SALTO DIMENSIONAL

El zumbido del teléfono rompe la quietud que ha comenzado a instalarse en el apartamento. La pantalla parpadea con el nombre de Rey, una figura enigmática que parece poseer respuestas en los pliegues de su existencia. Con cautela, contesto, sumergiéndome nuevamente en el mundo de lo desconocido.

—Alex, necesitas entender la magnitud de la amenaza que se cierne sobre ti. Los templarios, financiados por el Vaticano, han tomado medidas extremas para erradicar lo que consideran una amenaza apocalíptica —dice Rey solemnemente, su voz atravesando la línea entre la realidad y la fantasía.

Su voz resuena a través del auricular, tejiendo una narrativa de conspiración y poder que envuelve mi mente. Los templarios, una sombra que se alarga desde el pasado hasta el presente, parecen ser la manifestación terrenal de fuerzas más allá de mi comprensión.

—¿Por qué yo? ¿Por qué esta cacería? —pregunto con incredulidad, mientras mi mente intenta asimilar la magnitud de lo que está en juego.

Con paciencia medida, Rey comienza a descifrar los hilos que conectan mi existencia con la conspiración que se teje en las sombras. Su explicación detallada desentraña una red de creencias arraigadas en el poder de lo sobrenatural y la lucha perpetua entre fuerzas opuestas.

—Los templarios creen que tu sangre es la clave para evitar o desencadenar el Apocalipsis. Su misión, respaldada por siglos de dogma y misticismo, es asegurarse de que la profecía no se cumpla —explica Rey, su voz cargada de gravedad que se cierne sobre el apartamento como una sombra ineludible.

Cierro los ojos, absorbido por la complejidad de mi propia existencia entrelazada con fuerzas que van más allá de la comprensión humana. En el diálogo con Rey, se revela un tablero de juego cósmico donde los peones son arrastrados por corrientes ancestrales.

—¿Qué debo hacer, Rey? ¿Cómo enfrento esta amenaza? —pregunto con determinación en mi voz, en busca de orientación en medio de la tormenta que se avecina.

—Alex, lo primero que debes comprender es que estás en medio de una guerra antigua, una batalla entre fuerzas que trascienden la comprensión humana. Los templarios no descansarán hasta que hayan erradicado la amenaza que representas para su visión del orden celestial —explica Rey con urgencia, su voz adquiriendo un tono más acelerado, como si el tiempo mismo conspirara en su contra.

Me sumerjo en sus palabras, tratando de captar cada matiz de la verdad que revela. El apartamento se convierte en un refugio momentáneo mientras las sombras de la conspiración se ciernen amenazantes.

—Entonces, ¿cómo enfrento a una organización respaldada por siglos de creencias arraigadas? ¿Cómo detengo a los templarios? —pregunto, pero mi pregunta se pierde en el eco de la incertidumbre, mientras mi mente busca estrategias en el terreno movedizo de lo sobrenatural.

Rey, en su papel de guía entre mundos, responde con serenidad y determinación.

—Debes aprender a controlar tus dones, Alex. La magia fluye en tus venas, y es tu mejor defensa contra aquellos que buscan tu destrucción. Pero el conocimiento es tu mayor aliado. Debes adentrarte en las profundidades de tu propia naturaleza, descubrir el alcance de tus poderes y aprender a utilizarlos con maestría —dice Rey, cuyas palabras resuenan como un llamado a la acción.

La responsabilidad se posa sobre mis hombros, como un manto que se vuelve más pesado con cada revelación. Mis ojos se abren a la realidad de un destino entrelazado con lo sobrenatural, mientras Rey traza el camino que debo recorrer para enfrentar los vientos de la tormenta que se avecina.

—¿Y qué hay de ti, Rey? ¿Por qué me ayudas en esta guerra invisible? —mi curiosidad se filtra en la pregunta, como una luz que intenta iluminar los rincones más oscuros de esta narrativa.

La respuesta de Rey flota en el aire, una mezcla de misterio y complicidad.

—Mi lealtad no está con los templarios ni con ninguna facción. Estoy aquí para equilibrar las fuerzas, para asegurarme de que el destino siga su curso —responde Rey, dejando una sombra de enigma, como si su papel en esta historia trascendiera las lealtades convencionales.

—Alex, tienes una elección que hacer. Puedes unirte a nosotros, a Lilith, y encontrar un camino hacia la luz. Tu poder, tu magia, pueden ser encaminados hacia un propósito más elevado —dice Rey con serenidad, extendiendo la invitación con un gesto delicado.

La habitación parece vibrar con la gravedad distorsionada, como si el tejido mismo de la realidad estuviera respondiendo a la presencia de fuerzas más allá de mi comprensión. Los objetos danzan en el aire, flotando como testigos de la disonancia que se despliega.

Antes de que pueda pronunciar una respuesta, la percepción de la realidad se retuerce. Un portal se abre, una grieta en la normalidad que revela un destello del mundo mágico. Rey y Serafín emergen, seres de otra realidad que traen consigo una oferta tentadora.

—Ven conmigo, Alex. En el mundo mágico, podrás encontrar respuestas, controlar tu magia y darle un rumbo a tus poderes —dice Rey, sus palabras resonando como un canto de sirena, atrayéndome hacia la promesa de claridad en medio de la oscuridad.

Belfegor, renegando en las sombras de mi mente, lanza sus advertencias como destellos de lucidez en la neblina de la indecisión. Pero, en este cruce de caminos, la curiosidad y la búsqueda de respuestas parecen pesar más que las sombras que advierten.

Con una determinación silenciosa, tomo la mano extendida de Rey. La gravedad distorsionada me envuelve mientras cruzamos el umbral del portal, dejando atrás el apartamento y la realidad conocida.

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