Capítulo 10. Es lo que te mereces.

⚠️ Advertencia. Esta historia contiene violencia física, verbal y emocional, leer bajo su propia responsabilidad ⚠️

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Edward abrió más las piernas de Andy, se quitó la corbata y ató con fuerza las muñecas de su joven esposo. Andy forcejeaba y trataba de mover sus pies para poder levantarse y huir de ahí, no quería eso, al menos, no de esa manera. Edward levantó la bata de baño, dejando al descubierto el cuerpo semidesnudo de su esposo.

—Edward, por favor, déjame ir. —El llanto de Andy era cada vez más sonoro. Edward arrugó el ceño y presionó a Andy debajo de él y la respiración caliente llegó al oído. McDowell lamió el lóbulo del oído de Andy. Andy ocultó su rostro en las sábanas manchadas de sangre, sin embargo, Edward lo agarró fuertemente del cabello y le obligó a levantar el rostro.

—Únicamente cumplo con mi deber como esposo. —Andy apretó los dientes, intentando recuperar algo de fuerza.

Cuando Edward estuvo lo suficientemente cerca, levantó con fuerza su cabeza y logró golpearlo. La nariz de Edward se sintió caliente e inconscientemente retrocedió, Andy aprovechó la oportunidad para levantarse y tratar de huir.

Bajo de la cama y tropezó un poco, se volvió a levantar, pero antes de poder abrir la puerta fue llevado con una gran fuerza hacia atrás. Edward ya había limpiado la sangre que escurrió por sus fosas nasales y caminó rápido a detener a Andy, lo agarró del brazo y lo llevó hacia la cama de un empujón. Andy volvió a caer en el colchón, pero esta vez, con el rostro hacia arriba. Edward lanzó su pesada mano sobre el débil y ensangrentado rostro del niño. Andy ni siquiera supo cuándo había llegado el fuerte golpe, pero al segundo siguiente, su mejilla palpitaba y ardía del dolor.

—Puta, ¿Cómo te atreves a golpearme? —Le gritó, enojado. Lo agarró del cuello con ambas manos y lo apretó con rabia. Andy, aun con las manos atadas, comenzó a forcejear, pero la falta de aire le dificultaba mucho conseguir las fuerzas necesarias para volver a huir.

—No... no, lo...lo la-lamento. —Sus ojos estaban nublados por las lágrimas.

El dolor en su cuerpo era demasiado, pero su corazón dolía aún más. La persona que más amaba, lo estaba tratando peor que a una basura. No le agradaba a Edward, pero no era necesaria tanta crueldad para dejarle claro eso. Andy se arrepintió por un momento de haber querido casarse con Edward tan apresuradamente. Deseó en ese momento que su matrimonio nunca hubiese ocurrido.

Edward no vio que, con sus acciones, una parte del amor que Andy le tenía, se había fracturado, y aunque lo supiera, no le importaba eso. Volvió a abrir la bata de Andy y paseo sus manos sobre el cuerpo blanquecino. Andy estaba aterrado y Edward simplemente se burló bruscamente de él.

—¿Por qué lloras?, no es como que no hayas tenido algo dentro antes.

Sin piedad, tomó el cuerpo débil de su esposo. Lo lastimó de una y mil maneras, sin preparación, la entrada fue desgarrada y la sangre escurrió en medio de sus piernas. Las fieras manos de Edward no tuvieron piedad, golpearon, pellizcaron y apretaron por doquier.

Andy gemía del dolor y pedía entre lágrimas que detuviera el acto, no había placer en absoluto, al menos, no para él. Edward nunca se detuvo, cada golpe era más fuerte que el anterior, cada estocada llegaba más profunda que la otra. Andy miró el rostro de su esposo, era frío y sin una pizca de remordimiento, los ojos oscuros de Edward brillaban con un brillo extraño. Edward recorrió con sus labios el abdomen y pecho de Andy, mordiendo y lamiendo cada rincón posible. Muchas mordidas eran tan fuertes, que el sabor de la sangre inundaba su boca, lamía los delgados hilos rojizos que escurrían sin remordimiento.

Andy fue presionado nuevamente contra el colchón, su cara estaba contra las sábanas y sus manos fueron levantadas dejando sus codos como apoyo, Edward volvió a entrar en él y golpeó fuertemente su parte trasera. Las piernas de Andy se volvían cada vez más débiles, la corbata estaba comenzando a dejar heridas en su muñeca y la frente le dolía cada vez más.

Las manos de Edward lo agarraban fuertemente por la cintura, sus labios también recorrieron su espalda hasta su cuello, mordió y succionó cada parte a su antojo, Andy lloraba y gemía del dolor.

—Por favor Edward, déjame ir, por favor, te lo ruego.

Quien sabe cuántas veces pidió que parara, su garganta dolía tanto que sentía que se iba a romper, su cuerpo estaba exhausto y temblaba. Edward podía verlo, él sabía que no podía más, sin embargo, sus ruegos fueron ignorados y sólo alcanzó a escuchar la voz fría de su esposo antes de desmayarse.

—Es lo que te mereces.

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Edward se despertó con un fuerte dolor de cabeza, luego de que Andy se desmayara, lo hizo un par de veces más y después regresó a su habitación. Arrugó sus cejas al recordar lo sucedido, no podía creer que ese idiota fuera tan débil como para desmayarse a la mitad de algo 'importante'. Miró su reloj de mano, las manecillas marcaban las ocho cincuenta de la mañana, apenas había dormido cuatro horas, y debido al alcohol, su cabeza punzaba. Una llamada entró antes de poder ponerse en pie.

«Señor, es necesario que viaje a la ciudad D, hubo algunos problemas con los ingenieros y uno de los accionistas.» la voz de Emma se escuchaba tranquila, pero hubo un tono preocupado que no pudo evitar pasar por alto.

—De acuerdo, espérame en el aeropuerto y haz que preparen el jet. —Después de obtener una respuesta afirmativa, terminó la llamada. Edward entró a la ducha y no tardó mucho, fue al armario después de cambiarse, y debido a sus constantes viajes, siempre tenía una maleta de ropa preparada.

Bajó las escaleras y fue a la cocina, el lugar estaba limpio y no había algún almuerzo hecho, apretó el aza de la maleta y la dejó antes de subir las escaleras nuevamente. Abrió la puerta de un golpe y vio el débil cuerpo de Andy acurrucado en las sábanas. Edward fue hacia él y quitó de un tirón las sábanas, el cuerpo desnudo de Andy estaba lleno de marcas, sus manos aún estaban atadas, y la bata de baño manchada de sangre, estaba medio enredada en su cuerpo cubriendo simplemente la parte inferior.

—¿Por qué sigues dormido? —Edward iba a tomar con fuerza el rostro de Andy, sin embargo, un suave quejido de dolor llegó a sus oídos, Andy se retorció en la cama y se acurrucó en forma fetal—. Despierta. —Edward modulo su voz y alcanzó a tocar el rostro de Andy. Andy estaba sudando y temblando, su cuerpo estaba ardiendo en temperatura—. Mierda.

Edward movió a Andy de la cama cargándolo en sus brazos. Andy se apoyó débilmente contra su pecho, la caliente respiración parecía traspasar la ropa de Edward. Andy fue puesto en el sillón y cubierto con una frazada. Sus manos fueron desatadas, dejando ver las marcas rojas alrededor de su muñeca. Edward fue al armario y sacó un cambio de cama, puso sábanas limpias y regresó a Andy a la cama. Necesitaba llamar al médico.

—Necesito que venga en seguida. —Dijo, tan pronto como la llamada fue conectada. El doctor respondió con un "está bien" y la llamada terminó. Edward volvió a ver a Andy; el cuerpo del chico estaba temblando y se aferraba a las sábanas, su cabello estaba pegado a su rostro y sus labios estaban fuertemente apretados. Edward fue por algunas toallas y las mojó con agua fría. Con delicadeza, limpió su frente y pasó otra por su pecho—. Eres realmente molesto. —Murmuró.

El médico llegó tan rápido como le fue posible, al ver a Andy acostado y manchado de sangre, tembló ligeramente, conocía muy bien a Edward McDowell desde joven, sin embargo, nunca pensó que podría llegar a golpear al niño que había cuidado su abuelo.

—¿Cómo es que está tan golpeado? —Hizo la pregunta, aunque la respuesta era clara.

—Limítese a hacer su trabajo y no haga preguntas innecesarias. —Dijo con voz fría.

El médico asintió y revisó la temperatura del cuerpo. Andy comenzaba a murmurar cosas sin sentido, el termómetro marcaba cuarenta y cinco grados, era un milagro que siguiera consciente. Administró una inyección de acetaminofén para disminuir la temperatura y siguió revisando las demás heridas de su cuerpo. Limpió la sangre seca del cuerpo, suturó y vendo la frente de Andy, también puso medicamento sobre los moretones y aplicó medicamento sobre las mordidas por las cuales había sangrado.

—Señor McDowell. —El médico bajo las escaleras y se encontró con Edward en la sala, él había salido hacía unos veinte minutos de la habitación de Andy debido a una llamada.

—¿Cómo está Andy? —Edward casi se atragantó con sus palabras, nunca pensó que preguntaría por ese tonto, sin embargo, sería una verdadera molestia si muriera en su casa.

—La temperatura continuará disminuyendo, ha bajado un poco y él está más tranquilo. Las heridas fueron limpiadas para evitar infección, también tuve que suturar la frente con tres puntos, a juzgar por el color de su piel, debo de decir que ha perdido bastante sangre, quisiera llevar una muestra de sangre para poder descartar cualquier enfermedad.

—No es necesario, hace poco estuvo en el hospital y todo está bien, no hay necesidad de más análisis. —Edward caminó hacia él—. El dinero ya está en su cuenta.

—Gracias, señor McDowell. —El médico sacó de su maletín una receta y la entregó a Edward, él la puso en la mesita de en medio—. Son los medicamentos que el joven debe tomar cada ocho y doce horas, los puede encontrar en la farmacia.

—Bien, gracias por su trabajo. —Edward agarró la maleta y caminó hacia la salida, el médico fue detrás de él y lo vio subir la maleta al maletero del auto negro.

—Señor McDowell, no es un buen momento para dejar solo al joven Andy, aún ni siquiera despierta, y cuando despierte seguramente va a querer...

—No voy a cuidarlo, —interrumpió Edward—, no soy su enfermero, ni su niñera. Andy no es tan débil como parece, él sabrá qué hacer cuando despierte.

El doctor tenía muchas cosas que decir, claramente estaba ante quien había sido el responsable del estado tan deplorable de Andy. Sin embargo, ese hombre había agarrado una maleta y estaba por irse dejando sólo a alguien muy enfermo y débil, no obstante, se tragó sus palabras, y únicamente asintió.

Edward subió al auto y el médico lo vio retirarse, caminó hacia su auto, pero antes de poder subir, un hombre lo tomó del brazo.

—Lamento asustarlo, quisiera preguntarle algo. —El hombre se veía normal, aunque un poco escalofriante, ignorando eso, el médico aceptó ir con él a un parque a unas cuantas cuadras.

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Eran las doce de la madrugada, las luces estaban apagadas, y sólo la tenue luz blanca de la lámpara de afuera se filtraba por las cortinas. Andy abrió pesadamente los ojos. Trató de incorporarse para buscar algo de agua, sin embargo, su cuerpo no tenía fuerzas, y cayó pesadamente a la cama. Tocó su cabeza y se encontró que traía una venda, al igual que en sus muñecas. No había nadie con él, sin embargo, las heridas en su cuerpo habían sido tratadas, incluso había un vaso con agua en el buró.

—¿Edward realmente lo hizo?, él llamó a un médico para mí. —Susurró en la oscuridad, no pudo evitar sentirse un poco feliz, sin embargo, las imágenes de la noche anterior llegaron a su mente y el dolor en su cuerpo se volvió más intenso—. No, él no se preocuparía por mí.

Recordó todas las veces que rogó para que parara, los ojos de su esposo sin culpa y sin remordimiento, llegaron a su mente, él no haría eso, él nunca se preocuparía por él.

La puerta de la habitación se abrió, la luz del pasillo solo dejaba ver la sombra de un hombre alto. El cuerpo débil de Andy tembló ligeramente y se cubrió con la sábana.

—Señor, ¿Ya despertó? —La voz cálida del chófer le hizo bajar la guardia, lentamente descubrió su rostro—. ¿Necesita algo?

—Quiero agua. —Su voz era tan baja y suave, que las cejas del chófer se arrugaron con preocupación. Él le ayudó a sentarse, le acercó un vaso con agua y le ayudó a que lentamente bebiera—. Gracias. —Dijo—. ¿Dónde está el señor McDowell?

—Él... salió de viaje, no sé cuando regrese.

Andy sonrió. Pero era una sonrisa muerta, como si sintiera alivio de escuchar esas palabras. El chófer miró esos ojos que anteriormente poseían un hermoso brillo, ahora estaban apagados y sin vida.

—Eso es bueno. —Murmuró.

Ninguno de los dos pensó que algún día esas palabras salieran de su boca. Andy no lo había dejado de amar, sin embargo, Edward le causó tanto dolor, que se sintió aliviado al saber que no estaba. Antes se hubiese sentido deprimido, pero no sabía cuándo había comenzado a sentirse aliviado al no verlo.

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