El caos de la avenida: Complicaciones

-¿Cuánto daño le hará un rayo a mi cuerpo?-, se pregunta Roky… -Tendré que averiguarlo-, concluye.

El Guardián, ya cansado, deja pasar un ataque, sin cubrirlo con su poder, y levanta una enorme sombra junto a ella.

El rayo atraviesa su cuerpo a la altura del abdomen, quema todo a su paso, mientras que la imponente sombra, azota a la bruja contra el suelo. 

Roky se mantiene de pie a pesar del dolor, se mueve como si no le hubiese pasado nada, sus ojos arden en furia, como poseído, mientras manipula su magia para infligir gran cantidad de daño, se siente extasiado, como controlado por una fuerza mayor.

La bruja deja de atacar, intenta cubrirse de la agresión que está sufriendo… suelta un grito de dolor por cada golpe. 

 “-Soy la mayor de las seis hermanas. Soy la más poderosa, mi energía sobrepasa incluso a Maritza, la prodigiosa… puedo destruir ciudades enteras, si así quisiera, podría acabar con este patético mundo de antojarme, pero… pero ¿qué fue lo que sucedió conmigo?, ¿cuál fue la decisión errónea que tomé para terminar aquí?... Una tarde seguí a Maritza, me presento a Keadrou, un imponente ser dispuesto a cambiar el universo, con ideas frescas, revolucionarias, lleno de poder… no el viejo que sobrevive hoy, desequilibrado en cuerpo y alma, con conflictos personales que lo alejan de la realidad, en otras palabras, un simple hombre… pude haber conseguido lo que me propusiera, pero la idea de un mundo mejor, un mundo sano, en el cual mi poder sea respetado por sobre todas las cosas, me segó… quizá la idea de quedarse en casa, de criar algunas gallinas, sembrar la tierra, esquilar ovejas, hoy no esté tan mal-, sonríe con la cara contra el suelo, mientras escupe sangre, y concluye, -supongo que en este momento, Landrie, debe estar tendiendo las camas, o mirando un programa barato de televisión, supongo que está tranquila, respira paz… ella si lo consiguió, encontró una forma de escapar de todo esto…-.

Roky muestra sus dientes, la sangre que recorre en ellos, sus ojos se agrandan, las venas se marcan, la presión las lleva a un punto extremo, mientras muele el cuerpo de la bruja contra el suelo una y otra vez. 

Veronica sale de los escombros, muy lastimada, pero tiene la fuerza suficiente para sacar a Celeste, inconsciente, de allí. La arrastra por el pasto, levanta la cabeza, observa a Roky malherido, luego mira a la bruja siendo aplastada, gira un poco más la vista y se encuentra con Melina, en llanto, viendo a su hermana caer y le grita -Melina! Necesito tu ayuda-.

Esta no reacciona, no escucha nada a su alrededor, se encuentra inerte, aterrorizada, no puede quitar la vista de la sonrisa de Sophie, de su dolor…

-¡Melina!!, necesito tu ayuda!-, insiste Verónica y logra llamar su atención. 

La chica gira su rostro y la observa, mira a Celeste y corre hasta ellas, con su rostro demacrado, se arrodilla junto a la Guardiana, posa sus manos en el pecho, y al compás de sus lágrimas, comienza a sanar sus heridas.

Rocky lleva una mano a la profunda herida que mora en su abdomen, comienza a entre cerrar los ojos, como sucumbiendo ante el dolor, mientras intenta controlar a la sombra que azota a la bruja.

Sophie, con el cuerpo muy lastimado, se da cuenta de que la intensidad de los golpes comienza a disminuir, entiende que Roky se está cansando. -tengo que levantarme-, piensa, -tengo que levantarme-, grita, y comienza a moverse. 

El Guardián, casi encorvado por el dolor, la observa reponerse y murmura, -no puedo dejar que se levante, no puedo dejar que se acerque…-, luego, por más que intenta mantener los ojos abiertos, pierde la conciencia y cae al suelo.

Sophie observa como la sombra se desvanece, entonces, se levanta, siente mucho dolor, pero se pone de pie y comienza a reír, lo hace fuerte, como si no lo hiciera hace tiempo, luego grita, -idiota!, agotaste toda tu energía y olvidaste que te estabas desangrando-, sigue riendo y comienza a acercarse, mientras exclama -ahora vas a morir, voy a hacer tantos agujeros en tu cuerpo que nadie te va a reconocer-, sigue avanzando por el pavimento de la calle, pero luego, la piel se le eriza, se para en mitad de la calle, suspira, deja de reír, parpadea varias veces, observa firme al frente y pregunta, -¿vos sos la Sangre Dracónica?-.

-si… y no voy a dejar que mates a mi amigo-, contesta Quimey mientras se posa, entre ella y Rocky, preparándose para luchar.

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