿tú eres Quimey?-.
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Comments
The_Yunior_PYCH
simplemente digo... Que buen comienzo
2024-02-07
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