Capítulo 19. Esperando su regreso.

El clic de la puerta fue el último sonido que se escuchó. Después de que Andy saliera, un silencio mortal se apoderó de la enorme villa. Edward sólo atinó a levantarse en silencio y caminar hacia el estudio. Sus ojos inyectados en furia y sus puños apretados con fuerza, daban la sensación de alejarse si se apreciaba la vida. Teri estuvo a punto de decir algo, pero Edward ya se había ido, y el sonido de un portazo tocó casi todos los rincones del lugar. Ella se sintió furiosa por la patética actuación de Edward. Era como si realmente le importara perder a ese tonto.

Teri miró enojada la puerta que se había cerrado de golpe, y arrugó las cejas, después subió las escaleras y fue directo a la antigua habitación de Andy y comenzó a buscar por doquier. Algo había hecho que Andy dejara a Edward, y definitivamente no era ella, o no del todo.

Buscó en la cómoda y sólo había pocas cosas, abrió el clóset y no encontró lo que buscaba, al final, fue hacia el buró y sacó el segundo cajón. Había algunas fotografías y al final, un sobre y una carpeta. Teri abrió la carpeta y lo que tanto había imaginado se volvió realidad. Eran unos análisis de sangre y una ecografía de embarazo.

Los análisis mostraban que Andy tenía más de un mes de embarazo. Ella apretó las manos y arrugó las hojas.

«Maldito bastardo, maldito bastardo.» Repetía una y otra vez.

No podía permitir que ese bastardo diera a luz un hijo de Edward. Pensó en Edward, y en lo afectado que se veía por la partida de Andy, él lo negaba, pero Teri tenía dudas y, ahora había comprobado que, en realidad, Edward no odiaba a Andy, y que sólo se estaba mintiendo a sí mismo. Entonces, si él supiera sobre ese hijo seguramente lo buscaría y lo traería de vuelta.

—¿Qué haces aquí? —Detrás de su espalda, la voz fría de Edward le logró erizar la piel. Teri vio el baby doll que había dejado en la noche y un collar a su lado.

—Vine por mis cosas, las olvidé hoy en la mañana. —Ella cubrió la carpeta y el sobre con el baby doll y se dio la vuelta con una sonrisa en los labios.

—Sal, cerraré la habitación. —Edward se veía enojado y la frialdad que emanaba enfrió el cuerpo de Teri y le tensó los labios. Ella salió y Edward cerró la puerta. Él comenzó a caminar y Teri fue detrás de él.

—Edward... ¿no te desharás de sus cosas? —Él se detuvo y la vio de reojo. Sus ojos estaban sombríos y una pizca de irritación brilló en el oscuro de sus orbes.

—Iré a trabajar, deberías descansar.

Edward no respondió a su pregunta, pero ella asumió que él aún estaba esperando a que ese huérfano regresara.

Y era verdad.

Edward aún no podía entender que Andy lo hubiese abandonado. Dentro de su ego, pensó que Andy simplemente estaba haciendo una broma o un berrinche para que él le rogara.

Andy Brown, que había rogado por su amor durante años, definitivamente no podía abandonarlo de la noche a la mañana. Tarde o temprano, Andy iría rogando a él por su perdón, entonces él lo dejaría volver y las cosas no cambiarían. Pero antes de perdonarlo, le haría sufrir un poco y le demostraría que, sin él, Andy no vale nada.

Edward siguió con actividades como de costumbre, atendiendo clientes, firmando contratos, yendo a reuniones, sin embargo, todos veían el mal carácter que tenía. Había gritado y regañado más de lo que normalmente lo hacía, y entre los empleados, comenzó a correr el rumor que, seguramente, había sido rechazado por alguien.

Al anochecer, en lugar de ir directamente a su casa, Edward fue a un bar y bebió hasta que ya no podía mantenerse en pie. Su mente había estado divagando todo el día en el recuerdo de Andy, odiaba lo que estaba sintiendo por ese bastardo huérfano, pero le haría pagar por ello.

Al siguiente día, Edward fue a su trabajo y siguió su rutina diaria, aunque se veía elegantemente vestido, su rostro parecía demacrado y sus ojos cansados. Emma pudo notar el cambio en su jefe y no pudo evitar ligarlo al abandono de Andy.

Ella fue quien le comunicó al abogado la decisión de ese chico, sabía que era lo mejor, fue testigo de las lágrimas que Andy había derramado por Edward McDowell, de las veces que su jefe lo había engañado, incluso ella compraba los regalos para él, ayudarlo a conseguir el divorcio fue una manera de redimirse con Andy.

Pero, era sorprendente cuanto le había afectado a Edward que Andy se fuera. Él era arrogante y orgulloso, nunca iría a buscarlo o daría el primer paso para disculparse. Su jefe era inteligente, pero en ocasiones, era más idiota que un koala. Suspiró y entró a la oficina de Edward.

—Señor, ¿se encuentra bien? —Ella dejo un par de folder sobre el escritorio, Edward lo agarró y comenzó a hojear.

—¿No lo parezco? —Preguntó, sin quitar la mirada de los papeles. Emma dudó un poco en si seguir hablando o conservar su trabajo, pero no importaba, había más empresas y muchos más trabajos menos estresantes que ese.

—Desde la partida del señor Andy, usted ha estado...

Edward golpeó su mano contra el escritorio y levantó la vista—. ¿Crees que el que ese huérfano se haya ido me afectó?, no soy tan lamentable, Emma. Y te pido que no vuelvas a mencionar el nombre de ese huérfano en mi presencia.

—Sí, lo lamento, señor.

Emma bajó la mirada y salió de la oficina. «Bueno, traté de ayudar. Si no entiende, es su problema». Pensó ella, dando un suspiro y yendo a su lugar.

Los días siguientes fueron empeorando el carácter de Edward, él no volvía a casa temprano, sino que prefería ir a bares y pasar el rato entre copa y copa preguntándose cuando iba a regresar Andy e ideando miles de discursos en los que siempre terminaba con un: bien, puedes regresar a casa conmigo.

Desde el día en que Andy salió dejándolo sólo, pensó que realmente no iba a durar mucho, pero habían pasado cinco días y no había noticias de él.

¿Por qué me dejó?

¿Realmente no me ama más?

Edward miró el techo del bar, sus ojos se nublaron y la imagen de Andy sonriente se superpuso. No podía creerlo aún, pero la persona que pensó que siempre iba a estar detrás de él, lo había abandonado sin el más mínimo titubeo. Pero entonces recordó a Teri, ella seguía en su casa, si él no la hubiese llevado seguramente Andy nunca hubiera tenido el valor para decir adiós.

Se levantó. un tanto mareado. Si ella fue la causa para que Andy se fuera, entonces, si él sacaba a Teri de ahí, Andy seguramente regresaría. Salió del bar, apoyándose en John, y fue directamente a su casa. Era en la madrugada y ella seguramente estaba dormida, no la quiso molestar y se quedó a dormir en la sala.

Teri, que había estado viendo desde el balcón la llegada de Edward, miró como él decidía dormir en la sala, de hecho, desde que Andy se había ido ellos no pasaban mucho tiempo juntos. Los primeros días se había esforzado por levantarse y preparar el desayuno, sin embargo, la cara de desagrado de Edward al probarlo, fue suficiente para decirle que no necesitaba volver a cocinar para él.

Habían decidido dormir juntos, pero en realidad, desde que Andy se fue, Edward dormía en la sala, y cuando dormían en la misma habitación que ella, él le daba la espalda o se levantaba en la madrugada e iba a la habitación vacía de Andy a observarla por horas.

Andy había desaparecido, y Edward no tardaba en buscarlo, no podía permitirlo, ella debería ser la única por la que Edward debería de tener sentimientos.

Al siguiente día, Edward se levantó con un terrible dolor de cabeza, Teri iba bajando cuando lo vio agarrar el saco—. Cariño, ¿a qué hora regresaste?

—Tarde, tenía mucho trabajo. —Mintió—. Teri, es hora de que regreses a tu departamento, viajare y no debes de quedarte sola aquí.

—Bien, volveré hoy... ¿puedes llevarme? —Ella sabía que era sólo un pretexto de él, sin embargo, era algo beneficioso para ella también.

Edward llevó a Teri a su departamento. Sí, mientras que Andy supiera que ella ya no estaba, seguramente regresaría. El problema era que no sabía en donde se había metido Andy. Agarrando su celular, llamó a Emma y le ordenó buscarlo, era hora de que regresara a casa.

Pero, pasó un mes, y él nunca regresó.

¿Realmente se fue?

Edward estaba desesperado. Nunca pensó que perder a ese tonto niño fuera tan doloroso. Lo había buscado en todos los lugares posibles, pero parecía que Andy había desaparecido de la tierra, entonces, recordó a una persona y fue a buscarlo.

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Eran las seis y media de la tarde y Arthur estaba en su oficina cuando la puerta fue abierta de golpe, vio a Edward McDowell con los ojos consumidos por la ira—. ¿Dónde está?, ¿Dónde mierda lo escondiste?

—¿De qué carajos estás hablando?

—¡Mi esposo, ¿A dónde mierda lo llevaste?!

—¿Andy desapareció? —Arthur no había tenido noticias de él desde que fue dado de alta del hospital, pensó que Edward lo había aceptado al momento de saber que iban a tener un hijo. No quiso intervenir más, si lo hacía, sabía que su amor por él lo volvería irracional y no lo dejaría ir tan fácilmente.

—¡No te hagas el imbécil!, él es mi esposo, ¿Dónde diablos lo escondiste? —Edward estiró la mano y lo agarró de la camisa, Arthur fue obligado a ponerse de pie, pero tan pronto como McDowell quiso tirar de él, quitó su mano con fuerza—. Andy es mío, ¿Dónde está?

—¿Tuyo?, ja, por favor, McDowell, tú mejor que nadie sabe que no lo amas, únicamente lo usas para aumentar tu estúpido ego y narcisismo —Arthur acomodó su saco y corbata—. Y aunque lo supiera, jamás te lo diría. Una persona como tú, no merece tener el amor de él.

—Pero a diferencia de ti, yo tengo su amor, en cambio tú, lo único que podrás tener de él, es su amistad y agradecimiento. —Se burló Edward—. Y no importa si quieres decirme o no, igual lo encontraré por mi cuenta.

Edward se dio media vuelta, pero antes de que avanzara cinco pasos, Arthur habló—. ¿De verdad crees que tienes su amor?, si tan seguro estás, ¿Por qué él decidió irse y dejarte? —Arthur caminó hacia él lenta y elegantemente—. Lamento ser yo quien te lo diga, pero a Andy, claramente ya no le importas.

—¡Cállate Hayden! —Gritó, con rabia.

—¿Qué?, ¿Ahora me vas a decir que te duele su abandono?, de verdad que eres ridículo. Cuando lo tuviste, cuando él te entregó todo, su vida, su amor, su tiempo, ¡te lo dio todo y fuiste un imbécil de mierda!. ¡Y sí!, tal vez sólo tengo su amistad y su agradecimiento, pero a diferencia de ti, al menos tengo algo.

—¿Qué quieres decir? —El rostro de Edward se complicó en una horrible mueca de miedo.

—¿Tan imbécil eres qué no lo entiendes?, Andy no volverá, porque se cansó. Se cansó de tus malos tratos, de tus golpes, humillaciones e infidelidades, él ya no te ama Edward. Se fue, y ojalá nunca lo encuentres, espero que encuentre a alguien lejos de aquí y de ti, no importa si soy yo u otra persona, sólo quiero que nunca lo encuentres. Eres un hijo de puta que sólo le causó lágrimas y dolor, realmente espero que nunca lo vuelvas a ver. Pero felicidades, Edward, lograste mandar al diablo a quien realmente te amaba.

Edward se quedó en silencio durante un minuto antes de darse la vuelta y caminar hacia la puerta, sin embargo, antes de irse se giró y miró a Arthur con ojos llenos de determinación—. Eso ya lo veremos. Lo buscaré, y cuando lo encuentre, ni tú ni nadie lo apartará de mí otra vez. —Edward salió cerrando la puerta con fuerza, caminó con grandes zancadas hacia el elevador y marcó el número de Emma—. Diez personas no son suficientes, contrata otras cincuenta, no importa el precio, quiero a Andy lo antes posible.

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Andy, que estaba en un pequeño departamento alejado de la ciudad, miró la fotografía de su hijo, sus latidos se aceleraron al ver al pequeñín en su vientre. Ahora, lejos de Edward, al fin podía disfrutar de algo de paz y seguridad. Ignorando que su exesposo estaba moviendo cielo, mar y tierra para encontrarlo, Andy salió de su casa hacia el supermercado.  

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